El gripado de la actividad económica cortocircuita la contratación de cientos de miles de eventuales mientras los más de 270.000 afectados por suspensiones de contratos al margen del 'escudo social' y los primeros miles de despedidos en los crecientes ERE de la industria y el turismo se convierten en las primeras señales sobre la magnitud del desastre.
La recuperación del empleo destruido con el primer arreón del coronavirus y el confinamiento está siendo lenta. Muy lenta. Tan lenta como para que en mayo y junio, con la paulatina reanudación de la actividad económica, apenas se haya recuperado la quinta parte de los puestos de trabajo perdidos en marzo y abril, en un proceso de restablecimiento en el que afloran síntomas de ralentización a los que se van sumando algunos indicios inquietantes como la lentitud con la que los afectados por ERTE de causas ajenas a la covid están saliendo de esa situación o el goteo, quizás ya chorro, de expedientes de despido colectivo que han comenzado a llevarse por delante varios miles de ocupaciones.
"Se ha recuperado el 21% del empleo destruido durante marzo y abril", señala Funcas, después de que los 68.208 nuevos afiliados a la Seguridad Social de junio, que equivalen a 30.000 en términos desestacionalizados, supusieran un avance "mejor de lo esperado" pero que, no obstante, coincide con "un debilitamiento en el ritmo medio de crecimiento" en los últimos días del mes.
Esa mejora del 21% implica que queda un 79% por recorrer en un país que, según la EPA (Encuesta de Población Activa), cerró el año pasado todavía con 680.000 ocupados menos de los que tenía antes de la anterior crisis (20,64 millones en junio de 2008), y apenas hay percepciones que indiquen que alguna de esas dos cotas pueda recuperarse con relativa velocidad.
"El problema es que los ERTE se vayan convirtiendo en ERE"
"La crisis de 2008 ha dejado unas huellas terribles de precariedad que ahora dificultan la recuperación de la actividad", señala Gonzalo Pino, secretario de Política Sindical de ugt, para quien "la realidad es la que es. Hemos salido de la fase más complicada de la pandemia, pero no por eso el futuro es halagüeño. Los ERTE frenaron la crisis y todavía están sirviendo para frenar la destrucción de empleo, pero la reincorporación no está siendo rápida".
Para Lola Santillana, responsable de Empleo y Cualificación Profesional de ccoo, "los datos de junio no han sido tan malos, la subida de afiliación era impensable", aunque, al mismo tiempo, "la contratación no se ha recuperado tras la enorme destrucción de empleo eventual de marzo".
Ambos coinciden al señalar el principal temor en el apartado del empleo. "Se han incorporado 1,8 millones de trabajadores de los ERTE, pero quedan 1,2, que son los que corren riesgo. El problema es que los ERTE se vayan convirtiendo en ERE", indica Santillana, mientras Pino apunta que "los ERE tampoco son solución. Todo pasa por recuperar la actividad y por garantizar los derechos y los salarios".
Y también lo hacen al señalar el horizonte temporal crítico, que sitúan entre la segunda quincena de agosto y últimos de septiembre. "En otoño se van a juntar los despidos por el final de la campaña y la situación de los que sigan en ERTE y cuyas empresas no han recuperado la actividad. Puede ser un momento muy duro", explica Santillana, mientras Pino advierte que "comienzan a verse picos de ERE".
Comienza un inquietante goteo de despidos colectivos vía ERE
A más de dos meses y medio de ese momento crítico, la cadencia de los ERE, mientras un millón largo de asalariados (la mitad del sector servicios) sigue ‘hibernado’ en los ERTE extraordinarios por el coronavirus, empieza a resultar alarmante, especialmente en un sector como la industria y también en algunas ramas relacionadas con el turismo y la movilidad como son las líneas aéreas.
Así, las 900 rescisiones de Airbus se suman a las 722 anunciadas hace unos meses y a las 3.059 de Nissan y Alcoa, mientras la aerolínea británica EasyJet añade otros 250 dentro de un paquete de 4.500 en todo el mundo, Siemens-Gamesa 239 en su planta de Navarra, la multinacional de ingeniería Sener otros 110 y la tecnológica Comdata (antes Digitex) prepara un expediente que afectaría a un mínimo de 500.
A esos casi 6.000 despidos se les suman el medio centenar que Arcelor-Mittal plantea combinar con un ERTE para el resto de sus 8.000 empleados, una parte de los 3.700 que Uber quiere aplicar tras los 3.000 de hace unos meses a nivel global, los 110 de la murciana Hortalizas de Europa, los 120 de la aseguradora PSN y los 144 del banco Wizink, la primera entidad con recortes en un sector financiero que afronta un horizonte de nuevos achiques.
Los daños indirectos de la pandemia y los 'otros' ERTE
Junto con este incremento de los despidos colectivos vía ERE, los registros del Ministerio de Inclusión y Seguridad Social muestran cómo, además del millón y medio de trabajadores que siguen en los ERTE de fuerza mayor, otros 273.745 continuaban con suspensiones de contrato y reducciones de jornada por causas ajenas al coronavirus.
La cifra cuadruplica con creces los 58.056 que pasaron por ERTE el año pasado, con 55.285 con suspensiones y 2.771 con reducciones de jornada según los datos del Ministerio de Trabajo, y quintuplica de largo los 52.939 de 2018 (48.329 y 3.610). Y ofrece, aunque quizás no lo sea, la apariencia de la superposición de dos crisis, una provocada por el coronavirus y otra por causas ajenas a la pandemia y con graves efectos en la ocupación en ambos casos.
El comercio, con 52.653 afectados, es el sector que más ha recurrido a esta medida, cuyo elenco ofrece pistas sobre los efectos que, si no directamente la pandemia, sí el parón de la actividad económica como consecuencia de esta, ha provocado en ramas como las industrias de la alimentación (6.712 afectados), el metal (14.182), el automóvil (9.214) y los bienes de equipo (6.013), y en otras como las artes gráficas (6.192), la construcción (10.541), el transporte y la logística (14.142), las consultoras de informática (8.573) y las de ingeniería (9.287) o la publicidad (8.880).
Y resulta también llamativo, e inquietante, cómo el ritmo de reincorporación al trabajo está siendo en estas empresas no directamente afectadas por el coronavirus mucho más lento que en las acogidas a los ERTE por causa de fuerza mayor: en junio, el segundo mes de reanudación de la actividad económica, volvieron a su puestos menos del 30% de esos asalariados, 108.672 de 382.417, mientras en el formato específico del estado de alarma lo hacía casi la mitad.
La contratación de eventuales se desploma
Al margen del cese de actividad de los autónomos, en el que se encuentran el 45% (1,46 millones de 3,2), el tercer flanco por el que flojea el empleo es el de los eventuales, que suponen una cuarta parte de los asalariados del sector privado.
Así, y según los datos del Ministerio de Trabajo, entre abril y junio se firmaron 2,88 millones de contratos temporales menos que el año anterior, lo que supone una caída de más del 54% frente a los 5,31 del mismo periodo del año anterior, algo que, en un país con unos niveles de troceo del empleo y de rotación de trabajadores como España (en junio 831.625 personas firmaron 1.045.209 contratos temporales), indica que el grueso de los más de 800.000 afiliados perdidos por la Seguridad Social proceden de este grupo.
De hecho, eran eventuales la práctica totalidad de quienes sufrieron las 898.822 bajas registradas en la segunda mitad de marzo, antes de la entrada en vigor de los ERTE de fuerza mayor, con hitos como las 178.569 rescisiones de contrato del día 16 y las 120.171 del día 31, esta última superada por los 167.939 del 30 de junio. A esas cifras se les suman ahora las decisiones de no renovar o la congelación de contrataciones que van aplicando las empresas ante el descenso de la actividad.
La firma de contratos indefinidos también cayó, aunque en un porcentaje ligeramente inferior en esos últimos tres meses, con 250.127 contrataciones frente a las 533.300 del año anterior. Las caídas alcanzan el 29,2% (310.475 menos) si se compara los semestres completos. Y el 40% de ellos son para empleos a tiempo parcial.
"Nadie va a gastarse sus ahorros sin seguridad"
"A partir de mediados de agosto veremos si lo que viene es una tormenta o la tormenta perfecta", apunta Pino, que recuerda que esta crisis llegó con los beneficios empresariales por encima de los de 2008, el poder adquisitivo de los trabajadores por debajo y unas cifras alarmantes de trabajadores pobres.
"La gravedad de las reformas laborales, de la precariedad, de la temporalidad y de la bajada de sueldos es una mochila muy pesada para volver a la normalidad y recuperar la actividad", añade el responsable de Política Sindical de UGT, que reclama a las empresas "un esfuerzo para devolver a la sociedad el que esta ha hecho con los ERTE".
Pino y Santillana discrepan sobre los mensajes que desde hace unas semanas apelan a la necesidad de movilizar el 'consumo embolsado' de 38.000 millones de euros que los hogares han acumulado en ahorros mientras el volumen de negocio del país se desplomaba en más de 80.000.
"Es fundamental que se movilice ese dinero, pero también es urgente reforzar el SEPE y la Inspección y regular el teletrabajo y el funcionamiento de las plataformas digitales", señala Santillana, que destaca "el posible efecto negativo que está teniendo en el consumo la incertidumbre sobre lo que pueda pasar el otoño. Pero también tiene efectos negativos aprovecharse de la situación y cargar los costes laborales al Estado" a través de los ERTE.
Pino da por hecho que "las empresas que no tengan segura la actividad no van a agotar la posibilidad de mantener a sus plantillas en ERTE", mientras anota que "el problema no se va a resolver con más consumo. Mientras no haya garantía de empleo y de seguridad, nadie va a hacer uso de esos ahorros, porque eso es lo que les va a permitir hacer frente a lo desconocido que pueda venir en otoño".
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