España se ha convertido en el mayor estercolero de purines de la Unión Europea como consecuencia del aumento exponencial de las macrogranjas porcinas. Esto ha ocurrido a la vez que el resto de países europeos restringían la macroproducción ganadera debido a los daños que los purines (orines y heces animales) acarrean en el medioambiente.
Tanto es así que España es el principal exportador de carne de cerdo de la Unión Europea y el tercero a escala mundial, solo por detrás de Estados Unidos y China.
Este aumento de macrogranjas porcinas trae consigo una serie de problemas medioambientales que, además, afectan directamente a la salud de los seres humanos. Los purines son un compuesto orgánico que a diferencia de otros excrementos utilizados como fertilizantes, se caracterizan por un bajo contenido en materia seca. El estado líquido de los purines permite que se filtren con gran facilidad en los acuíferos subterráneos contaminando las aguas de nitrocompuestos, los cuales pueden acarrear graves enfermedades en seres humanos.
A estos problemas debemos añadir las condiciones deplorables en las que los animales viven en estas granjas, tal y como denuncian los principales colectivos animalistas de España.
Animales que, además, han crecido en número de forma exponencial con una media de 450.000 cerdos por granja, según el sindic. El caso de Catalunya es aún más preocupante, pues el último censo de la cabaña porcina revela un mayor número de cerdos que de personas: 7,6 millones de cerdos frente a 7,5 millones de habitantes. Esta sobrepoblación del cerdo, concentrada en su mayoría en Catalunya, Zaragoza y Segovia, se traduce en 61 millones de metros cúbicos de purín, según el último estudio de Food & Water Europe. Una cantidad que podría llenar hasta arriba el estadio del FC. Barcelona más de 23 veces.
Estas cantidades de purín se almacenan en balsas que suelen desbordarse y romperse, filtrándose por los acuíferos y contaminándolos para dejar a pueblos enteros sin agua potable, tal y como denuncian algunos grupos ecologistas. A esto debemos añadir las miles de denuncias interpuestas por la Guardia Civil por vertidos ilegales de purín en el cauce de los ríos.
Ganadería sostenible y apuesta por las renovables
La ganadería intensiva ha revelado el problema que los purines generan en el medioambiente, hasta ahora una forma de contaminación barata e impune, por ello los principales grupos ecologistas piden soluciones que pasan, primordialmente, por regresar a un modelo de producción más ecológico, de carácter extensivo y alejado de los mercados de consumo capitalista.
La solución está en “reducir el consumo de productos de origen animal y para ello hay que reducir la producción y apostar por un modelo extensivo”, explica Abel Esteban, coordinador de agroecología de Ecologistas en Acción a Público.
Los recortes a las energías renovables del Gobierno de Mariano Rajoy limitaron el reciclaje de los purines en plantas de cogeneración debido a su cierre. La apertura de estas y la creación de nuevos centros que transformen los purines en energía es uno de los principales reclamos de los grupos ecologistas de nuestro país.
Pienso para los cerdos, deforestación para Latinoamérica
La alimentación de los cerdos criados bajo un modelo de ganadería intensiva entraña ciertos problemas “no solo en los suelos de España, sino también en los de América Latina”, denuncia Ecologistas en Acción.
La alimentación de estos cerdos está basada en su mayor parte en piensos compuestos, mayoritariamente por soja. Esta es importada a España desde grandes plantaciones situadas en el sur del continente americano que implican graves impactos ambientales y sociales como la deforestación masiva y la perdida de biodiversidad en zonas ecológicas del Amazonas.
Las plantaciones intensivas afectan directamente al desarrollo vital de millones de habitantes nativos que requieren de la tierra para sobrevivir. Además, el riego necesario para el mantenimiento de estos grandes cultivos deja sin agua a miles de personas. Se calcula que solo las plantaciones que Reino Unido tiene en Brasil consumen 1,43 mil millones de metros cúbicos de agua.
El capitalismo esta presente en este negocio, acaparando las tierras de cultivo en manos de pocas empresas multinacionales que desplazan a poblaciones enteras de sus hogares y comunidades.
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