Los accidentes laborales en el Estado español son una triste realidad silenciada por los medios de comunicación convencionales que se limitan a informar de lo que ocurre sin profundizar en las causas que los provocan. La precariedad laboral a la que están sometidas miles de personas, es la principal causa de este terrorismo contra la clase trabajadora
Ninguna muerte de ningún obrero debería ser para nosotras indiferente. Son las de nuestra clase las que caen de los andamios para no volver a subirse a ellos y continuar ganándose la vida. Se la dejan ahí, precisamente, sin que este sea un tema de relevancia en nuestra sociedad. Ya se encargan desde los altavoces del poder, “medios de comunicación” sobre todo, de hacernos ver que esos "desgraciados" accidentes ocurren sin más y que nadie tiene la culpa de ellos. Pero detrás de esas cifras hay causas que los provocan y detrás de cada una de esas muertes hay culpables. ¿Por qué parece ser más importante la vida de un militar, la de un policía o un aristócrata que la de un trabajador de la construcción, una obrera del servicio de limpieza o la de un jornalero del campo?
Han conseguido insensibilizar a la sociedad ante el dolor que nos produce que los de nuestra clase pierdan la vida víctimas de recortes, explotación, precariedad y abuso de la patronal, porque se supone que hemos asumido que la vida de nuestra gente vale menos y se repone rápidamente. Solo tenemos que fijarnos en el trato que estas empresas de comunicación dan a unas muertes y otras. Estos terroristas (clase empresarial y política, gobiernos de turno, etc.), ya no ocultan lo que realmente piensan sobre la situación de la clase trabajadora. Por eso se producen, sin que muchas nos inmutemos por ello, declaraciones como las del gerente de Deliveroo en Reino Unido, Dan Warne, quien defiende que "dar" derechos laborales a los empleados incrementaría el precio del servicio al cliente.
Hace unos días, un diputado “socialista”, Miguel Ángel Heredia, se atrevía a decir que la culpable del brutal incremento de los accidentes de trabajo era la reforma laboral del Partido Popular. “Se ha pasado de los 12.141 accidentes de 2012 a los 16.081 de 2016”, argumentaba este “obrero”. ¿Acaso Heredia no recuerda la última reforma laboral que otros llevaron a cabo desde sus mismas siglas en 2010? Aquellas “medidas urgentes para la reforma del mercado laboral y del trabajo” se encaminaron a ejercer un mayor control sobre la clase trabajadora en situación de desempleo y lograron abaratar el despido en los años en los que la última crisis económica comenzaba a notarse. Es cierto que con el recambio político llegó otra nueva reforma en 2012 que no hizo más que desarrollar lo iniciado por el PSOE un par de años atrás: además de ser más barato despedir a las trabajadoras y trabajadores, se disponían muchas más facilidades para ello.
Pero esto no nos lo contarán los medios de comunicación convencionales, que se limitan a "informar" sobre un accidente laboral pero no inciden en las causas que lo provocaron. Pasan de puntillas sobre la muerte de un trabajador o trabajadora sin dar importancia a las condiciones en las que muchas veces están obligados a ganarse la vida, incluso llegan a justificarlas.
La clase obrera está desamparada. Aquellos que dicen ser sus "representantes", los grandes sindicatos como CCOO y UGT, llevan años vendiéndola y siendo parte del sistema-problema que le quita derechos. El papel de estas organizaciones, muy cómodas para el Estado, ante el terrorismo patronal deja mucho que desear, porque no basta con actos de condena, concentraciones y declaraciones de repulsa en periódicos. Sería más eficaz que estos agentes sociales dejaran de pactar medidas con gobiernos y patronales que solo nos conducen a más explotación y muerte. Pero también es importante que la clase trabajadora se rebele contra el estatismo de la sociedad y ante el terrorismo enmascarado que desde las instituciones vienen practicando contra nosotras. Se debe abrir un debate profundo por cada trabajador o trabajadora que se deja la vida en el tajo y denunciar las condiciones en las que estaba obligado u obligada a ganarse la vida. Porque no son "simples accidentes", son asesinatos encubiertos por quienes obtienen grandes beneficios a costa de las clases populares en este sistema capitalista.
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