José María Aznar, guerra de Iraq y Rupert Murdoch: pago a los servicios prestados
En enero de este año, José María Aznar fichaba, como experto internacional, por el despacho Latham & Watkins, uno de los bufetes de mayor facturación del mundo. Este asesoramiento del expresidente no es, sin embargo, el único que presta a compañías extranjeras. Desde 2006, poco después de su salida de la Moncloa, Aznar se encuentra en el Consejo de Administración de News Corporation, la macrocorporación del siempre polémico Rupert Murdoch. ¿Cómo llega el político español a sentarse en la cúpula directiva de News Corp.? Para explicarlo, inevitablemente, vamos a relacionar diferentes aspectos que tienen que ver con las estructuras de poder. Queremos advertir al lector/a que, en ningún caso, los protagonistas de esta historia van a dejar de manera explícita huella de las relaciones establecidas, por lo que es necesario realizar un razonamiento deductivo a partir del análisis de los hechos. Para ello, hagamos un poco de memoria.
En marzo de 2003 comienza la invasión de Iraq por parte de tropas estadounidenses bajo el mandato de George Bush hijo. La guerra, de dudosa legitimidad ante la comunidad internacional, contó sin embargo con el apoyo de dos países con sus respectivos mandatorios al frente: Tony Blair en Gran Bretaña y José María Aznar en España. A pesar de una mayoritaria opinión pública en contra, a pesar de las dudas razonables sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Iraq (que incluso inspectores de la ONU, como Hans Blix, habían reconocido), los dos mandatarios europeos se posicionaron como socios absolutos de Bush en el conflicto. La famosa foto del Trío de las Azores es una demostración gráfica del entendimiento Bush-Blair-Aznar como cruzados antiterroristas contra el que consideraban uno de los baluartes del eje del mal: Sadam Hussein.
En este relato de los hechos, nos falta un protagonista: Rupert Murdoch, presidente de News Corporation. El magnate australiano mantenía ya en aquel momento una excelente relación con Tony Blair, a quien decidió apoyar desde su primera legislatura en 1997. Tenemos que decir que Murdoch posee en Gran Bretaña dos de los principales periódicos, el sensacionalista The Sun y el diario de referencia conservador The Times, además de una importante participación en la plataforma Sky. De esta forma, según datos de un trabajo que publicamos en 2015, en virtud de información extraída de la Oficina de Comunicaciones (Ofcom), la influencia de News Corporation en la opinión pública en el Reino Unido es bastante alta, situándose en un 23,7% del total de noticias consumidas al día por la población británica.
Las relaciones de Murdoch con los políticos también han sido importantes en su país de origen, Australia, y en Estados Unidos, donde claramente, su cadena, Fox, se ha decantado siempre por el partido republicano. Precisamente, durante 2003, la cadena Fox fue una de las más beligerantes en su defensa de la guerra de Iraq, hasta tal punto que recibió numerosas críticas por su cobertura informativa. Greg Dyke, entonces director general de la BBC, calificó como “patriotismo belicoso” la actuación de Fox News, mientras que Ted Turner, fundador de CNN, acusó a la cadena de “seguir una línea patriótica y entregada al ejército de Estados Unidos”.
Para terminar de comprender cómo funcionan las relaciones de poder en el entramado del sistema mediático, necesitamos hacer referencia a la autoridad regulatoria del mercado de la comunicación en Estados Unidos: la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC). Desde un punto de vista editorial, se podría pensar que la Fox actuó como portavoz del partido republicano por interés comercial al cubrir un espectro de audiencia afín a su posicionamiento. Pero el interés empresarial, no solo de la cadena Fox, sino de la compañía a la que pertenece, también estaba en juego. Y aquí entra de lleno el papel de la FCC. Formada en aquel momento por cinco comisionados, representantes del bipartidismo en el país, el sesgo político de la FCC suele coincidir con el partido en el gobierno, que elige también a su presidente. Podemos así confirmar que en 2003, el presidente de la FCC era Michael Powell, hijo de Colin Powell, a la sazón secretario de Estado de la Administración Bush durante la guerra de Iraq. A estas alturas del texto, el lector/a puede preguntarse ¿qué tiene que ver todo esto con Aznar? Vamos a terminar de relacionar el conjunto de elementos de la estructura de poder y podrá llegar a interesantes conclusiones. Repasemos los datos. Tenemos a George Bush y Colin Powell como dirigentes del gobierno republicano que lleva a cabo la invasión de Iraq; también contamos con una cadena, Fox, que realiza una importante campaña de propaganda para justificar el conflicto. En la FCC, está Michael Powell, partidario de aumentar hasta el 45% el límite de audiencia de la televisión en Estados Unidos, algo que beneficia especialmente a la cadena Fox, que en aquel momento superaba el límite legal establecido anteriormente, al alcanzar el 39% de cuota de pantalla. Y en estas circunstancias, irrumpe la sociedad civil de Estados Unidos, que logra parar las medidas de la FCC. ¿Se quedó la Fox sin premio después de su labor a favor de la guerra de Iraq? Claro que no. El presidente George Bush terminó firmando una enmienda de la Telecommunication Act que ampliaba hasta ese 39% la audiencia nacional en la televisión, justo la cuota que tanto necesitaban Fox, Rupert Murdoch y News Corporation para mantener su dominio empresarial y mediático en Estados Unidos.
No perdamos de vista, por tanto, que en 2003 la administración Bush entra en la guerra de Iraq con la inestimable ayuda propagandística de la Fox y los apoyos políticos de Blair y Aznar. Y recordemos que en 2006, Murdoch ofrece a estos dos mandatarios formar parte de la cúpula de News Corporation. Blair declinó la oferta, pero Aznar aceptó y desde entonces ha visto recompensado su asesoramiento con creces, subiéndole el sueldo un 7,6% en 2012 (una retribución de unos 198.000 euros al año) y un 29,1% en 2016 (unos 282.000 euros al año). Cabe preguntarse cuál es el asesoramiento de Aznar a una empresa de comunicación, ya que nunca ha trascendido de qué labores se encarga, señalando únicamente que “aporta conocimiento, experiencia y una perspectiva internacional al consejo”. Más interesante resulta recordar, sin embargo, la entrega del gobierno de Aznar a la guerra de Iraq, con sus consignas a medios e informadores para defender la causa. Periodistas como Jon Sistiaga denunciaron que no solo el gobierno de Estados Unidos, sino que también el ejecutivo de Aznar, “instaba a directores y responsables de televisiones, radios y periódicos a que levantaran a su gente de Bagdad” porque “cuantos menos testigos hubiera mejor”. Rafael Poch habló de alineamiento del gobierno del Partido Popular con la guerra, mientras que otros como Ricardo Ortega fueron cesados de cadenas claramente conservadoras como Antena 3 por no seguir las directrices de la Moncloa. No podemos olvidar la muerte de Julio Anguita Parrado y el asesinato del cámara José Couso en el Hotel Palestina de Bagdad, que provocó el plante de la prensa española a Aznar, quien se limitó a lamentar lo sucedido y señalar que ambos “eran conscientes del alto riesgo” que corrían. Meses después de la caída de Bagdad, el Partido Popular perdía el gobierno de España tras el vuelco electoral provocado por los atentados del 11-M en Madrid, cuya investigación llevó al juez Juan del Olmo a vincular el ataque contra los trenes a la participación española en la guerra de Iraq. Aznar abandonaba la Moncloa. Un prometedor futuro como asesor internacional le esperaba en News Corporation. Rupert Murdoch, el gran agitador de la guerra de Iraq beneficiado empresarialmente por la administración Bush, ha hecho ganar desde entonces a Aznar más de dos millones de euros.
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