A día de hoy, Iberia se presenta como una compañía renovada de arriba a abajo gracias a una serie de cambios en su imagen corporativa, a la adquisición de modernas aeronaves y al establecimiento de nuevos destinos como Shanghai o Tokio. Es evidente que se trata de una compañía pujante capaz de competir con las más poderosas del mundo, siendo la líder en el tráfico de
pasajeros entre América Latina y Europa. Más importante aún; la aerolínea ha protagonizado un beneficio récord de 486 millones de euros durante el último año, demostrando así que el factor determinante de sus pérdidas fue la coyuntura económica, y no la masa salarial de sus empleadas y empleados. Iberia ha contratado y tiene previsto contratar nuevos pilotos y tripulantes de cabina de pasajeros, renovando así una plantilla de vuelo que llevaba diez años sin conocer nuevas entradas, con poco movimiento entre flotas y un palpable envejecimiento de las mismas. Además, todo indica que esta dinámica irá in crescendo, y que el reflujo de años pasados es historia. No obstante, el mundo de la aviación es excesivamente sensible a las crisis internacionales, e Iberia vivió un ejemplo de esto durante la Guerra del Golfo a principios de los años 1990.
Así es la nueva Iberia; una compañía que se siente orgullosa por ser la segunda más puntual del mundo al mismo tiempo que desprecia a los auténticos artífices de semejante logro, y es que entre su personal de tierra se hallan cientos de empleadas y empleados contratados de manera temporal desde hace tanto, que incluso algunas y algunos llevan la friolera de trece años como eventuales, malviviendo en función de las necesidades de una empresa que parece olvidarse de aquellas y aquellos que la ponen a funcionar. Para que nos hagamos una idea; trece años suponen más de un tercio de la vida laboral media de una trabajadora o un trabajador en el Estad
o español. Es absolutamente abominable que haya personas viviendo en la incertidumbre mientras los directivos de sus empresas se reparten dividendos millonarios, obtenidos mediante la extracción de plusvalías derivadas del trabajo de la clase obrera. Es de vital importancia que estas trabajadoras y estos trabajadores se organicen junto al resto de sus compañeras y compañeros en torno a consignas de unidad y solidaridad, con el fin de lograr victorias y obtener derechos. Asimismo, el trabajo de los sindicatos debe hacerse valer, independientemente de la paz social firmada durante el pacto alcanzado en la mediación de 2013. Son los sindicatos quienes deben realizar una labor de comprensión de la situación y resolución de problemas, y eso se hace saliendo a hablar con las compañeras y los compañeros todos los días del año, no sólo cuando se acercan las elecciones sindicales.
Desde RedPress, mostramos nuestra solidaridad con estas trabajadoras y estos trabajadores de Iberia, por ello denunciamos la avaricia de un capital que impide el desarrollo vital de la clase obrera y que muestra todo su brillo sobre la mayor de las inmundicias posibles. Decimos no a los EREs y no a la temporalidad, decimos sí a la lucha obrera y sí a la dignidad. Por ello exigimos transformaciones contractuales para los afectados por la temporalidad en Iberia, y en todas las empresas.
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