El mayor fracaso de la industria militar española. Es como comienza a conocerse el 'sobrepeso' de los nuevos cuatro submarinos S-80, rebautizados como S-81 plus, de los que se desconoce cuál será su coste final. Sin embargo, sí se sabe que la cifra alcanzará, al menos, los 130 millones de euros. Es el precio que supone revisar y mantener los submarinos hoy en servicio para prolongar su vida mientras llegan los nuevos que los sustituyan.
El sobrecoste de la construcción de estos sumergibles fabricados con unas toneladas de más –entre 75 y 100 en la fecha inicial de entrega, 2012, ahora 2020 para el primero de ellos– y el dinero que siempre aparece para pagar este tipo de 'inconvenientes' –que en el caso de la serie S-80 aún está por determinar– son sólo un ejemplo más de las habituales peculiaridades del gasto militar español.
A principios de mes el Instituto de Investigación para la paz Internacional de Estocolmo (SIPRI) hacía público su informe relativo al gasto militar mundial. En el caso de España, la investigación señala un cambio sustancial en el pasado año respecto a 2014, donde se visualiza un aumento de 3.256 millones de euros –de 9.596 millones a 12.852–, es decir un 33% más.
Según el SIPRI, el gasto alcanza un 1,3% del PIB y no un 0,6% como se defiende desde el Gobierno. Esto sucede debido a que el gasto militar se encuentra repartido por otros ministerios y no sólo en el de Defensa. Es el caso de las clases pasivas militares (Seguridad Social), la mutua militar ISFAS, gastos en organismos como la OTAN, (dependientes del Ministerio de Exteriores) o las ayudas en I+D a proyectos militares, que corresponden al de Industria.
A esto también debemos sumarle la habitual diferencia entre el presupuesto militar programado en un inicio para el Ministerio de Defensa y el liquidado al acabar el año. Este último ha superado en los últimos años los 2.000 millones de euros.
Desde el Centre Delàs d'Estudis per la Pau, especializado en gasto militar, destacan respecto a esto último que se trata de "una argucia del Ministerio de Defensa y consentida por el Ministerio de Hacienda para amañar el gasto militar real y que la opinión pública ignorara que Defensa era un ministerio privilegiado frente al resto de ministerios, que habían sufrido graves recortes desde la llegada de la crisis económica".
A nivel mundial
En el informe SIPRI 2015 se observa el aumento del presupuesto militar a nivel mundial en un 1% respecto del año 2014. Ya alcanza la cifra de 1,7 billones de dólares (1,5 billones de euros).
Este aumento rompe la tendencia de cuatro años de descenso y está marcado por el incremento del gasto en países de Oriente Próximo, Asia y Europa Central. Respecto a esta última zona del mundo, la cifra alcanza una subida del 13%, sobre todo en los países del este fronterizos con Rusia y Ucrania, debido a la proximidad del conflicto ucraniano.
Estados Unidos es la potencia que lidera el podio del gasto militar con 596.000 millones de dólares –un 3,3% de su Producto Interior Bruto– aunque ha mantenido un descenso continuo desde el año 2009, su gasto militar disminuye en un 2,4%, según el informe SIPRI.
El documento muestra además un aumento del gasto en China, segundo país que más destina a armamento: un 7,4%, hasta alcanzar los 215.000 millones de dólares. Por debajo, pero cerca, se encuentra Arabia Saudí con un 5,7%, que pasa del cuarto al tercer puesto tras duplicar su gasto desde el año 2006 hasta el 2015. Rusia, cuarto país en gasto militar, contabiliza para el año 2015 un aumento del 7,5%, hasta los 66.400 millones de dólares.
En Europa occidental, a pesar del recorte presupuestario llevado a término por la austeridad, en el año 2015 hubo más países que gastaron más que en el año en su presupuesto militar –como Reino Unido, Francia y Alemania– que otros que han mantenido su disminución.
En América latina el presupuesto también cae y alcanza un descenso del 2,3%. Esta reducción responde al recorte en un 64% del presupuesto militar implantado por Venezuela, estimulado en parte por la caída de los precios del petróleo. También se reduce en Ecuador la partida, que se recortó en un 11% rompiendo la tendencia de los últimos años.
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