12 nov 2014

GALERIA DE BUITRES CLXXXIV

La isla que no debió ser

Al frente, un primo de Felipe VI, Beltrán Gómez-Acebo, y un sobrino del empresario Alberto Alcocer, Jaime López-Ibor Alcocer. Involucrados en el proyecto, artistas y personajes del cuore como Fran Murcia, un ex baloncestista que se casó con Lara Dibildos. La lujosa Isla de Valdecañas (Cáceres), cuyo derribo ascendería a 34 millones de euros, sedujo incluso al cantante venezolano Carlos Baute.
Isla de Valdecañas (Cáceres)
Y ahora Extremadura también tiene su Algarrobico. El último capítulo judicial -que no será el definitivo- sobre la demolición se ha librado en la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJEx). Las partes implicadas (el Gobierno de Extremadura, que defiende el proyecto, y las asociaciones ecologistas, que persiguen su destrucción) presentaron sus respectivos informes sobre la sentencia del TSJEx que confirmaba, el 29 enero de 2014, la nulidad del proyecto y la obligación de restituir los terrenos a su estado original.
Las parcelas están integradas en la Red Natura 2000, lo que legalmente impedía su urbanización. Según el estudio realizado por la Junta, el derribo se elevaría a 34 millones de euros después de que la promotora (Marina Isla de Valdecañas, SA., con sede en Sevilla) hubiera invertido ya 130 millones de euros de los 200 inicialmente previstos.
La sociedad, tras los reveses judiciales y la crisis del sector, se encuentra en concurso de acreedores desde el 15 de julio. La historia de atajos judiciales ordenada desde el poder político se inicia cuando el entonces gobierno de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, en 2007, impulsa el proyecto declarándolo de «interés regional», recalificando terrenos protegidos. Se daba así luz verde a la construcción de un espectacular resort de 133 hectáreas, con villas de lujo de entre 275 y 560 metros cuadrados, edificadas en parcelas de hasta 800 metros.
Gómez-Acebo y López-Ibor Alcocer encontraron el sitio ideal (a 160 kilómetros de Madrid en autovía, al noreste de la provincia de Cáceres, entre las Sierras de Gredos y Las Villuercas) para comercializar una zona hasta ahora desconocida, perfecta para buena parte de los hombres de negocio de este país, que se lanzaron a adquirir sus viviendas de descanso. En el proyecto inicial había 300 villas, apartamentos, campos de golf de 18 hoyos, un hotel de cuatro estrellas con 80 habitaciones -gestionado por Husa Hoteles-, club social con piscina, playa artificial, 76 atraques, senderos peatonales y hasta un complejo deportivo que dirigiría Fran Murcia.
Campos de fútbol de hierba y de césped artificial, 10 pistas de pádel, cinco campos de tenis, polideportivos, pista de patinaje, senderos peatonales, carril bici y hasta una preciosa marina completaban un proyecto calificado como "único en Europa", según se vanagloriaba la propia empresa en sus anuncios publicitarios. Y estaba en Extremadura. Las autoridades políticas locales se volcaron con el proyecto, teniendo como aliados, además, a los alcaldes de los pueblos cercanos al complejo, como El Gordo y Berrocalejo , que, sólo por licencias urbanísticas, se han embolsado cantidades cercanas a los tres millones de euros.
Su alto nivel de infraestructuras, su integración en la naturaleza y sus idílicas instalaciones convirtieron el proyecto en un auténtico éxito de ventas. Un remanso de paz para altos directivos de los principales bancos y empresas del país, que adquirieron las villas a un precio medio de 520.000 euros cada uno. Ahora, se siguen vendiendo a 450.000 euros.
Incluso se dedicaron partidas a la plantación de 8.000 árboles y 100.000 matorrales. Parecía idílico, hasta que dos asociaciones ecologistas (Adenex y Ecologistas en Acción) recurrieron aquella declaración de "interés regional" y una primera sentencia del 9 de marzo de 2011 les dio la razón, al declarar el TSJEx la nulidad del proyecto: se había construido en terreno ilegal. Tres semanas después, el Parlamento de Extremadura modificó la Ley del Suelo para esquivar el revés judicial.

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