En las últimas semanas se han producido varios accidentes laborales con resultado de muerte para algunas personas trabajadoras que lo sufrieron. Aunque algunas de estas tragedias se recogen en los medios de masas, en la mayoría de los casos se pasa de puntilla sobre las causas que provocan estas muertes y sin apuntar a los verdaderos responsables
Es nuestra gente, la de nuestra clase social, la que se deja la vida en el tajo mientras intenta ganársela. Ayer por la tarde, una maquinista de 26 años fallecía en un terrible accidente en la línea R4 de Rodalies, entre Sant Vicenç de Castellet y Manresa, Barcelona. En el accidente también han resultado heridas 105 personas, tres de ellas están ahora mismo muy graves. Las causas del accidente se están investigando. El ministro de Fomento, el socialista José Luis Ábalos, ya ha repetido para varios medios de comunicación el mismo discurso consistente en afirmar que detrás de este accidente, seguramente, haya una cadena de “errores humanos” y que, por supuesto, las inversiones económicas en Rodalies no han incidido en el suceso.
Mientras la familia y los compañeros de la joven maquinista, trabajadora de RENFE, hacen frente al dolor de su pérdida, se producen las primeras reacciones. También las de aquellos impresentables que señalan la capacidad de la chica ante la responsabilidad que tiene la conducción de un medio de transporte como el accidentado, después de que los medios de masas hayan difundido su edad. Esos mismos medios son los que no están hablando de otros detalles que ya se conocen desde hace mucho tiempo, tales como que el mantenimiento de las infraestructuras está en manos de contratas y subcontratas privadas, tanto en el AVE como en las vías convencionales. En estas últimas hace muchos años que la inversión pública es ridícula en lo referente a su mantenimiento y reparación.
Para las empresas privadas lo más importante es ahorrar costes para asegurarse cada vez beneficios mayores, aunque esto sea a costa de la seguridad de sus plantillas y de las personas usuarias de estos transportes
En estos accidentes, como ya hemos podido comprobar por desgracia con otros que han tenido lugar con un alto coste en vidas humanas, no hay un solo culpable. Es repugnante asistir, sobre todo en las primeras horas después de un acontecimiento de estas características, a la creación del discurso mediático y político que va a trasladarse a la sociedad en las próximas semanas para tapar la mediocridad y la ineptitud de determinados organismos y personajes.
También hace dos o tres días fallecieron cinco trabajadores en una carretera a la altura de Utrera, en Sevilla. Regresaban a su localidad después de largas jornadas lejos, trabajando en la construcción de las vías del AVE en Loja, Granada. Los cinco, con edades comprendidas desde los 19 hasta los 48 años, eran vecinos de Las Cabezas de San Juan, municipio de Sevilla. Perdieron la vida en el acto, cuando la furgoneta en la que viajaban chocó frontalmente con un camión. Al parecer, las primeras hipótesis apuntan a que este vehículo, de grandes dimensiones, pudo invadir el carril contrario, encontrándose fatalmente con la furgoneta. El pueblo natal de los cinco obreros está conmocionado. El más joven de ellos apenas llevaba dos semanas trabajando. Otro, de 38 años de edad, acababa de ser padre de una niña. Todos eran empleados de la misma empresa, una subcontrata que se encarga de la realización de estas obras del AVE en la localidad granadina.
Solo en 2018 más de 600 personas murieron mientras trabajaban. Los accidentes “in itinere”, es decir, aquellos que se producen yendo o viniendo de trabajar también hay que considerarlos terrorismo empresarial, un tipo de violencia silenciada e invisibilizada intencionadamente, porque son noticias que no se rentabilizan, que no abren los telediarios ni ocupan extensas páginas en las cabeceras más importantes… ni mucho menos son objeto de una investigación seria y profunda sobre las causas que están detrás de cada una de estas muertes. Porque solo somos “clase obrera” y porque si un albañil cae al vacío desde un andamio mañana habrá cinco que quieran ocupar ese puesto, incluso con las mismas condiciones laborales y salariales.
La subcontratación es una consecuencia de las reformas laborales del Partido Popular y del Partido Socialista Obrero Español. Reformas laborales, consentidas por “organizaciones” que dicen “pelear” por los intereses de la clase trabajadora pero que solo han sabido hacerle el juego a la patronal y al poder de turno, que han dado carta blanca a las empresas para imponer unas condiciones laborales y salariales a las trabajadoras de explotación. En el caso de los vecinos de Las Cabezas de San Juan, estaríamos hablando de personas con interminables jornadas laborales que además estaban obligadas a hacer grandes desplazamientos hasta el lugar en el que tienen el empleo. La subcontratación ha fomentado igualmente que las empresas se preocupen poco o nada de la seguridad laboral porque la ley, al ser más laxa con los requisitos en los que deben tener a sus plantillas, permite que la seguridad sea lo último, en lo que menos se invierta y sobre lo que menos se forme. Es decir, a los empresarios les importa bien poco la salud de sus trabajadores y trabajadoras. No importa nada si pagan con lo más valioso, con su vida.
Recientemente conocíamos el caso de Mohammed El Bouhaled, que trabajaba en un invernadero de Níjar, Almería. Tenía 27 años y estaba a punto de ser padre. El pasado 15 de enero acudió al hospital, encontrándose mal y alertando de un fuerte dolor en el estómago. A los pocos minutos de estar allí falleció. En el hospital informaron a la familia sobre un posible envenenamiento. Y es que Mohammed era obligado a tomar su almuerzo en el mismo lugar en el que trabajaba manipulando productos tóxicos. Lugares que no cumplen las medidas mínimas de higiene y seguridad laboral. Mohammed no era político, cura, policía, militar o “grande de España”. Mohammed solo era un trabajador, además muy pobre e inmigrante.
La precariedad mata. La explotación mata. La falta de inversiones en el mantenimiento y en la formación de las trabajadoras y los trabajadores está matando. Las políticas laborales en beneficio de las grandes empresas, asesinan. La complicidad de los sindicatos del régimen ayuda. Y ya está bien. Ya basta.
https://www.elsaltodiario.com/alkimia/ya-basta
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