Uno de cada cuatro trabajadores en el país tiene un contrato de corta duración. El porcentaje casi dobla la media de la Unión Europea
España no ha solucionado los problemas asociados a su modelo laboral durante la última década, la de la gran recesión. La temporalidad y precariedad, en un modelo que llegó a experimentar un 26% de desempleo, es aún uno de los ejes que dibujan el mercado de trabajo en nuestro país, mientras que el cambio de modelo productivo, tan recurrente en ciertos discursos, sigue siendo una quimera. Estas son algunas de las conclusiones que se pueden extraer de los datos sobre empleo en España y la UE publicados recientemente por el portal estadístico Eurostat. Pero no son los únicos: nuestro país encabeza, de forma destacada, la lista de países con mayor temporalidad de la región, con una tasa del 27%, y la distancia con los estándares comunitarios se mantiene idéntica a la experimentada hace una década, antes de la crisis.
Esta tasa es solo dos puntos inferior a la que presentaba el país en 2008 (29,2%), justo cuando los empleos ligados a la temporalidad, como los de la construcción, habían tocado su techo. Desde entonces, este tipo de contratación fue la más sufrió la recesión, confirmando la fuerte dualidad del mercado laboral en España. A partir de 2013, sin embargo, ha vuelto a tomar vuelo, y encadena cinco años de crecimiento constante acumulando un aumento de cuatro puntos porcentuales.
Estas variaciones no han conseguido, en cualquier caso, que nos acerquemos en ningún momento a los porcentajes de temporalidad que se experimentan en los países de nuestro entorno. En 2008, el porcentaje de trabajadores con contratos de corta duración en la Unión Europea era del 14,1% –en la zona Euro del 16%–, menos de la mitad que España. A cierre de 2018, la media comunitaria no se ha movido, lo que nos deja aún a cerca de 13 puntos de la temporalidad que se experimenta en el resto de la región.
La precariedad en forma de contratos de corta duración es una realidad que afecta, además, de forma muy destacada a las mujeres. En nuestro país la tasa de empelo temporal entre ellas (27,8%) es casi dos puntos superior a la de los hombres (26%). En el conjunto de la Unión Europea también se reproduce la brecha, aunque no de forma tan acusada.
E incluso en los datos desagregados por edad, donde se puede esperar una mayor presencia de la temporalidad entre los jóvenes por motivos formativos o de empleo vacacional, se demuestra de nuevo el desfase de nuestro país en términos de estabilidad del mercado laboral. España también es líder en la tasa de temporalidad entre la población trabajadora de entre 15 y 24 años. Siete de cada diez personas ocupadas de esa edad tiene un empleo de corta duración, un ratio veinte y treinta puntos superior a la media de zona Euro y la Unión Europea, respectivamente.
Al fenómeno de la temporalidad se une la cada vez más corta duración de los contratos. Es decir, a la altísima rotación que aún existe en el mercado laboral. En 2018 se firmaron en España cerca de 8,5 millones de contratos temporales que no superaban el mes de vigencia, de los cuales el 70% eran inferiores a una semana de duración.
Mientras tanto, conceptos como sociedad del conocimiento, digitalización o empleo digno siguen rellenando planes y horizontes institucionales. Como último ejemplo, las medidas aprobadas por el Gobierno del PSOE el pasado mes de marzo, donde se incluía un control de los horarios de trabajo así como disposiciones para fomentar el empleo indefinido. Pero incluso en esto tampoco parece que exista unanimidad entre los representantes públicos: recientemente, Isabel Díaz Ayuso, quien podría ser la nueva presidenta de la Comunidad de Madrid, defendió la pertinencia de los contratos basura.
https://ctxt.es/es/20190522/Firmas/26365/Observatorio-Social-La-Caixa-precariedad-temporalidad-espana-union-europea.htm
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