El primer punto de partida sobre el que se cimenta una ética anarquista es la rebelión. Es una reacción radical contra la injusticia existente, la que padecemos nosotros o la que padecen quienes nos rodean, injustica que provoca nuestra indignación moral. Ante situaciones de opresión y explotación tenemos muy claro que no podemos guardar silencio ni mirar para otro lado, sino que debemos responder con una acción personal directa y radicalmente reparadora y transformadora. No hemos nacido para vivir de rodillas, sino para vivir con dignidad, ejerciendo nuestros derechos y exigiendo siempre que sean reconocidos y respetados.El silencio ante la injusticia nos convierte en cómplices de la misma.
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