Amancio Ortega: filántropo ante las cámaras, explotador detrás de ellas
En los últimos meses, Amancio Ortega y su conglomerado empresarial Inditex ha sido noticia y objeto de distintas tertulias televisivas. La donación a finales de marzo de 2017 de equipos de última tecnología para el diagnóstico y tratamiento del cáncer a distintas administraciones públicas, valorado en 320 millones de euros, ha abierto un debate sobre cómo debe financiarse la sanidad. En estas líneas hablaremos de qué supone esa donación para la segunda persona más rica del mundo, cómo se ha obtenido esa inmensa fortuna y cederemos un espacio a distintas asociaciones en defensa de la sanidad pública que cuestionan el carácter altruista de la donación.
Unas pinceladas sobre el Grupo Inditex
Conocemos las innumerables denuncias por el trato que reciben sus empleados/as que Inditex, dueña de Zara, Pull&Bear, Bershka, etc., va recopilando allí por donde pasa. La explotación laboral desarrollada por las gigantes mundiales de la moda se hizo tristemente visible para el gran público hace ahora tres años, con las noticias del colapso tras un incendio de la fábrica de Rana Plaza en Dhaka, capital de Bangladesh, que causó la muerte de más de mil trabajadores/as y miles de heridos/as. Como no podía ser de otra manera, en esta fábrica con condiciones inhumanas, se fabricaban prendas para Inditex.
En India, donde 5 millones de trabajadores/as son menores de edad, y donde en algunas regiones, el 60% de los/as empleados/as es menor de 15 año, Inditex emplea directa o indirectamente a alrededor de 80.000 personas. Usando un sistema de subcontratas para diluir sus responsabilidades, puede permitirse pagar salarios de entre 20 y 66 euros mensuales por jornadas extenuantes de trabajo. La fijación de Inditex por el trabajo infantil, les lleva a no desperdiciar ni una sola oportunidad, si los/as menores se mueven, la multinacional va tras ellos/as: según han denunciado distintos reportajes de Reuters y la BBC, menores que han huido del conflicto sirio trabajan para talleres de la empresa en Turquía en jornadas de doce horas al día.
En Latinoamérica, Inditex, ha recibido denuncias por trabajo esclavo en Argentina y Brasil. De este último país proviene la investigación iniciada en el año 2011, por la que Zara ha sido condenada a pagar 1,3 millones de euros al descubrirse que existían trabajadores/as con situaciones de esclavitud fabricando ropa para la compañía. La noticia fue publicada por muchos medios de comunicación, pero inmediatamente rectificada para lavar la imagen de la multinacional y principal exponente de la Marca España. A última hora de la noche del 30 de mayo, los medios recibieron el teletipo de la agencia EFE con el titular “Zara deberá pagar 1,5 millones de dólares en Brasil por un caso de trabajo esclavo”. Rápidamente, ese titular y el cuerpo de la noticia, fue rectificado por la agencia, titulando que “Zara renueva y amplía acuerdo responsabilidad con Fiscalía de Trabajo de Brasil”, lo que permitió a los medios a corregir la nota para poder dejar en buen lugar a nuestra empresa modelo. La Voz de Galicia fue de los que más disfrutaron con el cambio del guión oficial, llegándose a permitir titular que “Zara aportará 1,5 millones de dólares para combatir la esclavitud y la explotación infantil en Brasil”. Esta es una de las explicaciones de porqué la multinacional es de los medios que menos invierte en publicidad directa. Para qué pagar por algo que te hacen gratis. Todo esto, sin olvidarnos de cómo a las costureras marroquís en Tánger se les pagan 178 euros al mes por jornadas de 65 horas semanales, ni de las múltiples denuncias sobre las condiciones laborales de las trabajadores gallegas que trabajan para la multinacional.
Una vez que hemos hecho un repaso de cómo realiza su producción el grupo Inditex, podemos imaginar que los resultados económicos obtenidos deben ser escandalosos. Para hacernos una idea, a Amancio Ortega, Forbes le calcula una fortuna de 61.000 millones de euros y solo en el año 2016 obtuvo 1.108 millones por los dividendos de sus acciones. Para valorar cualquier donación, deberíamos tener siempre en mente estas cifras.
Al parecer, al capo de la multinacional española le gusta dar dinero a causas sociales siempre y cuando cuente con la cobertura de la prensa, pero lo de pagar impuestos le cuesta un poco más. En 2014, un artículo de Bloomberg, advertía de las maniobras fiscales de Inditex, que declaraba los beneficios de sus distintas tiendas europeas en Suiza, aprovechándose de una imposición más baja. Mediante este movimiento, una empresa suiza del grupo, con un 0,1% de los empleados/as totales, declaraba el 20 % de los beneficios de la firma. Este funcionamiento, solo en el año 2009, le habría supuesto un ahorro en impuestos de 325 millones de dólares. Otros informes, señalan que entre el año 2011 y 2014, la multinacional había ahorrado 600 millones de impuestos en Europa, 218 de ellos correspondientes al Estado español. Con este mismo objetivo, domicilió su filial de venta de ropa online en Irlanda, pero tras hacerse pública la situación, decidió volver a tributar por estos conceptos en España.
Las asociaciones en defensa de la sanidad pública ante la donación
Teniendo en cuenta todo lo anterior, así como que la donación suponía una injerencia privada en la planificación del sistema público de salud que acercaba la forma de financiación al modelo estadounidense, con grandes mecenas que interfieren en la gestión, las asociaciones en defensa de la sanidad pública han salido a criticar el regalo. Denuncian que el principal problema de la sanidad pública no es la ausencia de equipamiento de alta tecnología, sino los recortes en personal que suponen la infrautilización de los equipos existentes. Además, inciden en que el sistema sanitario solo es responsable en un 11% de la calidad de nuestra salud, El resto depende de la biología humana, el ambiente o el estilo de vida, la alimentación, la vivienda, el trabajo, las ayudas sociales, etc. condiciones cada vez más deterioradas con las políticas de recortes y con la creciente desigualdad producida por las políticas neoliberales de las que el gran filántropo es principalmente responsable.
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