En marzo de 2015, Soraya Rodríguez, de 36 años, se cayó del camión de limpieza de la empresa municipal de Getafe Lyma. En la caída se golpeó la cabeza con el bordillo de una rotonda. Sufrió un traumatismo craneoencefálico. “Cuando llegó al hospital estaba en coma. Murió a los tres días. Fue un palo tremendo para todos los compañeros”, recuerda Manuel da Riva, compañero y amigo de la fallecida y delegado de salud laboral en Lyma. No era la primera vez que ocurría una desgracia. Meses antes, Lyma había sido sancionada por la Inspección de Trabajo por "vulneración de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, en relación con las obligaciones en materia de realización de la evaluación de riesgos y formación de los trabajadores”.
"Desde entonces hemos apretado y los accidentes en la empresa se han reducido a la mitad, además hemos conseguido que ese tipo de camión de recogida, en los que dos personas van subidos en la parte de atrás, se cambie por otros de carga lateral y automatizados", explica Da Riva. Nadie sabe cómo pudo caerse Soraya, pero la Inspección de Trabajo abrió un acta de infracción por el accidente.
Como Soraya, en los primeros seis meses de 2017 han muerto 300 trabajadores en accidentes laborales. 245 de ellos fallecieron durante su jornada laboral, 19 más que en el mismo periodo del año pasado, un incremento del 8,4%, según datos del Ministerio de Empleo.
De seguir este ritmo el año acabará con un nuevo aumento de las muertes en el tajo, y ya son cuatro consecutivos. En 2016 murieron 629 personas en el trabajo o de camino a él, los mismos que en 2015. 496 fallecieron durante su jornada. Esto supondría un descenso respecto al 2015 si no fuera porque en marzo de ese año murieron 31 trabajadores en el fatídico accidente del vuelo Barcelona-Düsseldorf de Germanwings. Eliminando esta particularidad del análisis estadístico, los accidentes mortales en el trabajo han aumentado desde 2013, aunque las cifras se mantienen muy lejos de las de principios de los 2000, cuando estas muertes superaban las 1.100 cada año.
Más accidentes desde la reforma laboral
Pero no sólo están aumentando los accidentes mortales. Poco a poco va repuntando el número de percances, ya sean leves, graves, con baja o sin baja. La tendencia al alza de la siniestralidad laboral se viene produciendo desde el 2013, un año después de la entrada en vigor de la reforma laboral del pp , y los sindicatos ccoo y ugt no lo ven precisamente una casualidad. “La altísima precariedad, el trabajo a tiempo parcial no deseado, la excesiva rotación de trabajadores y la corta duración de los contratos dificultan, y mucho, la implantación de medidas de prevención”, explica Pedro J. Linares, secretario de salud laboral de ccoo, que lamenta que cada vez sean más los contratos que duran un mes, una semana o un solo día.
Ana García de la Torre, secretaria de Salud Laboral y Medio Ambiente de ugt, destaca que la precariedad laboral no consiste sólo en el descenso de los salarios, que también, sino en el deterioro de las condiciones laborales. Y eso se paga con la salud de los trabajadores. “La relación entre el aumento de los accidentes y la reforma laboral es muy obvia”, explica. “Desde 1999 hasta la entrada en vigor de la reforma laboral, la tendencia de la siniestralidad era descendente, con un descenso muy marcado, y a partir del 2012 hay un repunte claro”, argumenta. “No tengo dudas de que va a haber más accidentes en los años sucesivos si no cambia el modelo de contratación. ¿Cómo vas a recibir formación en riesgos laborales con un trabajo por días?”, lamenta.
Las cifras no mienten. En 2016 se produjeron
566.235 accidentes con baja. Son casi 37.000 percances más que en 2015. Casi 490.000 ocurrieron durante la jornada laboral, un 6,8% más que en 2015 y casi 90.000 más que en 2013. Eso sin contabilizar los
733.397 accidentes sin baja laboral registrados el año pasado, que también han subido un 2,6% respecto a 2015. Si se atienda al índice de accidentes con baja, es decir, el número de accidentes por cada mil trabajadores, podemos comprobar que el repunte comienza en el 2012, pasando de 2.949 accidentes por cada mil trabajadores a 3.364 en 2016.Para este año, las previsiones no hacen pensar en una mejora. De enero a junio de 2017 se han registrado más de 2910.000 accidentes con baja, un 5,5% más que en el mismo periodo del año anterior. Y aumentan tanto los siniestros en jornada como al ir y venir del trabajo.
Uno de esos accidentes fue el de Diego Luque, un malagueño de 26 años. El 23 de marzo, su vida cambió para siempre. Se dedicaba a la instalación y mantenimiento de cajeros automáticos. Tenía un contrato en formación, aunque afirma que de aprendiz no tenía nada. “A todos los que tenemos menos de 30 años nos hacen este contrato”, se queja.
Trabajaba sólo, aunque la ley obliga a que alguien le supervise. Ya nunca volverá a trabajar como instalador de cajeros. Una caída desde cuatro metros de altura mientras colocaba un cableado en un centro comercial de Majadahonda le fracturó ocho vertebras, la cadera y el coxis. “Estuve dos meses sin poder moverme. El cirujano me ha puesto diez tornillos y me ha llenado de placas. Me ha dicho que me recupero bien, pero que tendré secuelas. Que me vaya buscando otro oficio, vamos”, explica el joven malagueño.
Detrás del accidente laboral de Diego se encuentran los males de los que los sindicatos llevan ya un tiempo alertado. La precariedad, el exceso de carga de trabajo y la falta de inversión por parte de las empresas en prevención de riesgos laborales están provocando un aumento de los siniestros laborales. “Los empresarios españoles siguen viendo la prevención como un coste más que como una inversión”, añade García de la Torre.
"Mi empresa (Leo Sat Instalaciones) le dijo al inspector de trabajo que todos los empleados habían hecho los cursos de riesgos laborales. Yo nunca pisé uno de esos cursos. Hasta que no te pasan las cosas no te das cuenta de la importancia que tienen", afirma el joven accidentado. Además, debido a su contrato en fraude de ley, no está cobrando el 100% del salario durante su baja. Denunciará a la empresa. Por eso y porque no se tomaron las medidas de seguridad necesarias. Pero mientras tanto ya lleva medio año sin poder trabajar. “Y lo que me queda. Aún no lo sé seguro pero parece que la baja será de año y medio”, dice. No se le olvidará lo difícil que era moverse por la pasarela desde la que hacía la instalación. “Sólo podías moverte en cuclillas, de rodillas o avanzar sentado. En cuanto me subí y me moví, me caí desde cuatro metros. Lo peor es que todos mis compañeros trabajan en las mismas condiciones”, asegura.
La Inspección de Trabajo ha levantado un acta de infracción por diversos incumplimientos, pero la caída de Diego ya no puede evitarse. “Vemos que se está invirtiendo poco a poco la gran tendencia a la baja registrada a principios de los años 2000, cuando se empezaron a ver los resultados de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales del de finales de los 90”, alerta Linares, de ccoo.
El sobreesfuerzo, principal causa de lesiones
Pero no se trata sólo de falta de prevención, sino del aumento de las cargas de trabajo y de los ritmos de producción. Para Linares, la cada vez mayor subcontratación o externalización de servicios a terceras empresas son un ingrediente importante en el cóctel de la siniestralidad. El sobreesfuerzo en músculos y huesos es la principal causa de lesiones. Representan el 38,7% del total. Las caídas y tropiezos están detrás del 24,3% de las lesiones, seguida de choques contra objetos móviles (14%). “Son tres causas fácilmente evitables implantando medidas de seguridad adecuadas en los centros de trabajo”, explica García de la Torre.
Para Linares, un ejemplo claro de esto lo representan las camareras de piso, más conocidas como
las kellys, las mujeres que limpian las habitaciones de hotel. Raquel Samblás tiene 50 años y lleva 21 limpiando lo que otros ensucian en Hotel Santo Domingo de Madrid. Desde que su hotel decidió contratar a otra empresa para que se hiciera cargo de la limpieza, en 215, Raquel tiene que limpiar cuatro o cinco habitaciones más cada día. De lo contrario será penalizada con suspensiones de empleo y sueldo, explica.
“Siempre limpiábamos diez u once cuartos, pero ahora tenemos que limpiar 17 por el mismo dinero y en el mismo tiempo. Yo ya no tengo 30 años. Llevaba unos días con dolores en la espalda y una mañana fui a mover una cama y me quedé doblada”, recuerda. Sufrió una pequeña fractura que le provocó una lumbalgia. Mes y medio de baja, aunque no volvió del todo recuperada. “Tenía que ir medicada, tomando calmantes y, al final del día el dolor era insoportable. Volvía a casa jorobada. Se lo decía a mis jefes pero no me hacía caso. Sólo quieren que limpies y si te vas mejor, porque quieren quitarse de encima a las antiguas trabajadoras del hotel”, critica.
Ella y sus compañeras alertaron a la inspección de trabajo, que certificó que la subcontrata del hotel no disponía del obligatorio Informe de Prevención de Riesgos Ergonómicos, el que estipula cuánto peso y durante cuánto tiempo puede soportar el cuerpo humano en determinados trabajos. Tras la pertinente sanción a la empresa, ésta sigue saltándose las normas, y no ha dejado de imponer sanciones a las trabajadoras. “Ahora estoy de baja por ansiedad. Cada día que entregas el parte te llevas una sanción. No puedo seguir esos ritmos de trabajo y tu cuerpo acaba pagándolo”, lamenta.
Decidieron ir a los tribunales, pero la crisis ha deteriorado tanto el mercado de trabajo que conservar el empleo, sea bueno o malo, es vital. “Hay tanto miedo al paro que la gente está dispuesta incluso a no exigir sus derechos”, argumenta Linares. El sindicalista apunta que las cifras de accidentes serían mucho peor si se tuviera en cuenta a los autónomos y, sobre todo a los falsos autónomos, una figura laboral que se ha disparado desde que estalló la crisis y que, pese a la recuperación, sigue en aumento. Los autónomos quedan fuera de las estadísticas del Ministerio de Empleo, al igual que los accidentes que no precisan baja.
Infartos y derrames cerebrales, primera causa de muerte
Otro indicador del aumento de la carga de trabajo es, para los sindicatos, el número de muertes por infartos y derrames cerebrales. Son las grandes olvidadas de los planes de prevención, ya que se consideran muertes por causas naturales o no traumáticas. Sin embargo, está probado que el estrés y la presión influyen y mucho a la hora de sufrirlos, y son la principal causa de muertes en el trabajo. El pasado fallecieron así 232 trabajadores, casi la mitad de los decesos, un 3,6% más que en 2015 y un 11% más en el 2013.
Eso sin contar los accidentes en el mercado laboral más precario de todos, el que no aparece en las estadísticas porque carece de contratos, se cobra en negro y no cotiza a Seguridad Social. Sectores como la construcción, la hostelería o la agricultura, donde la siniestralidad laboral es más habitual, son los que se valen de más empleo sumergido.
http://www.publico.es/sociedad/accidentes-laborales-precariedad-mata-dia-gente.html