21 dic 2019

El caso WorkIt o de cómo usar la tecnología en las luchas laborales

Plantear el uso de la tecnología como sumisión no es la única forma de aproximación. Cuando repensamos la arquitectura y el uso de las máquinas en comunidad, podemos usarlas según nuestros intereses, de forma activa y no solo como “consumidores”. 
Resultado de imagen de trabajadores amazon“Todo empezó muy bien, con buenas condiciones laborales, pero poco a poco empezaron a experimentar con nosotros. Por ejemplo con la redistribución de la jornada laboral, la flexibilidad. Según el estatuto nos tenían que avisar con 20 días de antelación, pero eso nadie lo sabía. Un viernes te decían que el sábado necesitaban que trabajases 8 horas de repente y aceptabas”. Así explica su experiencia en Amazon San Fernando de Henares Moisés Fernández, sindicalista de CGT en la planta. 
Amazon llega a España en 2012 en la marco de la reforma laboral de Mariano Rajoy que flexibilizó aún más el empleo respecto a la de 2010. No es casualidad que su estrategia de mercado y crecimiento se basa precisamente en esta fexibilidad. 
Deliveroo y Amazon compartían algunas de las estrategias cuando eran compañías poco conocidas. “Parecía que ibas a entrar en la NASA. Tenías hasta cuatro entrevistas y formaciones previas”. Felipe Corredor, miembro de la plataforma Riders X Derechos de Barcelona, que batalló contra Deliveroo y consiguió que se reconociese —Seguridad Social mediante— a más de 500 trabajadores como falsos autónomos, cuenta que durante las formaciones les relataban todo un mito iniciático repleto de falsedades y posibilidades de ascenso que no existían. Constantemente hacían referencias a Jeff Bezos o Steve Jobs.
  En Deliveroo durante las formaciones les relataban todo un mito iniciático repleto de falsedades y posibilidades de ascenso que no existían, recuerda Corredor de Riders X Derechos
Resultado de imagen de Corredor de Riders X DerechosAmbos trabajadores coinciden en que el perfil de las personas en estas empresas es muy heterogéneo, pero con un punto en común: la gran desinformación respecto a los derechos laborales y los convenios de trabajo. Lo que empieza como una oportunidad de futuro se convierte en una pesadilla para el trabajador. En Amazon, la plantilla se ve sometida a un constante revisión de su productividad marcada por un algoritmo. Si tardas más de 5 minutos en ir al baño, el jefe de sección acude a preguntarte si va todo bien. 
Para los repartidores ocurre algo parecido. Mediante la aplicación que te marca los restaurantes y puntos de reparto, la empresa te geolocaliza constantemente. Si te pierdes o paras por cualquier razón, la empresa contacta contigo a través de Telegram para preguntarte si todo va bien. 
“Pues al final toda esta presión se traduce en miedo, ansiedad, machaque psicológico y todo ello hace que te separes más del resto de la plantilla. Si cada semana tienes un turno distinto, nunca llegas a conocer a tus compañeros”, añade Moisés. 
Bajo la llamada ‘cuarta revolución industrial de la economía’, cuyos pilares básicos para muchos gurús de la economía se plantean en términos como robotización, big data o gig economy, bajo la perspectiva de Erika González, investigadora de OMAL (Observatorio de Multinacionales en América Latina), de lo que hablamos es de una renovación de las formas de control y la precarización de los trabajadores. 
Daniel Albarracín, economista y doctor en sociología, coincide en el planteamiento. Añade que no podemos pensar a la tecnología como el motor del cambio de dicha revolución, ya que nunca fue así. “Las revoluciones industriales se dan como consecuencia de una serie de cambios y procesos socioeconómicos previos. A día de hoy, dichos procesos se dan en torno a dos ejes. El Estado, que busca su constante legitimación como organismo de control social último. Y la empresa, que busca la rentabilidad”. 
No todo parece orbitar, pues, en torno al desarrollo tecnológico. Si nos vamos al vientre donde han nacido todas estas empresas llamadas a liderar esta supuesta ‘cuarta revolución industrial’, en Estados Unidos, encontramos que el uso de las máquinas puede hacerse para proteger los derechos laborales.
WorkIt surgió al observar que, en los foros de internet de trabajos relacionados con la venta en grandes superficies, abundaban gran cantidad de bulos e información falsa
Resultado de imagen de WorkItEs el caso de WorkIt, una aplicación para móvil desarrollada por United for Respect (UFR), una organización sin ánimo de lucro que lucha por la redistribución de la riqueza y vigila los derechos laborales. Catherine Huang, una de sus desarrolladoras, explica a El Salto que la idea de WorkIt surgió al observar que, en los foros de internet de trabajos relacionados con la venta en grandes superficies, abundaban gran cantidad de bulos e información falsa. “Nos dimos cuenta de que las empleadas, por un lado, buscaban apoyo para sus conflictos en la empresa, por otro, información sobre convenios y regulaciones. No sabían si podían pedir días libres o hasta cuánto podían alargarles la jornada, por ejemplo”, añade Huang. 
La idea de WorkIt es sencilla de entender pero no de llevar a cabo. Se trata de una aplicación para descargar en el móvil que resuelve las preguntas y dudas que tengas sobre tus derechos laborales o convenio. Cualquiera puede descargarla, preguntar dudas sobre su puesto de trabajo y recibir información con fundamento. La innovación consiste en que la aplicación utiliza tecnologías de procesamiento de lenguaje natural basadas en Machine Learning, de esta forma se ha conseguido sistematizar una base de conocimiento surgida de foros de discusión, sindicalistas, trabajadoras y legislación y hacerla accesible mediante preguntas en lenguaje corriente como las que se harían entre compañeros y compañeras de trabajo.
El sector del comercio minorista es el que más beneficios obtiene en Estados Unidos y, dentro de este sector, según los análisis de UFR, WalMart recauda el 40% del total anual. Esta última es la cadena de supermercados más grande del país, con alrededor de un millón y medio de trabajadores. El equipo de WorkIt decidió elegir este sector para desarrollar su aplicación. A través de muchísimas entrevistas con personas que trabajaban para WalMart en distintos niveles elaboraron las bases de datos con toda la información pertinente. 
Se trata de un proceso largo y complejo, que involucra a muchas personas. “Dejamos que los trabajadores y los sindicatos nos conduzcan en la evolución del proyecto”, afirma Sam Humpthon, ex trabajador de WalMart que ahora participa en el desarrollo. En primera instancia los sindicatos podrían experimentar un miedo racional hacia este tipo de dispositivos, que podría dejarles fuera de juego. Sin embargo, el enfoque organizativo de WorkIt hace que jueguen un rol activo, de hecho parte del desarrollo ha sido financiado por sindicatos.
Los usuarios de la aplicación entran en una red que les pone en contacto entre sí. Con cada nueva consulta o narrativa que aportas como trabajador, la aplicación mejora. Además el punto fuerte de difusión, según sus creadores, es el boca a boca. 
“Hubo un hito, una campaña de desprestigio contra nosotros al ver que era un proyecto apoyado por los sindicatos. Trataron de hacer creer a las plantillas que la aplicación robaría sus datos personales. Lo hacían a través de reuniones secretas con los jefes de sección. Una de estas conversaciones se filtró a los medios y aquello fue un gran impulso para nosotros”, señala Humpthon.
“Usar la aplicación me mantiene al día sobre mis derechos y he ayudado a otros compañeros”, comenta a este medio Kristi Branstetter, una de las usuarias. “Tras aprender de WorkIt como usuaria, decidí unirme al equipo que sigue desarrollándola, he ayudado a responder miles de preguntas y estoy en el sindicato”.
Actualmente WorkIt tiene más de 30.000 usuarios por lo que requiere de una gran capacidad organizativa. “El esqueleto de la aplicación, el núcleo de la tecnología, se puede usar para muchos otros sectores. Actualmente existe gente que está impulsando el proyecto en el sector del trabajo doméstico, en atención al público u hostelería. También se está empezando a implementar una traducción al español”, añade Huang.

A pesar de que haya un gran soporte humano, lo cierto es que el desarrollo de esta tecnología requiere de una gran inversión. En Estados Unidos, los sindicatos reciben normalmente financiación de fundaciones privadas que los apoyan. “En nuestro caso también nos apoyaron otros sindicatos de Australia, United Voice y SDA, y juntos desarrollamos el prototipo”, contesta Huang. 
A pesar de que aquí no tenemos nada similar, lo cierto es que la apropiación de la tecnología del amo para organizarse y plantarle cara ha sido una constante. Corredor señala la importancia de los chats de empresa para organizarse: “Riders X Derechos nació gracias a los grupos de chats de Telegram en los que compartíamos dudas y bromas y se creaba cierto compañerismo. En cuanto la empresa vio esto los eliminó”. El uso de las plataformas digitales para visibilizar el conflicto fue un elemento clave en la lucha. 
Recientemente se ha celebrado el segundo Congreso de empleadas de hogar y cuidados en Madrid, al que han acudido mujeres de todo el Estado. Una asistente de Zaragoza afirmaba que “ya solo desvirtualizarse ha valido la pena”. Verbo que pone de manifiesto el origen de la lucha de estas mujeres. Las Kellys afirman que su camino arranca en 2014, de nuevo después de la ya señalada reforma laboral de 2012, cuando comienzan a utilizar las redes sociales para desahogarse. Tras ello, empezaron a utilizar los mismos grupos para organizarse por territorios y sectores en 2016. 
En la página del Sindicato de Inquilinas de Madrid podemos encontrar también diversos manuales a los que acceder de forma totalmente libre y gratuita, realizados a través de las consultas y experiencias de la gente. Un proyecto en el que personas expertas y usuarias trabajan codo con codo para generar resistencias a los abusos inmobiliarios. Gracias a ello, estamos a un click de saber si nuestras condiciones de alquiler o trato por parte del dueño del inmueble vulneran algún derecho. 
Observando el nivel extremo de control y vigilancia que se ejerce sobre la población, ya no solo en el ámbito laboral, sino durante nuestra vida cotidiana, un primer impulso puede llevarnos a tratar de azuzar al ludita que llevamos dentro para declararle la guerra a la tecnología. Sin embargo, no podemos ignorar el hecho de que las dinámicas de la ciudad nos hacen dependientes de ella. Ni que, no nos engañemos, también nos sirve y ayuda de muchas formas. Plantear el uso de la tecnología como sumisión no es la única forma de aproximación. Estas estrategias parecen señalar que cuando repensamos la arquitectura y el uso de las máquinas en comunidad, podemos usarlas según nuestros intereses, de forma activa y no solo como “consumidores”. 
Según el principio de incertidumbre, por el mero hecho de observar algunas partículas alteramos algunas de sus características: Cambiamos las propiedades de las cosas con la mirada. Esta metáfora, que es tan atractiva como tramposa para quienes no sabemos de cuántica, parece encajar bastante bien con la forma de explicar nuestras relaciones con la máquina.
https://www.elsaltodiario.com/laboral/workit-tecnologia-luchas-laborales

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