24 ago 2014

De los beneficios del sexo

El modelo de sexualidad imperante, reducido a genitales y orgasmos, permite generar negocio a partir de todo aquello que se sale de la norma.
Ya llegó el verano, ya llegó la fruta... y con él volverá la nueva remesa de artículos relacionados con follar y su periferia o, si se prefiere, con el uso de los genitales y sus pertinentes orgasmos. Los lugares, las veces, las posturas o las ganas serán los temas más comunes. Todo ello aderezado con los beneficios del sexo para la salud: levantar autoestimas, quemar calorías, prevenir cánceres, mejorar la memoria... al más puro estilo de follar por prescripción; orgasmando, cuanto más, mejor. Incluirán ‘sexo’, ‘sexual’ o ‘sexualmente’ cada 15 o 20 palabras, algún tecnicismo, el nombre de alguna universidad y con eso aparentará ser algo serio sobre sexo. Incluso algo científico.
Parecerá que hablan de disfrutar y pasarlo bien, pero no será cierto. Leídos en conjunto, se podrá ver un modelo que, con más o menos adornos, gira en torno a la excitación como estado, los genitales como área, la penetración como práctica y, ante todo, al orgasmo como meta. Un modelo de disfrute entre los sexos, tan reducido como falseado, donde sexo es equivalente a conducta genital, deseo erótico a arrebato excitativo y placer a orgasmo (de ambos). Y tanta confusión e insistencia no es desinteresada.

Todo por la salud

Hace un siglo preocupaba mucho la conducta genital con una finalidad reproductiva. La salvación era el discurso que lo guiaba y la contención parecía ser la vía a seguir. Ahora sigue preocupando la misma conducta, pero con finalidad orgásmica, la salud es el discurso que lo guía y la prescripción es la vía para la prevención.
Y así el péndulo de la conducta genital, como Dios o la Salud mande, valga la redundancia, sigue moviéndose sin apenas poner en entredicho el modelo que, por otra parte, cada vez se vuelve más exigente. Una preocupación a la que se dedica mucho tiempo y dinero para trasladarla y sembrarla en los sexos, que, las más de las veces, sencillamente desean encontrar(se) y compartir(se) a gusto. Modelo en el que los elementos clave para disfrutar son respuestas del organismo que, por su condición de tales, no dependen de la voluntad: excitación, lubricación, dilatación, erección, eyaculación, orgasmo. Muy al contrario que, por ejemplo, sonreír.
Por eso, este mismo mundo que prescribe follar orgasmando por sus beneficios para la salud, paralelamente, también insiste en afirmar –hay quien dice inventar–, por la vía de la psiquiatría –sí, psiquiatría– y por votación –sí, votación–, que la ausencia o sobrepresencia prolongada de cualesquiera de estas respuestas involuntarias sean consideras trastornos o disfunciones de la función genital y orgásmica.
Así que si no te gusta mucho o andas sin ganas de follar o excitarte, tu vagina no lubrica lo suficiente o tu pene no erecta, no te sobrevienen orgasmos, eyaculas muy rápido o después de mucho tiempo, si te molesta o no puedes meterte algo por la vagina... preocúpate porque, según dicen, algo va mal. El arrebato explícito, la lubricación abundante, la erección dura, el orgasmo intenso y el tiempo adecuado se han convertido en la moneda de cambio para evaluar la satisfacción propia y ajena de los encuentros.

Espacio para el negocio

Curiosamente, la combinación de este modelo exigente y de respuestas del organismo no sujetas a la voluntad dan como resultado un terreno de lo más fértil donde hacer germinar la simiente de la preocupación en forma de los genéricos ‘problemas sexuales’. Preocupaciones que producen ocupaciones. Problemas que producen ventas. Combinación de sexo-salud que vende todo lo que se puede comprar: juguetería genital, fármacos, profilácticos, manuales... así como una larga lista de terapias de todo tipo: sexología, medicina, psiquiatría, psicología, naturopatía y tantas otras.
Así visto, parece quedar más claro a quién beneficia tanto artículo sobre follar/orgasmar. Esfuerzo polifacético y multilateral que ya no es gasto, sino una estupenda inversión. Que si bien esto no deja de suceder durante todo el año, julio y agosto son meses de siembra intensa, pues dan cosecha en forma de los nuevos propósitos de septiembre y octubre.
Un ejemplo de esta industria de los problemas es la organizada ­alrededor de la erección y eyaculación en ellos, y de las ganas de follar y el orgasmo en ellas, con términos médicos como vaginismo, disfunción eréctil, anorgasmia, eyaculación precoz, etc. Creado el problema, los sexos pondrán en juego sus modos de afrontarlo: buscar ayuda juntos o por separado; decirle “tienes un problema” o “yo te ayudo”; sentir “no me desea” o “no lo hago bien”; tratar de animar con “no pasa nada, otro día será” o mantener un estruendoso silencio. Por decirlo más claro: son los acólitos de este modelo de disfrute quienes mantienen y se benefician de estas disfunciones genitales y orgásmicas inventadas, a costa de los hombres y mujeres que, recuérdese, sencillamente desean estar a gusto juntos y pasarlo bien.

El problema es el modelo

Así que desde esta sexología seguiremos insistiendo en que no son los genitales y sus funciones los que van mal, sino el modelo, este modelo que en sí mismo ya no da para más. Que cuando se sigue la pista de los deseos y los gestos voluntarios, y no ya las conductas preestablecidas y sus necesarias respuestas, es cuando, por lo general, los disfrutes llegan. Que, como diría el músico Silvio Rodríguez, “no sabes cuánto hay de subversivo en una sonrisa que no quiere comprar”. Y que es ahí donde radica uno de los mayores beneficios, esta vez sí, para los sexos.
https://www.diagonalperiodico.net/cuerpo/23625-beneficios-del-sexo.html

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