El 58% de las horas extraordinarias que se trabajaron en España cada semana durante el segundo trimestre de 2015 no han sido remuneradas. Las horas extra son un modelo que precariza las condiciones laborales y fomenta el desempleo
Cada semana se realizan en las empresas españolas más de seis millones y medio de horas extraordinarias, aquellas que se trabajan por encima de la duración máxima de la jornada fijada en el convenio colectivo o en el contrato. Tiempo hurtado al descanso, a la lectura, a la compañía y cuidado de las personas queridas, a pasear, a escuchar, al juego, a hacer el amor, a vivir. Tiempo entregado, y aquí está lo más sangrante, sin apenas compensación en gran parte de las empresas: casi cuatro millones de esas horas extraordinarias semanales son impagadas.
Concretamente, cada semana las plantillas 'regalan' 3.904.100 horas extra a las empresas, impagadas según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondientes al segundo trimestre de 2015.
Desde la reforma laboral de 2012, las personas contratadas a tiempo parcial también pueden realizar horas extra, en una maniobra que da manga ancha a la empresa, según explica a Diagonal José Luis Carretero, profesor de Formación y Orientación Laboral: "Se están utilizando las horas extra como si fueran obligatorias, así como se están utilizando igualmente las llamadas 'horas complementarias', lo que permite alargar las jornadas de los trabajadores a tiempo parcial hasta la jornada ordinaria a tiempo completo y utilizar a los trabajadores de manera flexible para evitar contrataciones y mantener una plantilla inferior a la que realmente sería necesaria. Teniendo en cuenta que muchas de estas horas no se pagan, sino que se compensan con descanso, en el mejor de los casos, lo cierto es que la flexibilidad de uso de mano de obra en cuanto al tiempo de trabajo que consigue el empresario es casi total".
Para Pablo Agustín Villén, secretario de acción sindical de CNT Aragón-La Rioja, las horas extraordinarias son en la actual coyuntura un mecanismo para variar ritmos de trabajo y conseguir una producción "a la carta". En su opinión, persigue un doble objetivo: ahorro para los empresarios, al evitarles contrataciones que de otro modo serían imprescindibles, y precarización del mercado de trabajo, por cuanto contribuyen a una mayor tasa de desempleo.
El Estatuto de los Trabajadores fija en ochenta el número máximo de horas extraordinarias que se pueden hacer al año y señala el carácter voluntario de su prestación, algo que Sira del Río, ex secretaria confederal de la Mujer en CGT, cuestiona con firmeza: "Hay una absoluta coacción por parte de las empresas y la amenaza de no renovación del contrato o del despido directamente siempre pende sobre una negativa a realizar horas extraordinarias, incluso de forma gratuita. Por otro lado, la precariedad de los salarios hace que estas horas, cuando se pagan, se vivan como un complemento imprescindible para llegar a fin de mes".
Mucho más por menos
La trascendencia de las horas extraordinarias es especialmente significativa en un mercado laboral asolado por el paro y en el que la contratación a tiempo parcial se ha impuesto como modelo. El informe Análisis de las horas de trabajo y la jornada laboral en España 2008-2014, realizado por la central sindical UGT y publicado en enero de 2015, abunda en datos sobre la evolución de la jornada durante este periodo de crisis y recesión.
Así, en los últimos siete años, el empleo a jornada completa ha descendido en número de ocupados y en horas trabajadas, mientras las dos variables a tiempo parcial han mostrado aumentos.
En el tercer trimestre de 2014 el mercado laboral contaba con 3.378.100 ocupados menos y 108.233.600 horas de trabajo efectivas menos que en el tercer trimestre de 2008. Esto supone caídas en ambos indicadores superiores al 18%. En el caso del tiempo parcial, para el mismo periodo, se produjo la tendencia contraria: aumentó el número de empleados (325.700 ocupados más, un 14,2%) y también de horas trabajadas a tiempo parcial (4.685.600 más, un 12,9%).
Si descienden el número de personas ocupadas a tiempo completo y las horas efectivas trabajadas mientras aumentan las medias jornadas y se permite que con éstas se realicen horas extraordinarias, la relación entre ambas situaciones se explica por sí misma. Si, además, las extras no se pagan, obtenemos la perfecta cuadratura del círculo que han logrado las patronales.
Más de la mitad, en torno al 56%, de asalariados que efectuó horas extra en 2014 no las cobró, señala el estudio de UGT, mientras en 2008 esto le sucedía a una proporción muy inferior, a un 35%.
Del total de horas extraordinarias que realizaron las plantillas el año pasado, prosigue el informe, un 52% no se remuneraron. Un peso que ha crecido 14 puntos desde 2008. En la otra cara, las horas extra pagadas han perdido ese mismo peso en este tiempo.
Por sectores de actividad y ocupación, según la estadística del INE, las horas extraordinarias en 2015 se concentran en técnicos y profesionales científicos e intelectuales; trabajadores de los servicios de restauración, personales, protección y vendedores, técnicos y profesionales de apoyo. Comercio, industria manufacturera y hostelería son áreas en las que las horas extraordinarias no lo son tanto, sino que se trata de la jornada habitual.
El informe de UGT señala que el cambio más visible respecto a 2008 en cuanto a la implantación de horas extra se produce en la construcción, que pasa de una proporción en el conjunto de los sectores del 10,6% al 4,3%.
En cuanto al porcentaje de horas extraordinarias no pagadas en cada sector, destacan las actividades inmobiliarias (el 100% de las horas extra realizadas son no remuneradas), financieras y de seguros (el 92,8%) y la educación (el 86,8%).
Del Río recuerda que "según algunas fuentes, si se eliminaran sólo las horas extra que no se pagan se podrían crear 75.000 empleos. Es una cifra absolutamente escandalosa. Si añadiéramos las horas extra pagadas, el número de empleos que podrían crearse sería mucho mayor".
¿Qué hago si me obligan a echar horas extra?
La denuncia a la Inspección de Trabajo cuando se superan las ochenta horas extra anuales y la reclamación de cantidad por vía judicial en el caso de las impagadas son los caminos para hacer frente a unos abusos que se producen habitualmente mediante amenazas para llevar a cabo algo que, sobre el papel, es voluntario. El miedo, siempre presente en las relaciones laborales.
"La facilidad que tienen las empresas para llevar adelante estas represalias se puede contrarrestar si la negativa del trabajador o trabajadora a realizar las horas extraordinarias se realiza de tal modo que queden pruebas de ello, por ejemplo si se hace por escrito y con acuse de recibo, algo a lo que no estamos acostumbrados ya que solemos comunicarnos de manera preferentemente verbal con nuestros superiores, y que sería bueno generalizar", recomienda Agustín.
Carretero apela a la acción conjunta y a una reorientación sindical para revertir la implantación de las horas extraordinarias. "Se necesita que la plantilla actúe como una piña y se niegue a realizar horas extraordinarias no obligatorias. Además, los sindicatos deben intentar evitar pactar horas extra estructurales en los convenios, como han venido haciendo los mayoritarios. Eso implica un contrapoder sindical fuerte que pueda obligar a mantener la estabilidad laboral de los trabajadores que no realizan las extras y que, a la hora de negociar el convenio, se centre en la creación de empleo indefinido y con garantías, evitando las contrataciones precarias y la sustitución de trabajo estructural por estudiantes en formación".
En bancos como Santander o Sabadell ya ha habido experiencias judiciales y acción sindical encaminada a reducir las horas extraordinarias. En Zaragoza, CNT ha demandado mediante conflicto colectivo a la fundición Alumalsa "porque desde 2013 viene obligando a toda persona que contrata a firmar una cláusula de obligatoriedad en la realización de las horas extraordinarias, suprimiendo su carácter voluntario", explica Agustín.
¿Y las autoridades laborales?, ¿cuál es su papel en esta historia?, ¿no deberían intervenir para impedir las horas extra teniendo en cuenta la altísima tasa de desempleo? La respuesta es que ni están ni se las espera. Carretero considera que las instituciones traicionan su función de gestoras de las condiciones de la fuerza de trabajo "para establecer un mercado laboral business friendly. En el Derecho es tan importante el texto de la ley como sus lagunas, o lo que se hace cumplir de facto y lo que no".
Por su parte, Agustín asegura que "se permite la realización de horas extraordinarias por la misma razón que se permiten los ERE en empresas que no tienen pérdidas, por la misma razón que se permite el despido libre, llamado improcedente en nuestra legislación, y que valida la posibilidad de cesar a un trabajador sin ningún motivo con tal de indemnizarle, etcétera. Es decir, esta permisividad por parte de las instituciones no es casual sino intencionada, y responde al modelo social que se pretende implementar, ahondando en la supresión de derechos históricamente alcanzados por la clase trabajadora, y poniendo siempre la maximización de beneficios por parte del empresario por encima de cualquier atisbo de dignidad y calidad de vida entre la mayoría social que componemos las trabajadoras".
Las horas o la vida
Quedarse a echar unas horas extra afecta de manera distinta a ellas y ellos. Una desigualdad que no es sino consecuencia de la brecha de género existente en un mercado laboral en el que hay diferencias salariales para el mismo empleo y que se enmarca en un contexto más amplio: quién realiza las tareas para hacer sostenible la vida, más allá del trabajo.
"Aunque se va avanzando, las mujeres nos seguimos haciendo cargo de forma absolutamente mayoritaria de las tareas de cuidados y vinculadas a la sostenibilidad de la vida, por lo que la realización de horas extra, las que se realizan en el empleo, es muy difícil. Esta falta de disponibilidad, que tiene que ver con las tensiones inherentes a dos lógicas antagónicas, la de los cuidados y la de los mercados, siempre se saldará en contra de las mujeres", opina Del Río, quien recalca que la organización de la sociedad se hace en torno a las necesidades de los mercados y no de las personas.
Agustín añade que las extra tienen una repercusión diferente porque "en las mujeres se acentúa la falta de voluntariedad real en su prestación, ya que es más fácil que una mujer cobre un sueldo insuficiente para cubrir sus gastos, como también lo es que se encuentre en una situación contractual precaria que la convierta en presa especialmente fácil de las represalias empresariales".
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