Las estadísticas de la Agencia Tributaria revelan que tanto la presión fiscal sobre las sociedades como la recaudación por su actividad va reduciéndose aunque los beneficios de estas siguen creciendo y ya superan a los de antes de la crisis.
Las empresas pagan en España menos impuestos a pesar de que sus ganancias están creciendo. Los datos de la Estadística por Partidas del Impuesto de Sociedades que este miércoles ha hecho pública la Agencia Tributaria revela cómo a la reducción de la presión fiscal que ya había comenzado a darse en 2016 se le sumó un año más tarde un descenso de la recaudación; es decir, que las sociedades tributan menos aunque sus beneficios tienden al alza y que, al mismo tiempo, Hacienda ingresa menos dinero por ese concepto.
La relación entre el resultado contable, que marca el saldo final de las cuentas de pérdidas y de ganancias de los 1,6 millones de empresas obligadas a presentar declaración en este impuesto (183.000 más que al principio de la década), y la cuota líquida positiva, que es el dinero que sale a pagar tras aplicar deducciones y desgravaciones, lleva dos años reduciéndose hasta haber caído al 22,67%, más de diez puntos por debajo del 33,06% de hace dos años y menos de la mitad del 54,43% de 2013, en vísperas del inicio de una recuperación que ahora, tras generar las mayores cotas de desigualdad nunca registradas en España, comienza a frenarse.
También resulta llamativo cómo la recaudación (cuota líquida positiva) de 2017 es la menor del último lustro con 28.300 millones de euros cuando los beneficios que registran las empresas españolas en sus cuentas llegaron a triplicar con creces los de 2013 (40.389 por 124.975).
La conclusión es similar si lo que se compara es la base imponible, que es “la renta obtenida en el periodo impositivo por el contribuyente” menos las compensaciones derivadas de años anteriores y el dinero destinado a reservas. En este caso, la presión fiscal de la cuota íntegra lleva descendiendo tres años, los mismos que llevan aumentando los beneficios, mientras el resultado final solo supera en esta década al de 2015 (30.726 millones por 30.609).
Mientras tanto, la presión tributaria de la cuota líquida, que es la liquidación del impuesto antes de restarle los anticipos y las retenciones, marca también un claro descenso.
Los activos fiscales diferidos
En esa diferencia entre los resultados contables y las bases imponibles sobre las que se calcula la cuota tienen una importancia clave los llamados “activos fiscales diferidos”, que son unas rebajas fiscales cuyo origen está en las bases negativas registradas en ejercicios anteriores por haber tenido pérdidas o no haber podido beneficiarse de todas las deducciones y desgravaciones a las que tenía derecho y que, con algunas limitaciones, pueden aplicarse en los años siguientes.
Solo en 2017 alcanzaron una cuantía de 19.663,8 millones de euros, con 303.247 sociedades como beneficiarias.
Un año antes, en 2016, estos beneficios fiscales, conocidos como DTA por sus siglas en inglés (Deferred Tax Aseet), ascendieron 14.339 millones de euros que redujeron las obligaciones tributarias de 290.593 empresas.
Más beneficios pero menos impuestos
La aplicación de ese tipo de medidas es uno de los motivos por los que, como ya apuntaba la propia Agencia Tributaria en su último Informe Anual de Recaudación, la base imponible y el impuesto no se están recuperando con “la misma intensidad” que los beneficios empresariales, que ya se sitúan por encima de los anteriores a la crisis, tal y como ocurre con otras variables macroeconómicas como el PIB.
“En estos años se estaba culminando el proceso de recuperación de los beneficios tras la crisis que comenzó en 2008”, señalaba ese estudio, que añadía que “en 2017 ya se habría alcanzado el nivel de beneficios máximo que se había logrado en 2007, y en 2018 se habría superado”. “Además -anotaba- con una conformación de ese beneficio muy distinta (con más parte real y menos financiera) de la que se observaba en los años 2006 y 2007”.
Los últimos datos de la Contabilidad Nacional ratifican la tesis de la Agencia Tributaria, ya que refieren una vertiginosa recuperación del llamado “excedente bruto de explotación”, que son las ganancias brutas de las empresas.
De hecho, según esta fuente, los niveles de 2007 (470.702 millones de euros) y de 2008 (477.574) se habrían igualado prácticamente ya en 2015 (472.607) para superarlos con claridad al año siguiente (495.819) y dispararse hasta los 531.844, con un 11,3% de margen, en el último año.
Si se toma como referencia ese dato, la presión fiscal se situaría por debajo del 6%, por debajo de la mitad de la horquilla del 12,07% al 12,99% que la propia Agencia Tributaria asegura que ha venido aplicando a las rentas de los hogares en el IRPF a lo largo del último lustro.
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