El hólding de Iberia, BA, Vueling y Aer Lingus, que genera el 36% de su negocio en Reino Unido,afronta la depreciación de la libra y los riesgos de un cambio en la regulación aérea que ahora facilita los viajes en la UE
La fusión de Iberia y British Airways (BA) para formar IAG, en 2011, estuvo precedida de unas largas negociaciones centradas en la valoración del déficit de pensiones de la aerolínea británica. Pocos de los directivos implicados en la operación pensaban entonces que el asunto del déficit, que hoy aún ronda los 3.000 millones de euros, podría pasar en pocos años a un segundo plano ante una amenaza más seria para la estructura del hólding aéreo.
La decisión británica de abandonar la Unión Europea (el denominado Brexit) supone un riesgo en varios frentes para el futuro de IAG, grupo que ahora incluye a Vueling y Aer Lingus, además de Iberia y BA. La desaceleración de la economía británica -su principal mercado-, la depreciación de la libra y los problemas derivados de la nueva normativa de los vuelos entre Reino Unido y la UE tras el Brexit juegan en contra del grupo.
'Profit warning'
El 24 de junio del año pasado, solo un día después del referéndum del Brexit, IAG emitió un profit warning (rebaja de las expectativas de beneficios), explicando que sus perspectivas habían empeorado debido a la volatilidad creada tras la consulta y a la menor demanda de vuelos existente en las semanas previas a la votación. Tras la presentación de los últimos resultados del grupo, en octubre, la compañía anunció que generaría un beneficio operativo en 2016 de unos 2.500 millones de euros, un 7% más que un año antes, pero lejos de los 3.200 millones previstos a principio del ejercicio.
Aunque el grupo tiene su sede social en España, el 36% de sus ingresos procede de Reino Unido. Esta fuerte dependencia del mercado británico puede convertirse en una desventaja si la economía se resiente y si la libra continúa depreciándose. Las fluctuaciones de la moneda influyen por tres vías. Por un lado, una esterlina débil encarece los viajes al extranjero para los turistas británicos. Por otro, los beneficios del grupo en libras, al ser cambiados a euros, valen menos. Solo en el último trimestre, la fluctuación de la libra le costó a IAG 162 millones de euros. Por último, la depreciación de la libra tendrá un fuerte impacto en las aerolíneas británicas, ya que una buena parte de sus costes -el petróleo es el principal- son en dólares.
Otro efecto del Brexit en IAG será la posible marcha de miles de banqueros de la City hacia otros destinos de Europa. El corredor Londres-Nueva York, uno de los más rentables para el grupo, podría resentirse, ya que BA controla el 29% del tráfico entre Europa y EEUU. Según Moody's, un menor crecimiento económico y la depreciación de la libra reducirán a la mitad el crecimiento esperado en el tráfico en los aeropuertos británicos en 2017 y 2018.
Otro frente abierto para IAG es la regulación que Bruselas podría imponer a las aerolíneas británicas una vez que Reino Unido salga de la UE. La actual política de cielos abiertos, que permite a una aerolínea como BA volar por todo el continente con una licencia de su regulador nacional, podría modificarse. Álex Cruz, presidente de BA, aseguró a finales del año pasado en Londres que "es vital el mantenimiento de los cielos abiertos entre Reino Unido y la UE". Esto implicaría la continuidad británica en el espacio aéreo europeo. "Perder este modelo podría suponer el regreso a la época de mucha regulación y poca competencia", afirmó el ex ejecutivo de Vueling.
El último problema para IAG (con sede en Madrid y cuyo primer accionista es Qatar Airways con el 20%) podría ser la norma europea que obliga a que un mínimo del 40% de su accionariado sea de la UE. Tras el Brexit, los socios de Reino Unido dejarían de contar para llegar a ese nivel y el grupo estaría en peligro de saltarse ese requisito.
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