En los seres primeros meses de este año, Iberia acumula más de dos tercios de todas las reclamaciones por cancelaciones de vuelo, retraso o denegación de embarque que registró en 2017. Los datos hasta junio de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) no dan buen pronóstico para la aerolínea que preside Luis Gallego. Si la tendencia se mantiene, a una media de 274 quejas por mes, la compañía cerrará este año con un aumento de un 37% respecto a 2017.
Condenada a ser una aerolínea de segunda en un holding, IAG, que prima la posición de British Airways, la Iberia de Gallego mantiene su cinturón bien apretado ante unas turbulencias económicas que todavía no dejan espacio para confiarse.
Con su tercer Expediente de Regulación de Empleo (ERE) ya enfilado -con 2019 como horizonte para que sus trabajadores se acojan a la medida- y provisionado con 180 millones en el último ejercicio, la compañía habrá liquidado a más de 5.500 trabajadores.
Esta estricta reducción en costes laborales como una de las vías para mantener a la aerolínea en números negros y dejar atrás aquella época en que se perdía un millón de euros diario se deja sentir en el servicio que ofrece la compañía a sus pasajeros y empaña su esfuerzo de renovación de la flota.
¿De qué sirve gastar millones en aviones más nuevos y eficientes si tus pasajeros van mal atendidos? Esa sería quizá la pregunta que Gallego debiera hacerse el día que decida devolver a la aerolínea el prestigio que un día tuvo.
https://www.elespanol.com/economia/empresas/20180910/leones-luis-gallego-iberia-marcos-ruao-fnac/336366362_15.html
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