10 mar 2020

Mujeres Libres: Pioneras y revolucionarias

Llega marzo, y con él el 8M, un día de lucha y reivindicación marcado en rojo en el calendario feminista. Un día en el que tener en mente no sólo un futuro mejor a conquistar, sino un pasado que nos ha traído hasta donde estamos hoy en día. Y en ese mirar hacia el camino recorrido nos encontramos con la agrupación Mujeres Libres, una experiencia de feminismo radical en los años 30 del siglo pasado. Una federación de mujeres que alcanzó las 20.000 afiliadas, poniendo en marcha una revolución si cabe más extensa e intensa que la propia revolución social que alumbró nuestro país en 1936. Su trabajo transformó las relaciones personales, el concepto de familia y el papel de la mujer en la sociedad, pero la derrota militar también dio carpetazo a esta experiencia. La genealogía de más de cien años de mujeres que las precedía, aquel hilo al que asirse que conectaba con las primeras pioneras del socialismo utópico, con el republicanismo, las librepensadoras o las obreras internacionalistas, quedó roto. Cuarenta años de desventura que no sólo dieron al traste con más de un siglo de experiencia feminista, sino que también trajeron el olvido. Y en este olvido aún se mantienen proyectos como el de Mujeres Libres. La transición no fue benévola con las anarquistas.
 A la hora de definir a Mujeres Libres hay que tener en cuenta que hablamos de un proyecto dual, una revista y una agrupación no mixta. Primero vino la revista, una publicación que nació en mayo de 1936 con la idea de convertirse en una herramienta de análisis y debate en torno a la emancipación de la mujer desde una perspectiva anarquista. Se planteó como una revista cultural, que trabajara por la educación de las mujeres, por ir tejiendo un discurso colectivo. Su idea, a medio plazo, era generar lo que ellas mismas denominaban una red de cordialidad, una serie de pequeños núcleos de militantes a través de los cuales lanzar una organización. Sin embargo, su realidad se vino abajo con el estallido de la guerra; el tiempo de las palabras había llegado a su fin, era hora de la acción, de modo que en septiembre de 1936 se fundó Mujeres Libres como una federación autónoma a nivel nacional. Se configuraron como una organización no mixta, sólo de mujeres. Esta decisión, que despertó bastante rechazo entre parte del mundo libertario, se basó en la experiencia vital de lucha de las mujeres que echaron a andar el proyecto. Una experiencia triste, donde los espacios políticos y sindicales del movimiento se veían copados por los hombres, por su cultura y formas de hacer. Ellas, en muchas ocasiones, se veían relegadas.
De modo que pusieron en marcha la organización que necesitaban, su propio espacio desde el que bregarse y crecer en común, generando unas ideas y unas prácticas colectivas que más tarde integrar en el seno del movimiento libertario. Contra la idea de muchos de que la revolución social por sí sola terminaría con todas las desigualdades, ellas querían un lugar desde el que luchar desde ya por la emancipación de las mujeres. Tanto la revista como la organización se plantearon trabajar sobre tres ejes, de forma que se atacaran los tres pilares sobre los que descansaba la esclavitud de la mujer: una esclavitud por ignorancia, otra por el hecho de ser mujer y una última por su función como productora en el sistema capitalista. Para esta tarea partieron de la idea de realizar una importante capacitación de sus afiliadas, eminentemente obreras con un bajo nivel de estudios; si bien la situación de guerra, que dejó en gran medida la retaguardia en manos de las mujeres, determinó mucho el camino de Mujeres Libres. El análisis y la teoría tenían que abrirse paso en una publicación y una agrupación cada vez más de combate. Aun así, es de destacar su trabajo en ámbitos como la cultura, la maternidad, el ámbito sindical, la contracepción o la solidaridad antifascista.
https://www.todoporhacer.org/mujeres-libres/

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