Escribía ayer en las páginas virtuales del diario El País el hermano del fallecido -y ya ex-presidente del Banco Santander, Emilio Botín- para asegurar al mismo tiempo que a éste “no le importaba nada el dinero aunque nació con el talento de multiplicarlo”.
Extraña e imposible conexión lógica de ideas, pues para no darle nada de importancia al dinero, su hermano había conseguido elevar la cifra del activo bancario del grupo hasta los 1,3 billones de euros, por encima del valor del Producto Interior Bruto (PIB) de España.
Pero tampoco en relación a otra de sus afirmaciones publicadas ayer, en la que sugería que Emilio Botín “lo hubiera dado todo por la prosperidad del Banco, de su ciudad y de su país”, podía uno encontrar ese reflejo de coherencia y bondad que al parecer su hermano menor quiso retratar.
¿Quiso indicar con el uso expreso del subjuntivo que al ex-presidente aún le quedaba mucho o “todo” aún por dar? ¿Pero es que a la edad de 79 años, en el año 2014, no lo había dado acaso todo ya y estaba esperando algún acontecimiento en particular?
El logro de la prosperidad de un “Banco”, antes que el de cualquier otro, deviene en una tarea de máxima dificultad si se combina con el de la consecución de la prosperidad de un “país” o una “ciudad”, entidades que se escriben simplemente con minúsculas.
Pero ello no evita experimentar una especial repulsión al recordar que hasta tres ex-ministros del Gobierno español –amén de ex-secretarios y abogados del Estado- componen en la actualidad el Consejo de Administración de una entidad cuyos objetivos, recuérdese también, no han demostrado pertenecer, nunca, al ámbito del general interés.
Y como prueba de este detalle cabría destacar, que en el año 2007, cuando la crisis española constituía tan solo una amenaza en forma de especulación, Banco Santander fue, si no la principal entidad, una de las dos o tres principales entidades del sector financiero que mayor expansión internacional emprendió. La inversión exterior del sector ascendió a casi 43.000 millones de euros.
Hoy, tan sólo el 14% de los clientes del banco son españoles y Brasil es el país que mayor beneficio atribuido aporta, un 23%. Lo peor es que el crédito en España no regresa y eso que el propio Emilio Botín auguró que en este año 2014 lo haría definitivamente.
Si no ha de ser la muerte de nadie un pretexto para centrar la responsabilidad de cualquier persona en el actual desastre nacional, mucho menos lo ha de ser para conceder aquellos elogios que en absoluto corresponde merecer.
Justamente porque la figura de Emilio Botín pasará a la historia de España mucho más próxima del lugar donde la crisis se originó que de donde finalmente se solucionó.
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