En los poco más de ochocientos metros que separan la estación de Puente de Vallecas de mi casa, dejo a mi lado once casas de apuesta (también tres inmobiliarias y dos locales de compro oro, pero eso da para otro artículo). No es que Vallecas se haya convertido en una sucursal de Las Vegas; la expansión de estos locales con atractivas luces y tentadores cálculos de cuánto ganarías si gana el Betis al Villareal y el Southampton gana por tres goles al Chelsea está ocurriendo en los barrios trabajadores de todo el Estado. Como nos contaban en su primer número las compañeras de Aquí y Ahora, publicación del barrio de Aluche y Carabanchel, tenemos más de trescientos de estos locales en Madrid, casi el doble que hace tres años.
Los datos de organismos oficiales desvelan que el increíble aumento del dinero apostado en este tipo de negocios y en webs de apuestas online va de la mano de una creciente ludopatía, que se centra en personas de bajos ingresos y cada vez más jóvenes.
Como dato positivo, tenemos que destacar que cada vez más colectivos de barrio se organizan para plantar cara a estos negocios que se nutren de la desesperación de una juventud cada vez más precaria y que contempla el juego como la única salida de la monotonía y de la falta de oportunidades.
Algunos datos para hacernos una idea de la dimensión del problema
Del último informe publicado por la Dirección General de Ordenación del Juego, dependiente del Ministerio de Hacienda, se puede ver un ligero declive del negocio tradicional del juego (máquinas tragaperras en bares, bingos, lotería nacional), mientras que el juego online, principalmente apuestas deportivas, blackjack y póquer, experimenta una subida del 30 % de 2014 a 2015. Pero si echamos la mirada un poco más atrás, veremos que los más de diez mil millones de euros apostados en este tipo de juego en 2016, eran de solo dos mil millones en 2012. Hay que destacar algo muy sintomático del informe de 2015: a lo largo de más de ciento cincuenta páginas de análisis de datos, todas con el logo de “jugar bien, jugar con responsabilidad”, no se hace ni una sola mención a los problemas de adicciones que esconden estas cifras.
Si, como vemos, el negocio va viento en popa, gracias a un publirreportaje publicado en eldiario.es (joder con la publicidad responsable) sabemos que el sector del juego online espera crecer un 30% más este año gracias al Mundial de fútbol que empezará en unos días en Rusia.
En cuanto a las salas de juego, según los datos que aporta ANESAR, patronal del sector, en el año 2016 existían en todo el Estado 2868 locales, 550 más que tres años antes. Como decíamos antes, en los últimos tres años, prácticamente se ha duplicado la presencia de salones de juego en Madrid y en la Comunidad, en diez años, se han pasado de 84 locales a 485. Parte de este éxito es responsabilidad de la normativa altamente permisiva que existe en nuestra Comunidad, puesto que frente a otras regiones que impiden su establecimiento cerca de colegios (500 metros en Murcia) o que impone una separación entre estos locales (800 metros entre locales en Valencia), Madrid no pone límite alguno.
El juego como droga
Según las estadísticas, el jugador promedio es una persona de entre 18 y 43 años con un bajo nivel de ingresos pero cada vez la edad media se va reduciendo. Según publicaba El Salto en un artículo en el que analizaba la situación del juego en nuestra ciudad, Madrid, territorio de apuestas, en 2013 solo el 4,7% de los jóvenes afirmaba haber apostado alguna vez y en 2016 el porcentaje alcanzaba ya al 20,1%.
Varios artículos analizan la gran incidencia de los problemas con el juego en jóvenes y adolescentes, reflejando cómo esta adicción actúa de manera muy similar a la de las drogas: abandono de estudios y relaciones, pérdida del control, hurtos a familiares para poder seguir apostando y tratamientos en Proyecto Hombre (y, desde luego, empresas millonarias, en este caso, que se forran con el sufrimiento). Para hacernos una idea, recomendamos la entrevista a Diego publicada por el diario.es (una de cal y otra de arena), joven que en dos años apostó más de cinco mil euros y que consiguió rehabilitarse tras tocar fondo.
Menos se ha escrito sobre la diferente incidencia que tiene esta adicción en las mujeres, por lo que el artículo de El Salto, Mujeres adictas al juego, tiene un gran valor. Destaca que casi un 1% de la población es jugadora patológica, lo que supone que medio millón de españoles tiene una adicción al juego y que un 30% son mujeres. Según María Josefa Vázquez Fernández, experta en la atención a personas adictas al juego, “todavía el hecho de ser mujer pesa, sobre todo en la cuestión de adicciones. La misma conducta en un hombre se acepta, se tolera, se legitima, se comprende… a una mujer se le exige mucho más, se le pone otra connotación a su conducta y se condena”. Por su parte, Juan Lamas de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR) asegura que “Estamos en una sociedad machista y la carga emocional que tienen las mujeres para solicitar ayuda es mucho mayor que la que tienen los hombres. Yo llevo en la Federación desde 1991, y ya entonces la mujer se sentía mal porque estaba gastando dinero del hogar y ahí se entremezclaba la culpabilidad de ser malas madres, de abandonar a sus hijos…”. En el artículo se destaca cómo la mujer tiene que aguantar esa carga y además enfrentarse sola al problema: a las terapias las mujeres acuden solas mientras que éstas suelen acompañar a sus parejas cuando son ellos los que tienen el problema.
Ante este panorama desolador, están surgiendo iniciativas para combatir la expansión de estos locales, señalando que ésta se está produciendo principalmente en los barrios obreros, las zonas más castigadas por la crisis y con una alta tasa de desempleo juvenil.
Las compañeras de Distrito 14 han iniciado una campaña con el lema Con Moratalaz No Se Juega lanzando un comunicado en el que denuncian que “Las casas de apuestas son otra herramienta más del sistema para mantener a la juventud obrera adormecida y engañada. Tiramos el poco dinero que tenemos en estos sitios con la remota esperanza de que un golpe de suerte nos arregle la vida y, ¡por fin!, mejoren nuestras condiciones de vida y ya de paso, echamos un rato entretenido.
La realidad es que los golpes de suerte no llegan. Salimos de esas Casas de apuestas con menos dinero, con menos ánimos y pensando ‘’tal vez mañana’’. Mientras tanto, los dueños siguen frotándose las manos porque cuanto más pierdes tú, más ganan ellos.” Paralelamente, en este barrio aparecieron pintadas todas las salas de juego, lo que dio lugar a que Telemadrid realizara un programa sobre los “actos vandálicos” en los que todo el mundo criticaba estos locales. También la patronal de salas de juego publicó íntegro el comunicado y salió escaldado, dado que todos los comentarios de las redes sociales eran críticos contra ellos.
También en Gamonal, barrio de Burgos con una gran trayectoria combativa, han iniciado una campaña, de la que se ha hecho eco la prensa local, contra “uno de los sectores que más ha crecido en plena crisis pese a que ni crean empleo ni sus beneficios revierten en nuestra sociedad.Todo lo contrario: llenan sus bolsillos a costa del sufrimiento de miles de personas que dejan sus ahorros y su salud en tan despreciables negocios que venden la posibilidad de alcanzar una posición económica y social ideal, utilizando estrategias de marketing que previamente han sido estudiadas para influir psicológicamente en el potencial jugador. Luces y sonidos llamativos, locales sin ventanas para perder la noción del tiempo, ninguna de forma de contabilizar el dinero, bebidas y comidas baratas, bonos de bienvenida para empezar a apostar…
Es como si un camello te invita al primer chute y te hace ofertas hasta que te enganchas. Todo vale en estos negocios para seguir ganando adeptos. Los anuncios y reclamos están por todas partes, sin tener en cuenta quién lo ve, qué se vende y lo que genera”.
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