8 jul 2020

Aumentan los rebrotes entre la precariedad y una sanidad devastada

Dos semanas después del final del estado de alarma todas las autoridades tenían la mirada puesta en otoño como periodo de rebrotes. Lo cierto es que a fecha de hoy el mapa del Estado español cuenta con más de 80 focos, la mayoría de ellos con un claro carácter de clase, marcados por el racismo institucional y la precariedad.
Cerca de 300.000 personas viven nuevamente confinadas en su límite comarcal y otras 80.000 han retrocedido a la fase 2. En el primer caso nos referiremos a los casos de Lleida y el confinamiento de la comarca de Segrià y Lugo. En el segundo caso hablamos del rebrote de Aragón, concretamente en Huesca.
Actualmente serían el brote de Huesca con 369 casos y el de A Mariña (Lugo) con 106 casos los rebrotes más numerosos seguidos por el rebrote detectado en un centro de acogida de la Cruz Roja en Málaga con 105 casos.
Tras el fin del estado de alarma y el fin del “mando único” por parte de Moncloa, actualmente es cada Comunidad Autónoma la que gestiona todo lo relativo a la pandemia del Covid19, y lo hacen en base a las decisiones de sus comités de expertos. En este marco, no sólo las medidas son variopintas, como observamos, sino que la propia definición de “rebrote” y la información que se facilita al Ministerio de Sanidad varía según las CCAA.
Tras la segunda semana de julio, el Estado español empieza a seguir los pasos que siguieron previamente países como China y Alemania, el de los rebrotes, especialmente los asociados a lugares de trabajo.
Desde las instituciones tenían las miradas puestas en que el “periódo de rebrotes” se iniciara a partir de otoño. En parte por algunas evidencias científicas que señalan una mayor dificultad de transmisión para el virus con temperaturas más elevadas, y en parte por salvar la temporada turísticas y el negocio de ese gran lobby que representa el 14,6% del PIB en el Estado español.
Pero no ha sido el caso y en la misma tendencia que otros países el Estado español se adentra en la “fase de los rebrotes” que ya salpican todo el mapa y que como en el caso de Francia y los temporeros rumanos o la citada Alemania y la empresa cárnica, también aquí tiene un marcado carácter de clase, definido por la precariedad y el racismo.
En el caso de los rebrotes de Huesca y Lleida detectado en empresas agrícolas o anteriormente en el matadero de Valencia o en los campos de Huelva, lo que subyace en estos rebrotes es la permisividad del Gobierno, de la mano con la patronal y las direcciones burocráticas de CCOO, con los empresarios para que estos puedan seguir imponiendo condiciones de precariedad y de nula seguridad.
Unas condiciones arraigadas institucionalmente mucho antes de la llegada del coronavirus y que tienen en la Ley de Extranjería uno de sus máximos exponentes. Una ley que condena a un círculo vicioso de precariedad, pobreza y exclusión social a las personas migradas.
En el último caso, el de A Mariña, el foco parece ser un espacio de ocio. Lo que nos lleva a mirar la hemeroteca y ver cómo Moncloa se desdijo una y otra vez para satisfacer al gran lobby turístico del Estado español. Primero con la fecha de aperturas de fronteras que fue adelantando cada vez más y segundo levantando prácticamente en la totalidad las medidas de control para los turistas extranjeros; pero sin medidas serias para resguardar la salud de los trabajadores y las trabajadoras de hostelería.
Decisiones políticas que iba a salvaguardar el beneficio de este sector empresarial que por supuesto ya de por sí está recibiendo suculentas ayudas, especialmente a través de los ERTEs, que con la venia de la Ministra de Izquierda Unida, Yolanda Díaz, ya han ampliado hasta finales de septiembre y siguen presionando para lograr que sea hasta final de año.
El deseo de un respiro hasta otoño, tenía un tercer objetivo; dar descanso a un mermado sistema sanitario acosado por los recortes que tuvo a su personal en primera línea de batalla con unas condiciones nefastas.
Solo hay que recordar que el Estado español es el país con más sanitarios infectados, y que alrededor del 10% del personal sanitario ha estado en contacto con virus, frente al 5,2% del resto de la población, tal y como señala la tercera oleada de datos del estudio de seroprevalencia.
Entonces, ¿qué sistema sanitario se van a encontrar los rebrotes? La realidad es que muy poco ha cambiado, ya que el Gobierno se niega a tomar medidas urgentes como nacionalizar sin pago las empresas de la sanidad privada que se han enriquecido a costa de la pública, contratar masivamente nuevo personal en los hospitales o reconvertir parte de la industria para la producción de respiradores y otros insumos.
Desde Moncloa se han tomado todas las medidas en una dirección clara, salvaguardar los intereses económicos de los grandes capitalistas, y las consecuencias las empezamos a ver y a sufrir ya, especialmente los sectores más precarios.
Frente a los rebrotes que ya están y los que están por venir es urgente ir en otra dirección. Unir la lucha de los sanitarios con la organización de los trabajadores y trabajadoras esenciales mediante comités de seguridad e higiene en los lugares de trabajo, así como la lucha por imponer medidas de emergencia como las que señalamos, será clave para poder enfrentar una nueva ola del virus, que se combinará con la crisis social que ya se descarga sobre la clase obrera, las personas migrantes y la juventud precaria.
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