El autor defiende: "De esta crisis no se sale".
Dicen que crisis significa en griego antiguo ‘oportunidad’. Por lo tanto, la crisis que nace con la quiebra de Lehman Brothers no es, en esencia, una desgracia sino una gran oportunidad. Personal y social. Un chollo, una suerte, una chamba que el capitalismo nos ha regalado para que nosotros, ya se lo imaginan, nos reinventemos.
Ése fue y aún sigue siendo parte del relato mágico con el que las autoridades y muchos creadores de sentido justificaron lo que era injustificable: un colapso generalizado de los instrumentos de control de la codicia, un desinterés que roza el genocidio hacia la dignidad de los trabajadores, las personas y el planeta, y una constatación fehaciente de que el feudalismo vuelve a ser considerado como el más sólido y razonable de los sistemas políticos.
Ése fue y aún sigue siendo parte del relato mágico con el que las autoridades y muchos creadores de sentido justificaron lo que era injustificable: un colapso generalizado de los instrumentos de control de la codicia, un desinterés que roza el genocidio hacia la dignidad de los trabajadores, las personas y el planeta, y una constatación fehaciente de que el feudalismo vuelve a ser considerado como el más sólido y razonable de los sistemas políticos.
El relato mágico, sin embargo, sigue su curso. En 2009, Sarkozy ya anunció la refundación del capitalismo y a fe mía que dicha refundación funciona a la perfección. Muchos creyeron entonces que Sarkozy se refería a un retorno a los viejos valores de control keynesianos con una Tasa Tobin generalizada y la reimplantación de legislación similar a la Glass-Steagall para control de la dimensión de las entidades bancarias. Otros pensaron que la refundación vendría del nuevo capitalismo tecnológico, más amable y desencorbatado que multiplicaría los ‘silicon valley’ por todo este valle de lágrimas que es el mundo.
Y, sin embargo, el cuento de la refundación ha ido en sentido contrario. Punto uno. Esto no es una crisis, no es un momento, no es una oportunidad. No es un lugar del que se sale. Es el paisaje que queda. El capitalismo de después de 2008 no constituye una anomalía sobre el capitalismo de las burbujas de 1992, 1998, 2000 y 2001. Constituye su parada términi. El mundo que se está configurando durante estos años se caracteriza por la definición general de la globalización como mercado maduro. O dicho de manera más simple, que el crecimiento como concepto motor/ideológico de la sociedad queda en suspenso. No abolido, no corregido. Queda latente. El capitalismo sin crecimiento pero con una infinita creación de riqueza monetaria es, y cada vez queda más claro, una forma de tiranía.
Y hacia allí vamos.
La refundación iniciada en el 2009 incluye exclusión de los mecanismos de ascenso social de clases medias y populares a través del control férreo de las instituciones que lo permitían, básicamente las educativas y las de representación política.
El capitalismo refundado incluye una sustitución del bienestar por el entretenimiento. Del debate por el ocio. Una masiva anulación de cualquier referente que pueda generar organización social a favor de una narcisismo cosmopolita que anula la lucha local.
El nuevo capitalismo, que está puliendo su chapa y abrillantando su pintura, será más invisible, inodoro e omnisciente que el actual. Pero más férreo y cruel.
De esta crisis no se sale. La crisis no es una foto, es el paisaje entero.
De esta crisis no se sale. La crisis no es una foto, es el paisaje entero.
Debe, pues, quedarnos bien claro a la hora de imaginar y construir resistencias. Debemos entender que las armas del inmediato pasado no nos sirven. No nos sirve la urgencia ni la improvisación. Y como esto va a ser así a partir de ahora, acomódense en sus puestos de combate. La lucha sigue, con otros medios y lenguajes. Con nuevos actores y reparto.
es autor de 'Posteconomía, hacia un capitalismo feudal'
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