Nueve años después España ha vuelto a convertirse en el país de la Unión Europea con mayor tasa de temporalidad. La destrucción de empleo de la crisis se cebó intensamente con estos trabajadores. El porcentaje de asalariados con empleo eventual cayó al 23% en 2013. Fue comenzar a recuperarse la economía y volver a repuntar este tipo de empleo, que en 2017 alcanzó una media del 26,8%, superó por siete décimas a Polonia, el país que ha tenido el dudoso honor de ser el líder durante este tiempo. En estos casi 10 años ha habido tres reformas laborales. Nada se ha arreglado. La temporalidad sigue enquistada en el mercado de trabajo.
España sale de la crisis sin resolver el principal problema del mercado laboral desde los años ochenta: la temporalidad. Los números que evidencian esto se amontonan. Ayer lo certificó Eurostat, el instituto europeo de estadística, que divulgó los datos medios de temporalidad en Europa. Entre los países de la Unión, España desplazó a Polonia como líder en este tipo de empleo con fecha de caducidad. Esa poco honrosa posición se repite si se analiza la temporalidad de los jóvenes. Entre los menores de 25 años, en España se sitúa en el 73,3% muy por encima del 43,9% de la UE. Y lo mismo sucede si se observan los datos por sexos: el 26% de los hombres y el 27,6%.
Para tratar de resolver esta lacra, que no solo facilita la destrucción de empleo, sino que lastra la productividad, España ha hecho en los últimos ocho años tres reformas laborales. Ninguna, como tampoco las anteriores, han resuelto un problema generado en 1984, cuando se impulsó la contratación eventual como salida a la crisis de los ochenta. Pero la solución provisional, se ha convertido en un problema permanente al que nadie le encuentra solución.
El empuje de la temporalidad, agravada por el auge de los contratos cortos (los de menos de una semana supusieron 26% de todos los contratos firmados), se ha vuelto a convertir en el mayor símbolo de la precariedad en el mercado laboral español. Hasta tal punto es así, que contrarresta muchísimo el alto ritmo de creación de empleo de los últimos años y no permite al Gobierno explotar políticamente la pujanza económica como quisiera.
Para afrontar esto, la ministra de Empleo, Fátima Báñez, se comprometió en septiembre con los agentes sociales a negociar una propuesta que, partiendo de su pacto con Ciudadanos, simplificara el menú de contratos y castigara la temporalidad fraudulenta con recargos en las cotizaciones sociales. La propuesta llegó, pero tras varias reuniones dejó de hablarse de ella en diciembre oficialmente, explican los representantes de ugt, ccoo y ceoe.
Parado desde diciembre
“Ese tema está muy parado. No hemos tocado el tema desde diciembre”, asiente el director de relaciones laborales de la patronal, Jordi García Viñas, que lamenta que el impulso reformista del Gobierno se agotara en los primeros años del mandato de Rajoy.
El responsable de Política Sindical de ugt, Gonzalo Pino, también denuncia “la parálisis” y lo achaca al “inmobilismo del Gobierno”. Y lamenta que Empleo no tenga en cuenta sus propuestas. “Desde diciembre no hemos vuelto a hablar de esto”, abunda la responsable de Empleo de CC OO, Lola Santillana. Apunta que el Gobierno cambió sus prioridades en la mesa que aborda el tema. Pasó a dar preferencia a la brecha salarial y la igualdad de género ante el empuje de la movilización feminista, pero tampoco en este tema ha habido frutos.
Fuentes del Ministerio admiten el cambio de prioridades y señalan, sin mucha convicción, que sí hay conversaciones. También asumen que no hay resultados. Entre tanto, la temporalidad sigue al alza. En el primer trimestre del año se ha superado la tasa marcada en el mismo periodo de 2017. Y hasta abril, los contratos eventuales se acercan a los seis millones, un claro síntoma de que el fraude y abuso de esta forma de contratación no remite.
https://elpais.com/economia/2018/05/23/actualidad/1527099659_539749.html
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