La revolución francesa fue el resultado de una serie de desequilibrios internos en el sistema político y social que condujeron a una situación de crecientes tensiones internas que hicieron estallar la revolución. Uno de los principales factores que intervinieron en el desencadenamiento de la revolución fue la situación financiera del Estado francés que, debido a la derrota de la guerra de los 7 años, acumulaba unas increíbles deudas a lo que se sumó el descenso de los ingresos derivados del comercio americano a causa de la pérdida de las colonias en aquel continente. El mantenimiento de un abultado ejército junto a una política exterior que tenía dificultades para conservar el prestigio del Estado francés como gran potencia, generó graves complicaciones internas que exigieron una reorganización del conjunto de la sociedad para hacer más competitivo el sistema político y social francés en la esfera internacional. Francia no podía mantener una carrera armamentística y financiar el esfuerzo bélico si no llevaba a cabo cambios drásticos en su sistema político. Así es como se produjo, junto a otros factores de no menor importancia, la revolución francesa.
En el caso español nos encontramos con algunos elementos comunes con la experiencia francesa, lo que en ningún caso significa que necesariamente el país se dirija hacia un proceso revolucionario. En cambio, sí podemos afirmar que de seguir la situación actual se producirán importantes tensiones políticas y sociales a nivel interno, lo que seguramente generará ciertas incertidumbres acerca del rumbo general que puedan tomar los acontecimientos. Sin embargo, como decimos, la situación del Estado español es bastante diferente en tanto en cuanto no ha atravesado guerras recientes ni está sometido a la presión de una carrera armamentística. A pesar de todo esto existen ciertos aspectos comunes como es el excesivo endeudamiento del Estado a causa de un exorbitante gasto militar, lo que ha generado una deuda del ministerio de defensa por valor de al menos 30.000 millones de euros, una cantidad que es mayor al gasto que supuso el rescate a Bankia. Se trata de una cantidad que es el equivalente a las nóminas de los funcionarios de todo el Estado.
En la actualidad resulta realmente difícil determinar la magnitud del gasto militar del Estado español a causa de la opacidad del ministerio de defensa en sus cuentas. A esto hay que sumar diferentes trucos de contabilidad que maquillan la situación real del gasto militar, pues el propio ministerio se encarga de hacer malabarismos contables para presentar unas partidas presupuestarias minimizadas en relación al volumen real del presupuesto. En la práctica el gasto militar se encuentra disperso en su gran mayoría fuera del presupuesto de defensa en partidas de todos los demás ministerios, a excepción del de justicia. Pero son sin lugar a dudas los ministerios de industria y de hacienda son los que en la práctica financian la mayor parte del gasto del ministerio de defensa, especialmente los desfases presupuestarios y la inquietante y cada vez mayor deuda. Además de todo esto nos encontramos con que el gobierno utiliza los decretos-ley como instrumento para añadir recursos al ministerio de defensa, que en la práctica son créditos presupuestarios que incrementan la deuda estatal, de tal modo que ello ha significado históricamente el aumento del presupuesto militar entre un 10 y 18% al año. Así, el gasto militar es de al menos 15.000 millones de euros, a lo que hay que sumar, por un lado, la parte de la deuda del Estado que es imputable al gasto militar fruto de unos presupuestos generales que históricamente han sido deficitarios. Juntamente con esto no puede olvidarse la cantidad imputada a pago de intereses de todas las deudas anteriores, lo que finalmente da como resultado un gasto militar de casi 24.500 millones de euros para el año 2016.
Gracias a estos enredos contables y financieros interministeriales y presupuestarios el ministerio de defensa ha podido continuar con sus programas militares, y de manera encubierta aumentar sus presupuestos al mismo tiempo que públicamente el ministerio los presentaba como recortes, o simplemente con la intención de trasladar a la opinión pública el mensaje de que se gasta poco en defensa, (según defensa un porcentaje del PIB que sitúa al Estado español junto a Luxemburgo), para acto seguido reclamar un mayor gasto militar. Todo esto ha sido posible al ocultar más de 18.700 millones de euros y publicitar únicamente casi 5.800, o lo que es lo mismo publicitar un 30,94% del presupuesto y ocultar el 69,06% restante. Esto no deja de ser una forma de opacidad que responde a un interés deliberado de ocultar la verdadera dimensión del militarismo en el Estado español, algo que se ha practicado durante todas las legislaturas del régimen constitucional de 1978. Así, comprobamos que el gasto militar real puede rondar fácilmente entre el 7 ó el 8% del PIB, frente a las cifras oficialmente declaradas que excluyen la mayor parte de los gastos correspondientes al ministerio de defensa.
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http://portaloaca.com/articulos/antimilitarismo/10904-el-gasto-militar-en-el-estado-espanol.html
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