Holanda se ha puesto al frente de un movimiento que clama por impuestos sobre el combustible de aviación en Europa, ahora sin gravamen de ningún tipo. Estados Unidos, Australia, Japón, Canadá y hasta Arabia Saudita aplican impuestos sobre el combustible de aviación, pero Europa es un paraíso fiscal para las compañías: ni un euro de impuestos, mientras el coche está acribillado.
El problema para Holanda es que la aviación es la máxima contaminante de la atmósfera, con lo que para ellos las cosas no pueden seguir así, de forma que el pasado 14 de mayo presentó un impuesto de siete euros por viajero que salga de Holanda (excluidos, curiosamente, los viajeros de vuelos de enlace, por lo que Ryanair ya ha puesto el grito en el cielo, con bastante razón).
Si Europa aplicara un impuesto europeo, Holanda se compromete a retirar el suyo. O sea, está presionando a Bruselas para crear una tasa europea. Los ecologistas consideran que no es admisible que “las compañías aéreas europeas –y las extranjeras que reponen en Europa– nunca hayan pagado ni un euro de impuestos en el combustible, ni siquiera en vuelos interiores”.
El secretario de Estado holandés para el medio ambiente dice que aplicar una tasa podría suponer reducir las emisiones en un 11 por ciento anual, sin impacto en empleos porque generaría 27 mil millones de euros en impuestos.
El impuesto holandés sobre la aviación, por supuesto, va a desatar un debate en Bruselas por muchos motivos: primero porque tiene el apoyo de las ONG ecologistas, segundo porque altera el mercado profundamente, y tercero porque es Holanda, un país respetado desde todo punto de vista.
Holanda ya había puesto un impuesto a la aviación en 2008, pero lo retiró poco después debido al fuerte impacto que tuvo en el negocio. Era un impuesto de 11.25 euros por vuelo dentro de la Unión Europea, si el vuelo era de menos de 2.500 kilómetros y de 45 euros para el resto de vuelos. Hoy, sin embargo, Holanda considera que la situación es muy diferente.
En primer lugar, hoy no estamos en crisis; segundo, la demanda excede a la oferta y las infraestructuras están desbordadas, y Ryanair habría apuntado que el impuesto creado no afecta a KLM, cuya gran mayoría de pasajeros hacen vuelos de enlace entre una ciudad europea y Amsterdam para volar desde allí a otro lugar del mundo. Hay otro argumento que sí menciona el gobierno holandés y es que Alemania y Austria crearon un impuesto al billete de avión en 2011, seguida por Noruega en 2017 y Suecia el año pasado. Francia y el Reino Unidos tienen tasas desde los 90 e Italia desde después. (Esta puede ser una idea para Sánchez, ansioso de ingresar dinero en Hacienda.)
Tal es la presión holandesa sobre Europa, que quiso convocar a los ministros europeos a una cumbre sobre este tema, pero la Comisión ha dicho que hay que esperar primero a las elecciones europeas. Pero, no obstante, Holanda ha convocado una conferencia en La Haya sobre este asunto para el próximo 20 y 21 de junio, con el apoyo belga y francés.
Podemos pues imaginar por qué la creación de un impuesto sobre el combustible de la aviación en Europa es cuestión de tiempo. Y precisamente años. Tan fuerte es la corriente de opinión, que varios candidatos a presidente de la Comisión lo han anunciado. ¿Dónde está España en todo esto? No está ni se la espera (UK: impuesto a pasajeros por las quiebras de aerolíneas).
https://www.preferente.com/analisis/por-que-europa-implantara-en-breve-una-tasa-sobre-la-aviacion-288517.html
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