“Es un momento de excesos. La gente tiene más dinero y las convenciones sociales hacen que sea el tiempo para gastarlo”, reflexiona Esteban Hernández, periodista y autor del ensayo Los límites del deseo. Instrucciones de uso del capitalismo del siglo XXI. “El aumento del consumo en Navidad tiene un aspecto compensatorio. Mucha gente compra, porque puede, para sentirse mejor y mitigar otras insatisfacciones. No es algo negativo en sí mismo, el problema está cuando nos creemos representados a través de los bienes que poseemos. Cuando sólo nos diferenciamos por lo que tenemos. Ahí, el consumo sí puede resultar pernicioso. Sea Navidad o cualquier día del año”.
Los comportamientos del consumo siempre vienen acompañados del debate sobre las compras de proximidad, tras años de levantamiento de restricciones a las grandes superficies y de constantes polémicas políticas por la liberalización de horarios: ¿merece la pena comprar en las tiendas de mi barrio o me desplazo al centro comercial? ¿Compro en la perfumería de la esquina o en El Corte Inglés? ¿En la tienda de informática de mi vecino o en Mediamarkt? Hace décadas que el enfrentamiento entre el pez grande y el pez chico en el sector del comercio minorista es el pan de cada día. La apertura de una gran superficie comercial en cualquier ciudad española suele generar la consiguiente controversia ante la posibilidad de que afecte al pequeño comercio de dicha ciudad, amenazando incluso su propia supervivencia.
La reciente liberalización de horarios comerciales en muchas ciudades españolas dificulta aún más la competencia del pequeño comercio frente las grandes superficies, sobre todo en épocas señaladas como la Navidad. Durante los años 1990 muchos países –como Inglaterra, Francia o Italia– aprobaron legislaciones de carácter restrictivo para frenar la entrada de este nuevo tipo de comercio que estaba proliferando en sus ciudades. En el caso español, en 1996, se aprobó una regulación comercial que perseguía exactamente este propósito. Pero poco a poco, estas “barreras”, en opinión de la patronal española de las grandes superficies, se han ido limando e incluso eliminando. Pero nunca es suficiente.

Anged fue presidida durante dos décadas (hasta su muerte en julio de 2013) por el histórico ejecutivo de El Corte Inglés Juan Manuel de Mingo, y entre los miembros de su organigrama destacan el actual presidente de Carrefour, Rafael Arias-Salgado (expresidente de Prosegur, exministro de UCD y del Partido Popular con Aznar e hijo del ministro franquista Gabriel Arias-Salgado), y Javier Millan-Astray, que según publicó el diario El País en 2002, está emparentado con el General José Millan-Astray, fundador de la Legión.
Javier Millan-Astray |
Liberalización de horarios
Capacidad para reducir costes y generar descuentos, una mayor oferta de productos, la suficiencia para mantener las tiendas abiertas todos los días del año y facilidades financieras para fraccionar los pagos son las ventajas con las que cuentan las grandes superficies. Desequilibrios con los que el pequeño comercio trata de lidiar a base de “diferenciación”. Helena Schneider, gerente de la Asociación de Comerciantes del Barrio de las Letras, en Madrid, opina que el único camino posible es “ofrecer a los clientes algo diferente, original”, además de “una experiencia de compra distinta: combinar el momento de ocio, por ejemplo con una tarde de paseo por el barrio, y el momento de consumo. Eso es algo que un centro comercial no te da”.
En cuanto a la liberalización de horarios, Schneider lamenta que “es imposible competir en igualdad, porque la mayoría de tiendas del barrio son atendidas por una o dos personas”, si bien “lo importante es abrir en los momentos clave”. Además, la portavoz incide en la importancia de “hacer barrio, generar sinergias con los vecinos”. Además, claro está, de la vertiente ecologista y el urbanismo. “Los pequeños comercios consumen mucha menos energía que los centros comerciales”, señala la arquitecta Elena Sarmiento. “Por cada metro cuadrado de espacio en un centro comercial una tienda de barrio consume hasta tres veces menos energía. Los comercios locales y los mercados de barrio cuentan con más productos locales o cultivados en la zona cuando muchos de los productos que encontramos en las estanterías de un centro comercial han recorrido cientos de miles de kilómetros”, añade.
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