31 ago 2018

Baja el poder adquisitivo de los asalariados españoles: casi 500 euros menos en el bolsillo que hace dos años

El poder de compra del salario medio en España se ha reducido un 2,3% en los dos últimos dos años (desde el segundo trimestre de 2016 al mismo periodo de 2018), lo que equivale a decir que el asalariado medio tiene, al cabo de un año, 469 euros menos en su bolsillo de los que tenía hace dos años, según el Monitor Adecco de Oportunidades y Satisfacción en el Empleo.
Hace dos años, a mediados de 2016, el salario medio nacional ganaba un 1,4% de poder adquisitivo, mientras que hoy pierde un 2,3%. Esta variable se obtiene al descontar la inflación de la evolución del salario medio.
Sólo los salarios de dos comunidades autónomas han mejorado su poder adquisitivo respecto a hace dos años: Asturias, con 199 euros anuales más que a mediados de 2016, y Navarra, con 20 euros anuales más.
En las 15 regiones restantes el poder de compra de los salarios se ha reducido en los últimos dos años, especialmente en Murcia, con un descenso de 843 anuales desde junio de 2016; La Rioja (-770 euros anuales); Andalucía (-699 euros anuales); País Vasco (-683 euros), Madrid (-561 euros) y Aragón (-541 euros).
A lo largo de los últimos dos años se ha acumulado diferencias en el valor de compra del salario medio de las distintas comunidades de hasta 1.042 euros por año.
En términos porcentuales, Asturias y Navarra presentaron en el segundo trimestre aumentos en el poder adquisitivo de sus salarios del 1% y del 0,1% respecto al mismo periodo de 2016, mientras que Murcia, La Rioja y Andalucía concentran los mayores retrocesos, con caídas del 4,7%, 4,1% y 3,8%, respectivamente.
Dejando a un lado el impacto de la inflación sobre los salarios, Adecco destaca que el sueldo medio bruto se situó en el segundo trimestre en 1.646 euros mensuales, un 0,6% más en relación al mismo periodo de 2017 y su máximo valor de la serie histórica.
Madrid y País Vasco siguen presentando los salarios nominales ordinarios más elevados en promedio, con 1.945 y 1.941 euros al mes, respectivamente, frente a Extremadura y Canarias, que tienen los sueldos más bajos, con 1.333 y 1.427 euros, respectivamente.
http://postdigital.es/2018/08/28/baja-poder-adquisitivo-asalariados-500-menos-p39616/

26 ago 2018

GALERIA DE BUITRES CDLIX

Las empresas españolas tributan por menos de la mitad de lo que ganan
La brecha entre el saldo de explotación que registra la renta nacional y la base imponible del Impuesto de Sociedades, que grava los beneficios societarios, se ensancha y supera ya los 270.000 millones de euros
Una oficina de la Agencia Tributaria. EFELas empresas españolas tributan en el Impuesto de Sociedades por menos de la mitrad de las ganancias que obtienen, según revela el cruce de los datos oficiales de ese tributo con los estadísticos de la Renta Nacional que estima el INE (Instituto Nacional de Estadística) al medir el PIB (Producto Interior Bruto).
La brecha entre las ganancias y la base del impuesto se está ampliando con la mejora de las variables macroeconómicas, con las que ha pasado de los 254.000 millones de 2014 a los 273.000 del año pasado. No obstante, en ese mismo periodo ha aumentado el porcentaje de ganancias declaradas, que ha ganado algo más de dos puntos al pasar del 42,4% al 44,6%.
El incremento porcentual se concentró en el último de esos ejercicios, en el que, según el Informe Anual de Recaudación de la Agencia Tributaria, “ha culminado el proceso de recuperación de los resultados de las sociedades” y “se habrían recuperado los beneficios previos a la crisis”.
Según los datos de Hacienda y del INE, el resultado contable positivo por el que las empresas españolas tributaron el año pasado en el Impuesto de Sociedades ascendió a 220.381 millones de euros, mientras que el excedente bruto de explotación, que mide el saldo de explotación de las sociedades, había alcanzado los 493.627

Elusión, evasión y fraude

Esta situación no se debe exclusivamente a la aplicación de procedimientos defraudatorios en las empresas y a la evasión a paraísos fiscales, sino que también influyen en ella las oportunidades de elusión mediante vías legales que ofrece la normativa tributaria. La compensación de pérdidas de ejercicios anteriores, importantes tras la crisis, y la posibilidad de aplicarse créditos fiscales diferidos para reducir la tributación completan el cuadro.
De hecho, en ejercicios como el de 2015 (último con datos disponibles), los 191.226 millones de beneficio contable declarados por las empresas, con una media de ganancias de 284.190 por entidad, convivían con pérdidas por valor de 104.728.
Varios trabajos citados en el estudio Economía sumergida y fraude fiscal: ¿Qué sabemos? ¿Qué podemos hacer?, de Funcas, cifran entre el 30% y el 36,4% el “nivel de ocultación de beneficios” en el sector empresarial español.

Se pierde un 23% de la recaudación tributaria

“Los trabajos más recientes estiman una pérdida de recaudación [de impuestos] cercana al 23%, lo que equivale a cerca del 6% de PIB”, como consecuencia de la economía sumergida y el fraude y la evasión fiscales en España, señala el estudio. Con el Producto Interior Bruto en 1.16 billones de euros, ese porcentaje equivale a 69.819 millones de euros
En el caso del Impuesto de Sociedades, los 220.381 millones declarados como beneficio el año pasado generaron una recaudación de 22.136, superior en 3.000 millones a la del año anterior y con una presión fiscal del 10,47% sobre esos resultados.
El informe recuerda que “la práctica totalidad de los estudios nos sitúan hoy por encima de la media de los países de la OCDE y los países centrales de la Unión Europea (UE-15)” en cuanto al peso de la economía sumergida, que alcanza el 26% del PIB en Canarias y oscila entre el 22% y el 23% en Andalucía, Castilla-La Mancha y Galicia. En el extremo opuesto se sitúan Madrid, con un 16,7%, y, por debajo del 20%, Aragón, Asturias, Baleares, Catalunya y Cantabria.
El estudio se refiere a las actividades de la economía sumergida, que creció con las reformas fiscales de los primeros años de la democracia, como “problemas enquistados que requieren un nuevo impulso reformista y ambicioso, generando la base institucional y sociológica para un mejor cumplimiento tributario y el afloramiento de actividades hoy ocultas”.
“Las actividades no declaradas provocan una erosión en la capacidad de generar ingresos públicos, perjudicando el objetivo de estabilidad presupuestaria e incrementando los efectos distorsionadores del sistema fiscal sobre la eficiencia y la equidad”, añade.
https://www.publico.es/economia/agencia-tributaria-empresas-espanolas-tributan-mitad-ganan.html

25 ago 2018

La gestión neoliberal de la pobreza

La instauración de la caridad privada, con vocación social y aceptada como un valor innato de la gente, está contribuyendo al apuntalamiento discursivo del final del Estado social y democrático de derecho.
La “marca” España tiene su contraportada. Una lista negra de números rojos. Son los números más vergonzantes que un Estado que alardea de social pueda presentar. Quizás por eso se obvian, se maquillan, se ignoran o incluso se banalizan. Pero están ahí. Son los números de la pobreza, la exclusión, el paro, la tasa de protección por desempleo, la pobreza infantil o la calidad de sus Servicios Sociales. Estos números bailan al compás de una crisis que se iniciara en 2008 y cuyo final algunos certifican, mientras otros, los muchos, continúan padeciendo. Y son esos números los que desafían los discursos hegemónicos de la clase política gobernante y el establishment mediático.
Inem contratos portadaEn España malviven 10,2 millones de personas con una renta por debajo del umbral de la pobreza. Eso representa una tasa de pobreza del 22,3%. Solo Rumania y Bulgaria son más pobres. Por eso España padece una epidemia de paro que llega al 18,9%. Casi tres millones de personas en este reino viven con 11,4 euros al día. Como en Angola y Bielorrusia. Más del 60% de la población española tiene dificultades para llegar a fin de mes y solo el 54% de quienes se apuntan al paro perciben algún tipo de ingreso por desempleo.
La renta del empleo en España empeora, es decir se trabaja más desde el 2012, de hecho, los beneficios empresariales se han disparado desde entonces hasta el 200,7%, pero el coste salarial apenas ha aumentado un 0,6%. Y las mujeres se llevan la peor parte ya que suponen el 58% de las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Y es que siete de cada diez personas que reciben los salarios más bajos son mujeres. Ellas cobran hasta un 14% menos que los hombres. Y también la juventud que logra acceder a un empleo comprueba como su sueldo anual es un 33% inferior respecto al de 2008.
Estos datos, por si solos, no dicen nada. Se han banalizado. Pero son arte y parte de una estrategia, de una gobernanza y de una política austericida iniciada en 2008 que se activó como consecuencia de una crisis mundial autogenerada con la intención de inaugurar una nueva manera de gobernar y gestionar el mundo.

El discurso neoliberal de la pobreza

Ser pobre hoy tiene un alto precio personal que se paga muy caro en el mercado del estigma asignado. Ser precario o precaria, trabajadora pobre o excluido del circuito del consumo y la normalización social, no es solo una situación vivida y padecida, es también una realidad interpretada y etiquetada por el poder que se encarga de diseñar dispositivos ideológicos y argumentales para hacer digerible y amable el discurso en torno a la pobreza y la exclusión.
Y es que no solo la crisis ha cambiado o remodulado el discurso sobre la pobreza, el desempleo, la precariedad o la exclusión social. No solo han cambiado sus ecos y sus resonancias sociales. También el discurso político y económico, que justifica la crisis y la reproduce, ha creado un nuevo sujeto social perfectamente adaptado a esta nueva situación. Un sujeto que, además de padecer una grave crisis de individualidad, ahora se autoinculpa de su situación personal y social. Ahora este sujeto tiene una noción de sí mismo y de su experiencia vital moralmente reprochable. Obsérvese al desempleado o el cliente de los servicios sociales que acude a éstos para solicitar un subsidio o prestación económica. No solo evidencia una situación de precariedad o exclusión social, consecuencia de una estructura social desigual que raramente es observada o identificada por los profesionales que le atienden, incorpora además un juicio moral sobre sí mismo y así es evaluado.
La crisis económica ha agudizado la individualización de las conductas hasta el paroxismo, pero no como un profiláctico ante la misma al estilo del sálvese quien pueda, que también, sino como herramienta del poder. Y esto tiene que ver con el concepto denominado “gobierno de las voluntades” que vendría a ser algo así como las prácticas y los discursos centrados en el control de las conductas y los pensamientos de la gente con el objeto de conseguir que la propia ocupación y la propia manera de estar en el mundo y enfrentar la realidad, por dura que sea, refuerce el control del Estado, exculpe a éste de toda responsabilidad y justifique la inviabilidad natural de alterar el orden de las cosas. Y es que como bien recuerda Mark Fisher, la narrativa terapéutica de la autorresponsabilidad heroica es el ultimo recurso personal en un mundo que en el que las instituciones ya no garantizan seguridad alguna.

Políticas sociales y neoliberalismo: de la protección al castigo

Dos grandes teóricos europeos nos ayudan a interpretar estas derivas, a encontrarle sentido a esta nueva gobernanza y autogobernanza ante la adversidad. Por un lado, Loïc Wacquant con su obra Castigar a los pobres incide en un nuevo gobierno de inseguridad social encaminado a modificar los desajustes sociales provocados por la desregularización de la crisis económica y la reconversión del bienestar. Por otro lado, Maurizio Lazzarato en su obra La fabrica del hombre endeudado, reclama que “la deuda sirve para disciplinar a las personas, pues no se trata sólo de un problema contable, sino que tiene una dimensión más profunda, en la que convergen elementos morales, políticos y estratégicos”.
Y es que el neoliberalismo no es solo una ideología aséptica o un sistema segregatorio de acumulación del capital; es más. Es una herramienta de dominación y de autodominación personal y social. Porque el actual capitalismo es una picadora de carne que no sería nada sin nuestra activa colaboración. Y para ello se han articulado estrategias que transversalizan todos los sistemas sociales, económicos, culturales o políticos. Nos detendremos en los sistemas de protección social. Y es que desde hace tiempo las políticas públicas patologizan e individualizan aquellas biografías, itinerarios o sucesos que escapan a los procesos de normativización y normalización social. El sistema de salud o el sistema de los servicios sociales victimizan los procesos personales haciendo creer al sujeto que él es el culpable de su situación. Reconversiones, paro de larga intensidad, precariedad laboral, exclusión social, pobreza endémica, divorcios, estrés, ansiedad, se envuelven en nuevas categorías gnoseológicas que explican los nuevos problemas sociales, problemas por otra parte absolutamente despolitizados en su origen, análisis y significado.
Por ejemplo, los Servicios Sociales han inventado herramientas de normativización social como la Búsqueda Activa de Empleo, los acuerdos de incorporación, el itinerario de inserción y otras lindezas técnico-burocráticas, descontextualizadas de la realidad social en las que los sujetos patologizados, victimizados y desautorizados se ven obligados a desprenderse de su protagonismo histórico. Ya no interesan las causas que han generado esas biografías de la pobreza, el abandono o la desesperación, como si los sujetos hubiesen elegido su propia miseria. Nada se opina sobre las condiciones y relaciones laborales, sociales, familiares, patriarcales, sexistas o de dominación. Nada sobre la inseguridad, las infraviviendas, los salarios parciales, los talleres ilegales y las múltiples formas de explotación invisible. Nada. Como si solo nos interesara asistencializar a quienes van a la deriva, a quienes no asimilan su naufragio voluntario.

Gestión de la pobreza: la redención del pobre

Resultado de imagen de Gestión de la pobreza Mientras la clase corrupta sale inmune de sus tropelías, los pobres se ven obligados a sentarse a diario ante el tribunal del Santo Estigma. Y no es una exageración. Una especie de culpabilización colectiva les obliga a rendir cuentas por su propia pobreza. A ser investigados por cobrar —los que cobran— por percibir las ayudas que reciben: paro, subsidios de todo tipo y rentas garantizadas o rentas de inserción. A decir donde están, donde viven, con quien, donde están empadronados, si viajan o no, si salen del país o no, si se casan, se juntan o si les toca la lotería. En definitiva, un control de la propia subjetividad que ya anunciara Foucault el siglo pasado. Y es que la pobreza también tiene su propia gestión neoliberal. Una gestión que recorre de forma transversal casi todos los dispositivos de los sistemas de protección social, especialmente los sistemas de Empleo y Servicios Sociales.
Porque es aquí, en la cola del paro, en la ventanilla del desempleo o en las oficinas de los Servicios Sociales y en sus dispositivos de acompañamiento, acogida, orientación y prestación de ayudas económicas donde se han implementado dinámicas neoliberales de atención y control de la ciudadanía. Control que se realiza a través de herramientas educativas, de acompañamiento o enmarcadas en las denominadas políticas de activación y la autogobernanza amparada por el falso mito de la autonomía personal o la ilusoria empleabilidad. Muchos trabajadores pobres, precarios y precarias, subsidiados y desempleadas recorren las oficinas del SEPE y cuando no reciben ayuda aquí —1,2 millones de parados no perciben ninguna prestación— acaban en los Servicios Sociales demandando Renta Garantizada. Y es que uno de los principales dispositivos de lucha contra la exclusión social son los programas de Rentas Mínimas de Inserción cuyos destinatarios son personas con ingresos por debajo del umbral de la pobreza, trabajadores y trabajadoras pobres.
Estos programas contienen dos elementos: un ingreso económico mensual que varía en función de cada comunidad autónoma y un Itinerario Personalizado de Incorporación Social, título rumboso donde los haya para denominar un contrato entre la administración pública y la persona beneficiaria donde se pactan una serie de acciones para favorecer la supuesta inserción social a cambio de la prestación recibida. Y en estas prácticas es donde las tecnologías del yo hacen su aparición en forma de herramientas de control y dinamización neoliberal basadas en la pedagogía del déficit. Y es que ahora ese sujeto intervenido es considerado huérfano de habilidades, actitudes, aptitudes o capacidades socio personales para enfrentarse a la adversidad de su existencia. Y así nos inventamos, al amparo de directrices europeas, una serie de dinámicas que intercambiamos desde los servicios de empleo y servicios sociales con la ciudadanía más precaria. Pero nada de hablar de la estructura económica que ha generado esa desigualdad y esa exclusión del empleo. De lo que se trata es de activar herramientas que autorresponsabilicen al sujeto, que asuma su propio desclasamiento interior y lo reactive a través de tecnologías redentoras.
La formación se configura, así como un mito, un estadio al que llegar. Sin formación no hay paraíso, aunque el paraíso ya no exista. Y es que en los distintos programas de activación para el empleo destinados a la población desempleada y a la población que está protocolizada y monitorizada por los Servicios Sociales, la formación actúa como motor de cambio. Y esto es lo que se vende a los pobres y desempleados como productos de salvación: cursos de formación pre laboral, de formación profesional, cursos para elaborar un currículum o cómo abordar una entrevista de trabajo, aunque sea precario, o la búsqueda activa de empleo, como si los sujetos estuvieran infantilizados para tal fin, o de habilidades sociales, personales y actitudinales. O incluso para mejorar la autoestima, cuando la autoestima no se mejora si no es con un empleo digno y una resocialización igualitaria, o de habilidades sociales, como si una no las hubiera demostrado antes para soportar esa pobreza o precariedad que padece. Y el colmo es la oferta de los cursos de inteligencia emocional entendidos como recurso reparador y redentor de nuestra situación, como si los culpables del desempleo fueran fuerzas internas que haya que gestionar emocionalmente pero no políticamente.

Sobredosis de solidaridad social que no repara el déficit de igualdad

Y es que frente al descalabro de los sistemas públicos de protección social, frente a la saña de los recortes en los principales seguros vitales que nos han proporcionado más o menos seguridad ante la adversidad, frente al acoso y derribo de lo público como estructura de protección; no pocos colectivos civiles y religiosos, oenegés, entidades privadas de solidaridad con y sin ánimo de lucro y grupos ciudadanos de variada tipología, han izado la bandera de la desigualdad y la pobreza como formas de solidaridad redencionista. Numerosas iniciativas sociales y de apoyo mutuo tratan de salvar a la gente de los desahucios, de la pobreza, del frío, del hambre, de los cortes de agua y luz, de la precariedad y de carencia de las necesidades más básicas. Prácticas todas ellas loables, de reconocida solvencia solidaria, de gran reconocimiento social, pero que sigilosamente se formalizan como desplazamientos de las formas de distribución garantistas procedentes de los sistemas públicos. Como si los sistemas públicos, invisibilizados y descapitalizados por no decir despolitizados, fueran incapaces de abordar este socavón social creado por la crisis. Y esto tiene efectos secundarios de obligada lectura.
Los medios de comunicación al servicio de la ideología neoliberal dominante están fabricando un discurso tras el cual ese tercer sector de carácter benéfico es presentado como el único actor posible para responder a las situaciones de emergencia, pobreza y precariedad generalizada. Y eso provoca, no ya una desconfianza en los sistemas públicos, ultrajados como ineficaces por la ideología ultra neoliberal, sino algo mucho peor: su retirada simbólica del imaginario colectivo como sistemas correctores de las desigualdades. De ahí a aceptar la caridad bien entendida y la beneficencia intensiva como únicas posibilidades para salir de la ciénaga vital, va solamente un paso: la aceptación merecida de la perdida de ciudadanía reconvertida ahora en un sucedáneo de ciudadanía premiada con prestaciones graciables.
Pero la cuestión de fondo es cómo esa ingente sobredosis e inflación de solidaridad horizontal entre iguales, se está convirtiendo, por acción u omisión de los sistemas públicos de protección ultrajados y descapitalizados, en la estrategia dirigida e invisibilizada de la nueva gestión neoliberal de la pobreza. Porque esta instauración de la caridad privada, la que nos sale del alma, con vocación social y aceptada como un valor innato de la gente a pie de obra y voluntarios de todo tipo y condición, está contribuyendo al apuntalamiento discursivo del final del estado social y democrático de derecho. Porque esa caridad bien entendida rompe, a sabiendas o no, con el principio de igualdad vital en democracia social. Cuesta decirlo, pero en esto también, como dice Marta Sanz, los que sin creer que forman parte del discurso dominante, cada día lo apuntalan más.
https://www.elsaltodiario.com/pobreza/la-gestion-neoliberal-de-la-pobreza

GALERIA DE BUITRES CDLVIII

El 90% del patrimonio de la Casa de Alba está exento del pago de impuestos
duquedelabaEl 90% del patrimonio de la Casa de Alba, cuyo valor está estimado entre los 2.200 y 3.200 millones de euros, está exento del pago de impuestos debido a su consideración de Patrimonio Histórico y por la cesión de obras de arte y antigüedades a la Fundación Casa de Alba.
Así lo han señalado los Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) en una nota de prensa, en la que concretan que, de esta forma, la cantidad libre de impuestos se sitúa entre los 2.065 y los 2.875 millones, de los que tres cuartas partes corresponden a la exención de bienes integrantes del Patrimonio Histórico español.
Por otro lado, explican que no todo el patrimonio de la Casa de Alba tributa por igual, sino que depende de la comunidad autónoma en la que resida su titular y en la que se ubiquen las propiedades inmuebles.
Así, los impuestos sobre sus bienes inmobiliarios se liquidan en las autonomías en donde están situados, mientras que el resto de bienes, como las acciones en empresas o depósitos bancarios, tributan en la comunidad en la que reside el heredero.
http://postdigital.es/

Mueren 307 personas en accidente laboral en el primer semestre

Hasta junio se contabilizaron 299.008 accidentes laborales con baja, lo que supone un aumento del 2,7% respecto al número de siniestros del mismo periodo de 2017
Resultado de imagen de accidentes laboral terrorismoUn total de 307 trabajadores fallecieron en accidente laboral en el primer semestre del año, lo que supone siete más que en el mismo periodo del año anterior, según datos publicados por el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social.
De estos fallecimientos, 244 se produjeron durante la jornada de trabajo, uno menos que hasta junio de 2017, lo que supone un descenso porcentual del 0,4%. Los 63 accidentes mortales restantes registrados en entre enero y junio fueron siniestros 'in itinere' (los que se producen en el trayecto de casa al trabajo y viceversa), ocho más que en igual periodo del año pasado.
Hasta junio se contabilizaron 299.008 accidentes laborales con baja, lo que supone un aumento del 2,7% respecto al número de siniestros del mismo periodo de 2017.
Del conjunto de siniestros, 257.812 accidentes se registraron en el lugar de trabajo y 41.196 fueron siniestros 'in itínere'. Los primeros aumentaron un 2,3%, mientras que los segundos se incrementaron un 4,8% respecto al mismo periodo del año pasado.
Los accidentes leves con baja en el puesto de trabajo sumaron 255.599 hasta junio, un 2,3% más, y los graves alcanzaron los 1.969, un 3,9% más. En el caso de los siniestros 'in itínere', se registraron 40.634 accidentes de carácter leve (+4,8%) y 499 de gravedad (-4%).
Por su parte, hasta junio se notificaron 359.937 accidentes laborales sin baja, un 1,6% menos que en igual periodo de 2017.
El secretario confederal de Salud Laboral de ccoo, Pedro José Linares, señaló que, aunque el descenso de los índices de incidencia de accidentes en el primer semestre del año podría romper la tendencia de aumento de la siniestralidad iniciada en 2013, hay que esperar a los próximos meses para certificar que se confirma.
"La siniestralidad laboral continúa siendo un problema de primer orden para la salud pública de España", ha advertido Linares, quien ha subrayado que es necesario que como sociedad se reflexione sobre un sistema de prevención de riesgos laborales que "en estos últimos años de crisis económica, de políticas de austeridad y de reformas laborales ha demostrado ser un gigante con pies de barro".
También ve imprescindible que el Gobierno impulse políticas públicas activas para relanzar la prevención de riesgos laborales en las empresas y que, a través de la Inspección de Trabajo, intensifique las medidas de control de la explotación laboral, algunas de ellas contenidas en el Plan Director por un Trabajo Digno recientemente aprobado.
https://www.publico.es/economia/laboral-mueren-307-personas-accidente-laboral-primer-semestre-siete-2017.html

El estrés generado por la precariedad está detrás de la mayoría de accidentes laborales

Dos trabajadores fallecen al día por un accidente laboral, 14 sufren un accidente grave, 1.646 un accidente leve y 2.000 un accidente laboral que no causará baja.
Resultado de imagen de El estrés generado por la precariedad está detrás de la mayoría de accidentes laboralesSegún los datos publicados por el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, durante el primer semestre del año se han producido un total de 658.945 accidentes laborales, 1.776 más respecto de 2017, lo que supone un aumento del 0,3%.
De ellos, 299.008 causaron baja, (cifra que aumenta un 2,7% en relación al año anterior, con 7.741 casos más). 257.812 ocurrieron durante la jornada laboral (aumentando un 2,3%) y 41.196 fueron accidentes in itinere (incrementándose un 4,8%). Hubo 359.937 accidentes sin baja, un tipo de accidente que ha experimentado un pequeño descenso del 1,6% con respecto al mismo periodo de 2017.
Desde la Unión General de Trabajadores vienen denunciando que las Mutuas han endurecido sus criterios para conceder bajas laborales, reservándolas solo para aquellos casos que revistan una mayor gravedad con lo que se está produciendo un trasvase de accidentes que deberían haberse calificado como leves hacia accidentes sin baja, ya que no ha cambiado el hecho de que los accidentes sin baja sigan siendo más numerosos que los que sí provocan la baja.
La precarización de las condiciones de trabajo, la alta temporalidad, la parcialidad involuntaria incrementan la siniestralidad laboral. Los trabajadores temporales sufren una falta de formación e información en materia de riesgos laborales, esencial para garantizar su seguridad y salud en el trabajo. Además, pueden llegar a asumir riesgos por temor a perder su puesto de trabajo.
En cuanto a los accidentes mortales, 307 trabajadores y trabajadoras han fallecido durante el primer semestre del año, 7 más que hasta junio de 2017, lo que supone un incremento del 2,3%. Y del total de fallecimientos, 244 ocurrieron durante la jornada de trabajo y 63 fueron in itinere.
Los hombres han sufrido más accidentes mortales que las mujeres ya que han fallecido 231 varones y 13 mujeres, sin embargo los fallecimientos entre varones han descendido en 4, lo que en términos relativos supone un descenso del 1,7%, mientras que, en el caso de las mujeres, se han producido 3 fallecimientos más, lo que incrementa este tipo de muertes, en términos relativos, en un 30%.
Desglosando los fallecimientos ocurridos durante la jornada laboral, por sectores de actividad, hasta el mes de junio, hubo 132 muertes de trabajadores y trabajadoras en el sector servicios, es el sector en el que más se han incrementado los fallecimientos con 9 más que en el primer semestre de 2017, lo que supone un aumento del 7,3%. En industria han fallecido 46 personas, una más que en el periodo de referencia anterior. En el resto de sectores se produce un descenso de la mortalidad registrándose, 36 en construcción y 30 en el sector agrario.
Resultado de imagen de accidentes laboral terrorismo patronalLas causas más frecuentes de muerte por accidente laboral durante la jornada de trabajo han sido: los infartos o derrames cerebrales con 115 fallecimientos y los accidentes de tráfico con 54. En el caso de las muertes in itinere, las causas más frecuentes fueron los accidentes de tráfico con 59 fallecidos y los infartos y derrames cerebrales con 4. Está claro donde es prioritario actuar para frenar esta lacra, los riesgos psicosociales (estrés, síndrome del trabajador quemado, etc) y los accidentes de tráfico, cada vez más frecuentes por el aumento de los desplazamientos de entrega de paquetes, comida, etc.
El sector agrario está a la cabeza en cuanto al índice de incidencia de los accidentes mortales con 0,728 fallecimientos por cada 100.000 trabajadores, seguido muy de cerca por construcción, que registra un índice de incidencia de 0,701. En último lugar, y como viene siendo habitual, encontramos el sector servicios, que aun siendo el que mayor número de accidentes mortales acumula, es el que tiene menor índice de incidencia (0,184) debido a la gran cantidad de trabajadores y trabajadoras que aglutina dicho sector. Es el único sector en el que se ha registrado un aumento del 3,4% en su índice de incidencia de los accidentes mortales.
A pesar de que en este primer semestre del año las estadísticas de accidentes laborales revelan un leve descenso de los índices de incidencia tanto en los accidentes con baja ocurridos en jornada laboral como en los accidentes mortales, habrá que esperar para ver si esta tendencia se confirma, sin perder de vista que más de 300 personas han fallecido por el simple hecho de intentar ganarse la vida, algo inaceptable en nuestra sociedad. Más concretamente, en nuestro país, 2 trabajadores fallecen cada día, 14 sufren un accidente grave, 1646 uno leve y 2.000 un accidente laboral que no causará baja.
https://www.nuevatribuna.es/articulo/economia-social/estres-precariedad-accidentes-laborales/20180816183053154865.html

8 ago 2018

El gobierno del miedo

-Documental-
Resultado de imagen de El gobierno del miedo documentalAnarquistas, titiriteros, independentistas, militantes de los movimientos sociales han sufrido durante los últimos años diferentes procesos judiciales bajo la legislación antiterrorista en el estado español. El GOBIERNO DEL MIEDO hace un recorrido por la evolución jurídico –social del concepto de terrorismo. A partir de entrevistas a periodistas , abogadas ,militantes anticapitalistas, personas acusadas de organización terrorista el documental aborda cuestiones como: ¿Qué es el terrorismo?, ¿Cómo se crea la amenaza terrorista y como se legitima la aplicación de la ley antiterrorista a los movimientos disidentes?. La película también analiza el contexto internacional y la denominada “guerra contra el terrorismo global” que se inicia tras los atentados del 11-S. De este modo se intenta responder a preguntas como: ¿ Es la guerra contra el terrorismo el nuevo colonialismo occidental?, ¿ Tienen el mismo valor los muertos civiles en un atentado del ISIS en Francia que los muertos civiles por un bombardeo americano en Siria o Paquistán?, ¿De donde saca Estado Islámico el armamento?
https://youtu.be/lIYdJuw04ak

https://www.portaloaca.com/videos/documentales/13685-documental-el-gobierno-del-miedo.html

Consumismo: adicción a la infelicidad

El sistema económico necesita ciudadanos adictos al consumo, que aunque tienen cada vez más cosas, siguen comprando más y más cada día. Y es que la adicción a la compra no es un problema de algunas personas, sino un problema que tiene nuestra sociedad
Los psicólogos que, en los albores de lo que hoy conocemos como sociedad de consumo, analizaban los cambios que se estaban produciendo, eran optimistas: los avances tecnológicos y la industrialización permitirían fabricar cada vez más bienes, en menos tiempo y con menos trabajo humano. Pronto todos los ciudadanos dispondrían de lo que necesitaban e incluso de adelantos que harían más cómoda su vida ordinaria: lavadora, frigorífico, etc. Cuando esto sucediera, la curva de consumo, acelerada al principio, se estabilizaría. El consumismo inicial se moderaría y, las personas dispondrían de mucho tiempo libre, en una sociedad que progresaría hacía el bienestar. En esa nueva sociedad, los ciudadanos tendrían oportunidad de buscar su auténtica realización personal a través de la cultura, las relaciones humanas, y aquellas actividades que les resultarán gratificantes.
Vista la situación de la sociedad actual, estas profecías nos parecen tan optimistas como ingenuas. Sin embargo, si lo pensamos bien, esa hubiera sido la evolución socioeconómica más lógica, ¿Quién podía pensar que los ciudadanos, que cada vez tenían más cosas, siguieran comprando más y más cada día?, ¿Cómo se podía prever que la curva del consumo subiera de forma exponencial, sin encontrar ningún punto de moderación, aunque fuera a costa de destruir en pocos años todos los recursos del planeta?
Consumimos felicidad?
El punto clave para entender la evolución de la sociedad de consumo, es que quienes controlan el sistema económico –como ha quedado claro en la reciente crisis– no están interesados en el bienestar psicológico de los ciudadanos, ni en su realización personal. Lo que desea es mantener el mercado en constante expansión, de forma que no dejen de aumentar las ventas de las empresas y, por lo tanto, sus beneficios. Esto es lo que ha supuesto pasar de una “economía de producción” a una “economía de consumo” en la que el reto de las empresas no es producir, sino vender. El marketing y la publicidad son las piezas claves del mantenimiento de este sistema, puesto que son las encargadas de mantener a los consumidores permanentemente estimulados para incorporar a sus vidas todos los productos y servicios que se les ofrece.
Como acertadamente señalaba Maslow y otros psicólogos humanistas, a medida que las personas tienen cubierta sus necesidades básicas, buscan la motivación en otras metas más elevadas, como tener relaciones sociales gratificantes y el desarrollo de sus capacidades; esto es, en la búsqueda de la autorrealización y la felicidad. Para cambiar esta tendencia natural de las personas, y continuar manteniéndoles en su papel pasivo de consumidores, la publicidad y el marketing se ha esforzado en transformar sus valores e ideas, tendiéndole un engaño de profundas y negativas consecuencias: convencerles de que la compra es el medio para encontrar esa felicidad que buscan.
Sin duda esta manipulación esconde el mayor de los absurdos: tratar de utilizar la compra para superar el hastío y la insatisfacción que produce la sociedad de consumo. Los consumidores que –consciente o inconscientemente– se dan cuenta cada día de que su vida no es la que les gustaría, necesitan seguir comprando, aunque no necesiten lo que compran. En eso consiste la adicción a la compra: una dependencia hacia un comportamiento que no da ni felicidad ni placer, pero que se sigue realizando como si lo diera. Como dice Gilles Lipovetsky en su libro: La felicidad paradójica: “las sociedades consumistas se emparientan con un sistema de estímulos infinitos, de necesidades que intensifican la decepción y la frustración, cuando más resuenan las invitaciones de felicidad al alcance de la mano. La sociedad que más ostensiblemente festeja la felicidad es aquella en la que más falta…aquella en que las insatisfacciones crecen más deprisa que las ofertas de felicidad. Se consume más, pero se vive menos; cuanto más se desatan los apetitos de compras más aumentan las insatisfacciones individuales”.
El sistema económico necesita ciudadanos adictos al consumo, y se ha esforzado en crearlos y mantenerlos así, aunque el precio haya sido destruir la esperanza de una sociedad más humana y un desarrollo personal más pleno para todos. Por tanto, la adicción a la compra no es un problema de algunas personas sino un problema que tiene toda nuestra sociedad.
Debemos luchar por un desarrollo económico sostenible, pero también por nuestro propio bienestar y por nuestra propia realización personal. En el siglo V a.C., Tucídices decía a los atenienses: “Recordad que el secreto de la felicidad está en la libertad, y el secreto de la libertad, en el coraje”. Es lo que debemos tener los consumidores para encontrar nuestra felicidad: coraje para ser libres y para no dejarnos arrastra por las estrategias de manipulación consumistas. No podemos aceptar sin crítica los valores que interesadamente tratan de imponernos, ni resignarnos al papel de simples consumidores manipulables e insaciables que nos han asignado. Debemos lograr un nuevo modelo de consumo que aumente nuestro bienestar, sin destruir el medioambiente ni los valores humanos y sociales más positivos.
https://www.elsaltodiario.com/consumo-que-suma/consumismo-adiccion-a-la-infelicidad

Despedir a un trabajador es hoy un 64% más barato que hace seis años

El avance del empleo temporal, la congelación de los salarios y el recorte de las condiciones económicas de los ceses provocan una caída en picado de los resarcimientos a los trabajadores
La reforma laboral recortó las indemnizaciones por despido a los trabajadores entre un 26% y un 87%. PÚBLICO
La reforma laboral recortó las indemnizaciones
por despido a los trabajadores entre un 26% y un 87%
Echar a la calle a un trabajador cuesta cada vez menos dinero en España: la reforma laboral que el Gobierno de Mariano Rajoy impuso con su mayoría absoluta en 2012 y la intensificación de la precariedad, pese a los niveles de récord de algunas variables macroeconómicas, han provocado un desplome del coste de las indemnizaciones por despido, que en solo seis años se han reducido a apenas una tercera parte de lo que suponían antes de esa medida.
La Encuesta de Coste Laboral del INE (Instituto Nacional de Estadística) revela cómo entre diciembre de 2011, dos meses antes de la reforma, y el mismo mes de 2017, el coste laboral de las indemnizaciones por despido cayó de una media de 530,37 euros por trabajador a 197,87, un 63,1% menos.
Cuando finaliza la relación laboral de un trabajador con una empresa, esta debe abonarle el finiquito, con los conceptos retributivos como salario no recibido, horas extra no cobradas, vacaciones no disfrutadas, parte proporcional de las pagas extraordinarias y dietas y gastos pendientes de percibir, entre otros, y la indemnización por despido; salvo que se trate de una baja voluntaria, obviamente.
La indemnización, libre de impuestos, se calcula con base en tres factores: el salario (sueldo base, pluses y gratificaciones), la antigüedad en la plantilla, con independencia de que entrara como eventual o como indefinido, y el tipo de despido. Una vez determinado el salario diario, esa cifra se multiplica por los años que ha trabajado, incluyendo el sobrante de meses como decimal (seis = 0,5, ocho = 0,75), y por la cuantía que marca la normativa para cada tipo de cese.

El abaratamiento de la reforma

La reforma laboral tuvo efectos determinantes sobre este último factor al reducir de 45 a 33 días de salario por año trabajado las indemnizaciones por despido improcedente y rebajar de 42 a 24 el máximo de mensualidades que podía recibir el despedido, al tiempo que ampliaba las causas en las que el empresario puede optar por el cese objetivo, que recorta el salario por año a 20 días y el tope de mensualidades a doce.
La primera de esas medidas abarataba la indemnización mínima por cese improcedente un 26,7%, mientras la segunda, caso de tramitarse como objetivo, lo hacía en un 57,6%. Su combinación desplomaba la máxima un 87,3%: de 1.890 jornadas de salario a 240.
No obstante, el Tribunal Supremo determinó hace dos años que al calcular el resarcimiento debía diferenciarse el tramo anterior al 12 de febrero de 2012, en el que se aplicaban las normas anteriores a la reforma, y el posterior.
En el abaratamiento del despido ha influido también la congelación ‘de facto’ de los salarios, que en esos seis años han subido menos de un 1% (de 22.775 a 22.806 euros anuales) según la misma Encuesta de Coste Laboral.

Cada vez más eventuales

Ese desplome del coste de las indemnizaciones por despido coincide en el tiempo con otras dos tendencias que han alterado el mercado laboral.
Por una parte, la intensa destrucción de empleo, principal pero no exclusivamente mediante EREs, que en los primeros cinco años de aplicación de la reforma se llevaron por delante 235.914 contratos, además de suspender 733.747 y reducir la jornada de otros 228.085, y otros 20.813 el año pasado. Por otra, la paulatina sustitución de esos empleos por otros más precarios: prácticamente dos tercios de los puestos de trabajo asalariados creados en ese sexenio (495.300 de 772.100) son eventuales, sin indemnización por despido cuando finalizan.
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La evolución del empleo asalariado desde el inicio de los llamados ‘brotes verdes’ deja patente, más si cabe, esa tendencia precarizadora. En esos seis años se crearon en España dos millones de puestos de trabajo asalariados (de 13,9 a 15,9 millones repartidos prácticamente a medias entre temporales e indefinidos, si bien con una pequeña ventaja de los segundos, que han pasado de suponer el 23,1% del total (3,22 millones de 13,92) al 26,7% (4,25 de 15,92) y cuyo ritmo de crecimiento prácticamente cuadruplica al de los indefinidos (35,9% por 9%).
Es decir, que las empresas imponen la tendencia a contratar personal sin derecho a indemnización por despido mientras mantienen, con una ligera tendencia al alza, la parte fija de sus plantillas, cuyas condiciones de salida se devaluaron hace seis años.

La industria de energías fósiles quintuplica las indemnizaciones

Por sectores, los costes laborales por despido cayeron en esos seis años un 52% en la industria (de 612,57 a 294,33) y más de un 63% en la construcción (de 689,91 a 152,34) y en los servicios (de 497,19 a 180,72).
Los descensos han sido también considerables en los escasos sectores que mantienen elevadas indemnizaciones, caso de la banca, en pleno proceso de reconversión tras el rescate y por la transformación digital, cuyos 978,45 euros por trabajador son menos de un 37% de los 2.666 de 2011.
En la industria extractiva, que agrupa a las empresas que trabajan con combustibles fósiles (minería, gas y petróleo), la caída de más del 50% de los cuatro primeros años del periodo (de 737 a 309 euros por trabajador) se ha recuperado en los dos últimos, en los que este indicador se ha quintuplicado para alcanzar los 1.578.
https://www.publico.es/economia/nevera-despedir-trabajador-hoy-64-barato-seis-anos.html

6 ago 2018

GALERIA DE BUITRES CDLVII

W.Walsh “optimista” ante posibles restricciones al derecho a huelga de controladores en Europa
El Consejero Delegado de IAG, Willie Walsh, se muestra optimista ante el posible cambio de la normativa legal que frenaría las que califica de “devastadoras” huelgas de controladores en Francia, a nivel europeo. Evidentemente esa opinión viene de un Grupo que tiene su sede fuera de la zona de la UE una vez el Brexit se aplique, con lo que habría que preguntarse por dichas restricciones en dicho país de fuera de la Eurozona…en la City londinense. Walsh sigue la línea mediática emprendida por O´Leary de Ryanair hace ya tiempo. El lobby de las compañías logicamente cumple con el guión. En el perfil de W.Walsh no se debe olvidar su origen como piloto y jefe sindical en IALPA, de donde pasó “al otro lado” es decir a directivo de compañías aéreas.
Imagen relacionadaAsí lo ha manifestado Walsh este lunes en declaraciones a la agencia británica Press Association, en las que ha advertido que, de no producirse estos cambios legales, los viajeros sufrirán más alteraciones, que pueden terminar dañando la confianza de los viajeros y afectando a las reservas.
Asimismo, ha recordado el comunicado conjunto que IAG presentó ante la Comisión Europea la semana pasada junto a easyJet, Ryanair y Wizz Air en el que pedían a la institución que sancionara a Francia por infringir la legislación europea al no permitir sobrevolar el territorio francés durante las huelgas.
En lo que va del año, las huelgas de controladores de tráfico aéreo en Francia se han incrementado un 300% respecto a 2017. El mes pasado, el Senado francés confirmó que Francia es responsable del 33% de los vuelos que sufren retrasos en Europa. El Senado también considera que el derecho de huelga tiene que ser compatibilizado con la obligación de prestar un servicio público.
https://aviaciondigital.com/walsh-de-iag-optimista-ante-posibles-restricciones-al-derecho-a-huelga-de-controladores-en-europa/

Ola de calor

Ha llegado a España la primera ola de calor del verano, con máximas por encima de los 40 grados.
Y aunque a nuestro país llegan esta semana, ya se han registrado este verano intensas olas de calor desde Suecia y Noruega —donde las llamas de los incendios forestales han llegado hasta el Círculo Polar Ártico— hasta Japón, donde más de 90 personas han muerto, las mismas que en los incendios de Grecia. Y sigue ardiendo California en un incendio incontrolable hasta que las condiciones meteorológicas mejoren.
Según los expertos, las posibilidades de que estos fenómenos sean cada vez más drásticos y peligrosos aumentan debido al cambio climático. Mientras tanto, políticos como Trump siguen negándolo y abandonando la lucha para frenarlo. La realidad que estamos viendo es que el cambio climático cuesta vidas humanas, y el hecho de negarlo o no hacer nada lo pagan con su vida poblaciones enteras, especialmente aquellas en situación de gran vulnerabilidad.
Desde hace años el calor asfixiante no solo se vive en la superficie, también en los océanos, donde la temperatura del agua se ha disparado. Las consecuencias para la vida marina son letales, especialmente para los arrecifes de coral. En Australia, durante la última ola de calor, murió un tercio de la Gran Barrera de Coral.
En España se ha relacionado este aumento de la temperatura con el incremento de la tasa de reproducción de las medusas, con lo que las poblaciones de medusas están proliferando exponencialmente, al igual que lo hacen las bacterias y se incrementa el riesgo de enfermedades relacionadas con la calidad del agua.
Sabemos que el clima está cambiando a pasos agigantados como consecuencia de la actividad humana, sobre todo por el uso del carbón, el petróleo y el gas como fuentes de energía.
En Greenpeace queremos decirle al nuevo Gobierno que frente al cambio climático no bastan solo buenas palabras. Este año seguiremos trabajando para que acaben con las subvenciones que reciben las grandes eléctricas —que les permiten seguir contaminando nuestro aire, generar cambio climático y disminuir nuestra calidad de vida— y establezcan un calendario para el cierre en 2025 de las centrales de carbón y nucleares y las sustituyan por energías renovables.
Greenpeace
 http://gatossindicales.blogspot.com/2018/08/greenpeace-ola-de-calor.html

Supervivencia del más rico

“Los multimillonarios no están interesados en evitar la calamidad. Con todo su poder y su riqueza, no creen que puedan cambiar el futuro. Simplemente están aceptando el escenario más oscuro”.
Resultado de imagen de Supervivencia del más ricoEl año pasado me invitaron a un resort privado de superlujo para dar una charla a un grupo que, creía yo, sería de unos cien banqueros de inversión más o menos. Era, de largo, la oferta más abultada que había recibido nunca por una charla (alrededor de la mitad de mi salario anual como profesor), simplemente por dar algunos apuntes sobre el tema del “futuro de la tecnología”.
Nunca me ha gustado hablar sobre el futuro. Las sesiones de preguntas y respuestas siempre acaban como juegos de sociedad, en los que se me pide que opine sobre las últimas modas tecnológicas como si fueran teletipos bursátiles para posibles inversiones: blockchain, impresión 3D, CRISPR. La audiencia rara vez está interesada en aprender algo sobre estas tecnologías o sus posibles impactos, más allá de la elección binaria de si invertir o no ellas. Pero el dinero es el dinero, así que acepté la oferta.
Al llegar, me condujeron a lo que yo creía que era una sala de espera. No obstante, en vez de ponerme un micrófono o llevarme a un escenario, me quedé allí sentado, viendo cómo, en vez de eso, mi audiencia venía a mí: cinco tipos (sí, todos hombres) súper ricos, de la cúpula del mundo de los fondos de cobertura o hedge funds. Después de una breve charla trivial, me di cuenta de que no tenían ningún interés en la información que yo había preparado sobre el futuro de la tecnología. Habían traído sus propias preguntas.
Empezaron de forma bastante inocua. ¿Ethereum o bitcoin? ¿Va la computación cuántica en serio? Sin embargo, poco a poco, avanzaron hacia los temas que realmente les interesaban.
¿Qué región se va a ver menos impactada por la crisis climática: Nueva Zelanda o Alaska? ¿De verdad está Google creando un “hogar” para el cerebro del inventor estadounidense Ray Kurzweil? ¿Sobrevivirá su conciencia a la transición de su muerte, o morirá y renacerá como una nueva conciencia? Finalmente, el consejero delegado de una agencia de corredores de bolsa contó que casi había terminado de construir su propio sistema de búnkeres subterráneos y preguntó: “¿Cómo mantengo la autoridad sobre mis fuerzas de seguridad después del Evento?”
El Evento. Ese era su eufemismo para el colapso medioambiental, revuelta social, explosión nuclear, virus imparable o hackeo a lo Mr. Robot que acabe con todo.
Esa pregunta nos ocupó durante el resto de la hora. Mis contertulios sabían que necesitarían guardias armados para proteger sus complejos contra las multitudes enfurecidas. Pero, ¿cómo pagarían a los guardas cuando el dinero perdiese su valor? ¿Qué evitaría que los guardas eligiesen a su propio líder? Los multimillonarios habían considerado usar candados especiales para guardar los suministros de alimentos con combinaciones que solo ellos conociesen. O hacer que los guardas llevaran collares de castigo de algún tipo. O quizás usar robots como guardas y trabajadores, si es que esa tecnología podía desarrollarse a tiempo.
Entonces es cuando me di cuenta: al menos en lo que concernía a estos caballeros, esta era de verdad una charla sobre el futuro de la tecnología. Siguiendo el ejemplo de la colonización de Marte de Elon Musk, la reversión del envejecimiento de Peter Thiel o las copias de seguridad de las mentes de Sam Altman o Ray Kurzweil en superordenadores, estos hombres se estaban preparando para un futuro digital que tenía muy poco que ver con hacer del mundo un lugar mejor, y mucho con trascender la condición humana y aislarse a sí mismos del peligro real y presente que representan el cambio climático, la subida del nivel del mar, las migraciones masivas, las pandemias globales, el pánico nativista y el agotamiento de recursos. Para ellos, el futuro de la tecnología solo tiene una dimensión: el escape.
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No hay nada de malo en tener una estimación absurdamente optimista sobre cómo la tecnología puede beneficiar a las sociedades humanas. Sin embargo, el impulso actual en pos de una utopía post-humana es algo distinto. No es tanto una visión de la transición de toda la humanidad a un nuevo estado como un intento de trascender todo aquello que es humano: el cuerpo, la interdependencia, la compasión, la vulnerabilidad y la complejidad. Tal y como la filosofía de la tecnología lleva apuntando años, la visión transhumanista reduce con demasiada facilidad toda la realidad a meros datos, concluyendo que los humanos “no son más que objetos procesadores de información”.
Es la reducción de la evolución humana a un videojuego en el que alguien gana al encontrar la salida de emergencia, y después puede invitar a algunos de sus amiguetes a que se unan al viaje. ¿Será Musk, Bezos, Thiel… Zuckerberg? Estos multimillonarios son los presuntos ganadores de la economía digital, el mismo escenario empresarial de supervivencia del más fuerte que promueve e impulsa gran parte de toda esta especulación.
Por supuesto, las cosas no siempre han sido así. Hubo un breve momento histórico, a principios de los 90, en el que el futuro digital parecía libre y abierto a la invención. La tecnología se estaba convirtiendo en un laboratorio para la contracultura, que vio en ella la oportunidad de crear un futuro más inclusivo, distribuido y pro-humano. Pero los intereses empresariales establecidos solo veían nuevas posibilidades de practicar el extractivismo de siempre, y muchos tecnólogos se vieron seducidos por la salida a bolsa de las start-up conocidas como unicornios (N. del trad.: valoradas en más de mil millones de dólares). Los futuros digitales empezaron a ser entendidos más como futuros bursátiles: algo que había que predecir y sobre lo que había que apostar. Así que casi cada charla, artículo, estudio, documental o libro blanco se consideraba relevante solo si servía para discernir una inversión. El futuro se convirtió menos en algo que creamos a través de nuestras elecciones presentes o nuestras esperanzas en la humanidad que en un escenario predestinado, sobre el que apostamos con nuestro capital de riesgo, pero al que llegamos de forma pasiva.
Esto liberó a todo el mundo de las implicaciones morales de sus actividades. El desarrollo tecnológico pasó a ser una historia no tanto de florecimiento colectivo como de supervivencia personal. E incluso peor, como pude comprobar: llamar la atención pública sobre este fenómeno implicaba convertirse, involuntariamente, en enemigo del mercado o en un cascarrabias anti-tecnología.
Así que, en vez de considerar las aristas éticas que conlleva el empobrecimiento y la explotación de los muchos en nombre de los pocos, muchos académicos, periodistas y escritores de ciencia ficción se centraron en enigmas mucho más abstractos e imaginativos: ¿Es justo que un agente de bolsa use drogas inteligentes? ¿Deberían implantarse en los niños chips para el aprendizaje de idiomas? ¿Queremos que los vehículos autónomos prioricen las vidas de los peatones o las de los pasajeros? ¿Deben organizarse democráticamente las primeras colonias marcianas? ¿Socavaría mi identidad cambiar mi ADN? ¿Deberían los robots tener derechos?
Hacerse este tipo de preguntas, aunque sea filosóficamente entretenido, no es un gran sustituto de enfrentarse a los verdaderos dilemas morales asociados al desarrollo tecnológico desbocado en nombre del capitalismo corporativo. Las plataformas digitales han convertido un mercado que ya era explotador y extractivo (piense en grandes superficies como Walmart) en sucesores aún más deshumanizadores (piense en Amazon). La mayoría de nosotros nos hemos dado cuenta de estos inconvenientes al ver los puestos de trabajo automatizados, los falsos autónomos y el fin del comercio local.
Pero los impactos más devastadores del capitalismo digital acelerado recaen sobre el medio ambiente y los pobres de todo el mundo. La manufactura de algunos de nuestros ordenadores y teléfonos móviles aún emplea redes de trabajo esclavo. Estas prácticas están tan instauradas que una compañía, llamada Fairphone y fundada con el objetivo de producir teléfonos de forma ética, vio que eran imposibles de evitar. (El fundador de la compañía, tristemente, ahora se refiere a su producto como teléfonos “más éticos”).
Al mismo tiempo, la minería de tierras raras y la cultura de usar y tirar en tecnología destruye hábitats humanos, sustituyéndolos por vertederos de residuos tóxicos, que son a su vez peinados por niños pobres y sus familias, que venden los materiales reutilizables otra vez a los fabricantes.
Este “ojos que no ven, corazón que no siente”, esta externalización de la pobreza y el veneno, no desaparece simplemente porque nos tapemos los ojos con gafas de realidad virtual y nos sumerjamos en un mundo alternativo. Todo lo contrario: cuanto más tiempo ignoramos las repercusiones sociales, económicas y medioambientales, más crece el problema. A su vez, esto motiva que haya más huida, más aislacionismo, más fantasías apocalípticas y más tecnologías y planes de negocios a la desesperada. El ciclo se alimenta a sí mismo.
Cuanto más nos comprometemos con esa cosmovisión, más vemos a los seres humanos como el problema, en vez de la solución. La esencia misma de lo que significa ser humano dejar de ser una ventaja para convertirse en un fallo. Sin tener en cuenta sus sesgos innatos, las tecnologías son declaradas neutrales. Cualquier mal comportamiento que induzcan en nosotros es solo un reflejo de nuestra propia corrupción interna. Es como si una especie de salvajismo innato a los humanos tuviera la culpa de nuestros problemas. Igual que la ineficiencia de un mercado de taxis local puede ser “resuelta” con una app que arruine a los conductores, las molestas inconsistencias de la psique humana pueden ser corregidas con un parche digital o genético.
Al final, de acuerdo con la ortodoxia tecnosolucionista, el clímax del futuro humano llegará al cargar nuestras conciencias en un ordenador o, quizás incluso mejor, al aceptar que la tecnología en sí misma es nuestra sucesora evolutiva. Como miembros de una secta gnóstica, anhelamos entrar en la siguiente fase trascendente de nuestro desarrollo, desechando nuestros cuerpos y dejándolos atrás, así como nuestros pecados y nuestros problemas.
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Nuestras películas y series de televisión representan estas fantasías. Las series de zombies dibujan un escenario postapocalíptico en el que las personas no son mejores que los no-muertos, y parecen saberlo. Peor aún, estos programas invitan a sus seguidores a imaginar el futuro como una batalla de suma cero entre los humanos, donde la supervivencia de un grupo depende de la muerte de otro. Incluso Westworld (basada en una novela de ciencia ficción en la que los robots campan a sus anchas) terminó su segunda temporada con una revelación definitiva: los humanos son más simples y predecibles que las inteligencias artificiales que creamos. Los robots se dan cuenta de que cada uno de nosotros puede ser reducido a unas cuantas líneas de código, y que no somos capaces de tomar ninguna decisión voluntaria. Maldita sea, incluso los robots de esa serie quieren escapar a los confines de sus cuerpos y pasar el resto de sus vidas en una simulación informática.
El esfuerzo mental que requiere un cambio tan profundo de papel entre humanos y máquinas depende de asumir, básicamente, que los humanos apestan. O los cambiamos o nos alejamos de ellos para siempre.
Por eso tenemos a multimillonarios de la tecnología lanzando coches eléctricos al espacio (como si eso simbolizara algo más que la capacidad de promoción corporativa de dicho multimillonario). Y si unas cuantas personas consiguieran alcanzar la velocidad de escape y, de alguna manera, sobrevivir en una burbuja en Marte, a pesar de que dos intentos valorados en miles de millones de dólares por parte de Biosphere hayan mostrado nuestra incapacidad para hacer funcionar dichas burbujas incluso aquí en la Tierra, el resultado no será tanto una continuación de la diáspora humana como un bote salvavidas para la élite.
Cuando los inversores me preguntaron por la mejor manera de mantener la autoridad sobre sus fuerzas de seguridad después del evento, les sugerí que la mejor opción estaba en tratar a esas personas realmente bien, desde ya. Deberían tratar a su personal de seguridad como si fuesen miembros de su propia familia. Y cuanto más extendieran esta ética de inclusividad al resto de sus prácticas empresariales, la gestión de sus cadenas de suministro, las iniciativas de sostenibilidad y la distribución de la riqueza, más posibilidades habría de evitar que ocurriese ningún evento. Todos estos ingenios tecnológicos podrían ser aplicados para intereses menos románticos, pero mucho más colectivos, ahora mismo.
Me parece que les hizo gracia mi optimismo, pero no se lo creyeron. No estaban interesados en evitar la calamidad. Estaban convencidos de que ya hemos superado los límites. Con todo su poder y su riqueza, no creen que puedan cambiar el futuro. Simplemente están aceptando el escenario más oscuro, y poniendo todo el dinero y la tecnología posible al servicio de su propio aislamiento. Sobre todo si se quedan sin billete para el viaje a Marte.
Por suerte, los que carecemos del dinero necesario para siquiera pensar en deshacernos de nuestra propia humanidad tenemos muchas mejores opciones. No tenemos que usar la tecnología de formas tan antisociales y atomizadoras. Podemos convertirnos en los consumidores y perfiles individuales que nuestras plataformas y dispositivos quieren que seamos, o podemos recordar que los humanos realmente evolucionados no están solos.
La humanidad no tiene que ver con la supervivencia individual o el escape. Es un deporte de equipo. Sea cual sea el futuro de los humanos, será conjunto
Douglas Rushkoff es profesor universitario, investigador y escritor
https://www.lamarea.com/2018/08/02/supervivencia-del-mas-rico/