Billy el Niño facturó 700.000 euros con su empresa de seguridad mientras recibía datos bajo cuerda de un mando policial
La empresa de seguridad de Antonio González Pacheco, Billy el Niño, facturó casi 700.000 euros durante el periodo en que el inspector jefe Constancio Riaño, imputado en el caso Villarejo, estuvo destinado en la sección encargada de recabar datos confidenciales de empresas privadas y administraciones públicas, entre 2010 y 2016. Riaño confesó ante el juez Manuel García-Castellón que había entregado datos de matrículas y teléfonos a su "amigo" Billy el Niño y añadió que lo hizo porque el policía acusado de torturas se sentía "amenazado".
Constancio Riaño está imputado en el caso Villarejo por los indicios hallados por la investigación de cómo utilizó su puesto en la lucha antiterrorista para entregar información confidencial bajo cuerda a la banda del comisario encarcelado con la que ésta elaboraba dosieres que luego vendía a precios millonarios.
Billy el Niño goza de una pensión como inspector de Policía engordada por las medallas al mérito concedidas durante su carrera. Un informe encargado por el Ministerio del Interior concluye que González Pacheco ha incrementado su pensión un 50% gracias a esas condecoraciones. Además, durante casi dos décadas, el policía sumó a esos ingresos los obtenidos por Servicio de Prevención de Atentados y Secuestros (SPAS S.L), una suerte de consultora de seguridad que, según fuentes policiales, también elaboraba informes contra terceros.
Riaño declaró como investigado ante el juez Manuel García-Castellón el pasado 23 de septiembre. El magistrado tiene en su poder correos electrónicos que evidencian su relación con Antonio Bonilla, otro policía retirado y colaborador de Villarejo que está imputado en varias piezas separadas de la causa. En esos correos se incluyen archivos adjuntos que muestran cómo Riaño facilitaba al clan de Villarejo datos de carácter reservado y confidencial de organismos públicos, empresas telefónicas y de bancos como BBVA y Bankia.
La tesis de Riaño ante el juez fue que él facilitaba esa información a Bonilla por orden de su superior directo, el comisario Enrique García Castaño, uno de los principales imputados en la causa, porque creía que eran para investigaciones antiterroristas. García Castaño niega que él ordenara a Riaño entregar esa información al colaborador de Villarejo.
En el turno de preguntas del abogado de García Castaño, el letrado preguntó a Constancio Riaño si además de a Bonilla había facilitado información confidencial a algún policía más. «Ya sé por dónde va», comenzó a contestar Riaño, advertido por la información de El Mundo según la cual García Castaño había contado al juez en una declaración anterior que Riaño colaboraba con González Pacheco.
En ese momento, el inspector jefe Constancio Riaño defendió, primero, que los datos que entregó a Billy el Niño eran para que se protegiera de los seguimientos y el supuesto acoso que estaba viviendo. También aseguró que la información que facilitó a su «amigo» no era confidencial porque cualquiera puede obtener el titular de una matrícula pagando «dos euros y medio en Tráfico». A continuación reconoció que también averiguó el titular de números de teléfono para González Pacheco. Por último, afirmó que lo hizo porque su «amigo» no podía acudir a la policía por el «desprestigio» al que le han sometido los medios de comunicación.
Constancio Riaño dejó la Policía para convertirse en jefe de Seguridad de La Caixa en Barcelona durante dos décadas. Según fuentes de la lucha antiterrorista, en 2010 volvió a entrar en la puerta giratoria para regresar al Cuerpo y ser destinado al frente de la Sección de Relaciones Institucionales de la Comisaría General de Información (CGI), la estructura antiterrorista.
En esa Sección, una decena de inspectores obtienen datos de bancos, telefónicas, administraciones públicas y cualquier organismo a petición de cualquier unidad del Cuerpo. Relaciones Institucionales está enmarcada en la Unidad Central de Apoyo Operativo (UCAO) que mandaba Enrique García Castaño, conocido en la Policía como ‘El Gordo’.
Riaño llegó a la CGI en 2010 y permaneció allí hasta su jubilación en 2016. El año de su aterrizaje en la policía antiterrorista, la empresa de González Pacheco facturó 141.581,66 euros. Los ingresos superaron los 100.000 euros hasta 2012, pero a partir de ese año fueron cayendo progresivamente por debajo de esa cifra, hasta los 53.642,62 euros de 2016, último ejercicio en el que presentó cuentas. En total, 684.663,01 euros en los seis años que Constancio Riaño estuvo al frente de la sección que conseguía información confidencial de administraciones y empresas privadas.
El triángulo del tráfico de información confidencial
Constancio Riaño dejó otro detalle de relevancia en su declaración. El inspector jefe jubilado no negó haber facilitado más información confidencial a otros expolicías distintos a Billy el Niño o Villarejo. Esa respuesta ambigua adquiere más relevancia si se coloca sobre el triángulo que forman los policías en activo, con acceso a información reservada; los que dejan el Cuerpo para trabajar en grandes empresas y bancos; y un tercer grupo, que funda empresas de seguridad para las que los datos confidenciales son una valiosa mercancía.
«Además de a Billy el Niño, ¿ha ayudado, como dice usted, a otros policías que no se encontraban en actividad?», preguntó el abogado de García Castaño a Constancio Riaño en la Audiencia Nacional. «Solo a él», respondió en un primer momento el policía investigado. «¿Solo al señor Billy el Niño?», insistió el abogado. Y Riaño matizó: «Creo que sí». «¿Fue una excepción que hizo usted por humanidad?», inquiere el letrado. «Puede ser», respondió Constancio Riaño.
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