«¡Adiós padres, si no vuelvo y muero, buscadme en el fondo del Mediterráneo!»
El color de mi piel es negra, como la tierra tostada de mi amada África, mis manos ansían abrazar aires de libertad, de igualdad de trato y saborear la opulencia del mundo blanco. A lo lejos veo las costas de una Europa sobrada de recursos. En nuestra balsa se amontonan pies, manos y cuerpos negros, desnutridos, enfermos, grandes y pequeños. Casi siempre silencio. Y la noche cae agrandando nuestra negritud. Silencio.
Mis ojos grandes y negros huyen de la miseria, del terror de las guerras impuestas por los blancos, nuestros cuerpos esqueléticos son negros. Hombres negros, mujeres negras, adolescentes negros, niños negros, bebés negros. Ahogados negros. Como los negros que sufren xenofobia en España, un 25% más este año, según denuncia SOS Racismo.
La Mediterránea es negra, el fondo de este mar es negro. No nos llegan sus nombres ni sus caras, pero cada una de esas miles de personas ahogadas, de compañeras nuestras, tenía un nombre, una familia, un lugar de origen, un padre, una madre ¿Tenían hermanos, hermanas, hijos, hijas, sobrinos, sobrinas, abuelos, abuelas, tíos, tías? ¿Tenían amigos, amigas? ¿Estudiaron alguna vez en una escuela modesta; bajo la tutela de quién? ¿Llegaron a la universidad? ¿Tuvieron un oficio? ¿Poseían algo: una casa, una tierra minúscula, enseres personales, recuerdos abandonados? ¿Fueron felices alguna vez? ¿Se enamoraron? ¿Se casaron? ¿Bailaron? Pero ¿cuál era su nombre? ¿Quiénes eran?
La vergüenza de Europa es negra, mi ánimo es negro y mi futuro está lleno de negritud. Los barcos esclavistas blancos cargan negros, para trabajos negros. Vuelve la esclavitud y toda África se revuelve en color negro. Mis amigos blancos, mis compañeros blancos me ven negro y su conciencia ensucia la dignidad del color negro. Las pateras negras enfilan la negra noche hacia el norte blanco iluminada por la negra luna, eclipsada por un suave cántico negro. Mis lágrimas son negras y se derraman en esta fosa común de la negritud, en este mar de historia negra. Mientras nos hundimos en el oscuro y negro mar, mi último pensamiento es para mi madre negra, en su aldea negra.
Adiós madre, si no vuelvo y muero, buscadme en el fondo del Mediterráneo junto a mis compañeras negras. Zarpé una noche negra hacia el gran paraíso blanco.
UN ENTRISTECIDO BLANCO QUE SE SIENTE NEGRO POR DENTRO
CGT-Correos Castellón
No hay comentarios:
Publicar un comentario