Juan Carlos I ha demostrado estar desconectado de la vida real de los y las ciudadanas y en su discurso de abdicación hace gala de ese alejamiento, cuando habla a los ciudadanos con compasividad, en tercera persona y desde un escalón superior.
En el S.XXI la continuación del sistema monárquico es un anacronismo. Juan Carlos I, y la Casa Real por extensión, han demostrado en los últimos años que viven muy alejados de la realidad algo que queda ratificado en su discurso de abdicación y en la no mención a la posibilidad de que los ciudadanos del estado español debatan si quieren la continuidad de la monarquía. Juan Carlos I ha cerrado hoy una parte de la historia, su historia, marcada por las sombras en su vida política, personal y económica.
Juan Carlos I ha puesto fin a su reinado con unas cuotas de aceptación mínimas y ha puesto fin a un reinado caracterizado por las sombras, sombras que por el blindaje del que goza la Casa Real es posible que nunca se despejen. Hay muchas sombras en su vida política, comenzando por su coronación a manos de Franco y continuando con ,quizá la más oscura, la que rodea todo lo ocurrido en el Golpe de Estado de Tejero. También su vida personal ha estado rodeada de sombras algunas de las cuales se han despejado en los últimos meses como su relación con la princesa Corina o su fastuoso estilo de vida con cacerías por todo el mundo. En la vida económica también se habla, y mucho, últimamente de las sombras que rodean a sus negocios, sin olvidar los casos de corrupción por los que están siendo investigados su hija y su yerno.
También está alejada de la realidad la doble vara de medir de su mensaje, abdica para que la juventud revitalice una institución como la monarquía pero no hace mención a la posibilidad de que la juventud, y los no tan jóvenes que ya son varias las generaciones que no han tenido la posibilidad de posicionarse, se pueda expresar sobre si quiere o no una monarquía.
Los tiempos están cambiando, las últimas elecciones europeas han dejado tocado al sistema político actual, no solo por el descalabro del bipartidismo sino por el aumento de la abstención que crece en cada convocatoria electora. También la Casa Real está tocada, los supuestos casos de corrupción, la vida personal de Juan Carlos I... han llevado a mínimos históricos la aceptación de los ciudadanos. Estos cambios no se solucionan a base de continuidad, hay que cambiar drásticamente y desde luego “otro mundo es posible”, se demostró hace 80 años en el llamado Consejo de Aragón y se demuestra hoy en día en experiencias como la de los zapatistas en México.
Por ello desde CGT nos alegramos de que se vaya el rey pero no queremos a su hijo, como anarcosindicalistas estamos en contra del sistema monárquico y por supuesto, del capitalismo que lo sustenta.
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