El anarquista Lucio Urtubia (Cascante, Navarra, 1931) ha sido albañil, agricultor, atracador de bancos, falsificador y expropiador, aunque el prefiere definirse como “ un simple y pobre trabajador”. En los años setenta, logró poner en jaque al banco más poderoso del planeta falsificando cheques de viaje. Hoy, continúa propagando su particular utopía que cree “más necesaria y posible que nunca”.
En abril, el Centro Social Okupado Kike Mur de Zaragoza recibió con expectación a Lucio Urtubia. Sin quitarse en ningún momento la boina y luciendo una bufanda roja, Lucio comienza su relato citando lo que considera imprescindible para seguir caminando hacía una existencia más justa: la creación, la acción y la anarquía. Llama a los asistentes a seguir luchando, porque “quien no lo hace es porque no tiene amor”. Para empezar, “basta con coger un trozo de yeso y escribir algo en el suelo”. Lo siguiente “es trabajo, trabajo y trabajo”.
Quien falsificó desde documentación para exiliados hasta cheques de viaje del First National City Bank por un valor de 20 millones de dólares para posteriormente repartir el dinero entre distintas causas justas, opina que actualmente “todavía es posible hacer algo similar”. Considera que deberían elaborarse, por ejemplo, “papeles falsos para aquellos que no tienen”. Para Lucio, “en el saber y en la utilización de las cosas reside el poder de la gente”. Y añade: “El crimen no es hacer y fabricar, el crimen es hacer dinero y quedártelo para ti. Lo demás es precioso: burlarse de las autoridades, burlarse de los bancos, burlarse de las injusticias...”.
Orador elocuente, viaja en el tiempo por los hechos que lo han convertido en un referente para muchos. Sobre su infancia en Navarra dice que “no sentía que fuera mi tierra porque solo conocí hambre, injusticia y crímenes”. Luego, en la mili, tras conocerse que robaba ropa y víveres, huyó a Francia: “Deserté por ladrón, pero qué placer robar a esa patria de imbéciles”.
Lucio recuerda su llegada a París con emoción. “De la noche a la mañana me encontré en la ciudad de la luz en todos los sentidos. Yo, que no había leído más que la hoja parroquial de mi pueblo, descubrí los libros, conocí a los anarquistas que habían luchado en la Guerra Civil y en la Segunda Guerra Mundial, anarquistas a quienes la República había tratado mal y, aún así, la defendían. Ellos fueron los que me educaron”, explica.
Sobre las recientes detenciones a anarquistas, Lucio responde que “ los que gobiernan están cagados de miedo. La gente se mueve y saben que nos los vamos a comer si no hacen nada”. No obstante, recomienda que “aún así, hay que tener cuidado. Se debe hacer lo que buenamente se pueda, pero con inteligencia. Ellos tendrán siempre las leyes o si no se las inventarán”.
De la actual situación política opina que “los problemas son los mismos que plantearon los republicanos. No habrá ningún cambio en el mundo, ni con Podemos ni con unos u otros, mientras no tengamos una responsabilidad todos los seres humanos. Los políticos lo único que saben es coger para malgastar. Para mí, lo fundamental es ser lo que se es por lo que se hace y no por lo que se dice”.
Sobre el valor del dinero, Lucio explica que ha sido “un montón de veces millonario, pero mi riqueza son las personas que vienen a escucharme y a preguntarme”. Cree en los encuentros. Para él fueron muy importantes los que mantuvo cuando llegó a Francia y conoció a Federica Montseny, Giuseppe Lanza del Basto y Albert Camus, personas que le hicieron pensar y reaccionar. Quizá, por eso, aunque es octogenario, no descansa y continúa dando todas las charlas que puede y recibiendo visitas en su casa en París para relatar su utopía, que es lo mismo que decir su vida.
Lucio Urtubia ha publicado los libros La revolución por el tejado (Txalaparta, 2008) y Mi utopía vivida (Txalaparta, 2014).
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