El capitalismo de amiguetes
La casta empresarial española es muy singular. Muchas de sus sagas se forjaron a la sombra del Estado, que a lo largo de la historia les hizo ricos de todas las formas posibles. Emprendedores había pocos por eso del que inventen ellos y porque aquí estaba todo inventado. El principal cliente de los grandes negocios siempre fue el Estado y cuando los negocios dejaban de serlo era éste quien corría al rescate para nacionalizar la chatarra y devolverla abrillantada a nuestros grandes buscavidas. Así se ha escrito la historia de nuestra industria, un caso insólito en el mundo ya que el enriquecimiento empresarial siempre fue directamente proporcional a lo deficitario del objeto social. A mayor ruina, mayor fortuna.
Con estos antecedentes se entiende mejor el caso del almacén Castor, el fiasco más sonado de los últimos años pero, a la vez, la demostración palpable que el llamado riesgo empresarial es en España sólo un concepto teórico. Como resumen, el caballero monta una empresa para construir un depósito subterráneo de gas que, obviamente se le adjudica. Lo que iba a costa 400 millones, se multiplica por tres. La declaración de impacto ambiental, ya y tal. El tinglado se asegura con cláusula según la cual en caso de dolo o negligencia grave de la empresa, pagamos todos. Se suceden los terremotos y apoquinamos como está mandado, pero no ad calendas graecas sino en el acto, ya, por decreto, y si te he visto no me acuerdo. Misión cumplida.
Todos preocupadísimos, menos Florentino, claro, porque, ¡ay Santa Rita!, ven ahora a quitarme el cheque de Enagás, ven a deshacer la titulización de la deuda adjudicada a la banca a 30 años y repercutida en el recibo del gas de los pringados, ven ahora a pedirme cuentas en el descanso de algún partido del Madrid en la Champions, que ya hemos tirado la Liga, ven y te explico cómo me va la OPA de Abertis y cómo te estoy salvando el culo en esa empresa “estratégica” que se quieren quedar los italianos.
El capitalismo de amiguetes no tiene ideología. El negocio se puede empezar con el PSOE, continuar con el PP y hasta puede ser avalado por IU -cuando existía- como la famosa operación de las torres de la Ciudad Deportiva. “A ver si vienen mis amigos del PSOE y os echan de una vez” era una frase que el constructor ha repetido más de una vez cuando algún dirigente del PP osaba interponerse tímidamente en sus propósitos. A ver si vienen para que todo siga igual, para que los fracasos sean éxitos clamorosos, para que sigamos pagando las fiestas y las estafas.
http://blogs.publico.es/escudier/2017/12/26/el-capitalismo-de-amiguetes/
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