Su actividad es incesante todo el año, pero sin duda en estas fechas son los protagonistas con su “Operación Kilo”.
Conscientes de la importancia de la imagen, la presentación de FESBAL —Federación Española de Bancos de Alimentos— no puede ser más benévola: luchar contra el despilfarro a través de la recogida de alimentos para dar de comer a la gente con menos recursos.
La FESBAL, los Bancos de Alimentos con marca registrada, no es más que la caridad religiosa disfrazada de solidaridad para que las nuevas generaciones acepten de mejor manera el mismo fondo que movía a la marquesa franquista de Los Santos Inocentes de Delibes, evitando aquellas formas casposas del pasado. Muchos de los responsables de la degradación de las condiciones de vida que hemos percibido durante los últimos años aparecen detrás de estas organizaciones caritativas y es una obligación social desenmascararlos adoptando formas de solidaridad real.
Simbolizados con el logotipo de los pajaritos comiendo de un cuenco, los Bancos de Alimentos, son organismos constituidos como fundación, normalmente en cada localidad, y agrupados en FESBAL si hablamos de España y la FEBA —Federación Europea de Bancos de Alimentos— si hablamos de Europa. Se dedican a recoger alimentos, dinero y cualquier material o servicio que de alguna forma ayude en su actividad como furgonetas, estanterias...
Esos alimentos y enseres llegan a la gente que lo necesita a través de una red de intermediarios asociados al Banco en cuestión. Y aquí es donde empieza a aparecer otra imagen distinta a la que publicitan.
Un vistazo a las memorias publicadas por la Fundación de Banco de Alimentos de Madrid, similar a las memorias de otros bancos de alimentos, revela que la práctica totalidad de los alimentos está siendo enviado a organizaciones religiosas entre las que encontramos parroquias, conventos, monasterios, organizaciones antiabortistas como Provida o la Fundación Vida, el seminario del Camino Neocatecumenal, residencias de los Legionarios de Cristo o centros relacionados con el Opus Dei. Pertenecer de alguna manera a la red, que la iglesia católica tiene en este país, es prácticamente requisito suficiente para participar de la acumulación organizada por el Banco de Alimentos.
Es algo lógico, ya que desde sus comienzos, a pesar de su retórica “aconfesional”, esta organización ha demostrado una ligazón palpable con los sectores católicos más reaccionarios.
Origen de la organización
En su origen está la creación del primer Banco de Alimentos en Barcelona en 1987 con la participación de Josep Miró i Ardèvol, expolítico de Convergencia creador también de e-cristians, del portal conservador “Forum Libertas” y luchador incansable contra el divorcio, el aborto y “la aceptación pública de la homosexualidad” (sic). La aparición de nuevos Bancos en otras localidades llevó a la creación de la Fundación de Bancos de Alimentos de España (FBAE) en 1993 de la mano del sacerdote de la prelatura del Opus Dei, Jose María Sanabria.
A partir de aquí el apoyo de determinadas instituciones y figuras políticas reaccionarias es constante. Significativo el nombramiento como presidenta de honor de la señora Ana Botella, cuya aparición en los medios como presidenta de la Fundación se debió a la decisión tomada entonces de hacer participar a la misma con una donación en una SICAV —Sociedades de Inversión de Capital Variable— llamada Gescartera, pero esa es otra historia y existe la hemeroteca para quien tenga interés.
En 1997, según el Banco de Alimentos de Lugo —la página de FESBAL dice que fue en 1996—, se reunieron los bancos creados y la FBAE para constituir la actual FESBAL. En este punto hay una contradicción en la que incurren diversas informaciones de los medios y la información suministrada por FESBAL, ya que la participación en Gescartera de FBAE, según declaraciones a la propia comisión de investigación del caso se realizó en 1998. De cualquier forma su andadura en el nuevo siglo, bajo el nombre actual, continuó por los mismos derroteros recibiendo. Han ido recibiendo donaciones de bancos y cajas, grandes empresarios y hasta un camión de 9 toneladas procedente de la Fundación Reina Sofía, por poner algún ejemplo.
Este apoyo de los poderes fácticos y esta filiación de la dirección de FESBAL se ha traducido como no podía ser de otra forma en un comportamiento lógico de defensa del statu quo.
Mantener la pobreza fuera de la lucha de clases
En 2012, tras sustraer como protesta varios carros de comida de 2 supermercados de las provincias de Cádiz y Sevilla, el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) pretendió donarlos a los bancos de alimentos. La reacción de la dirección del sevillano y de la propia FESBAL por voz de su presidente no se hizo esperar, condenando la acción y defendiendo a las grandes empresas como Mercadona, Carrefour, El Corte Inglés o Alcampo, al mismo tiempo que señalaba a todos los ciudadanos como los responsables del despilfarro y por tanto indirectamente de la situación de pobreza incluso alimenticia
En 2014 FESBAL denuncia al Banco de Alimentos de Tetuán , una iniciativa solidaria vecinal, por “utilización de marca registrada”. En colaboración con el Ayuntamiento y la policía acaban cerrando el medio de sustento de los vecinos en situación precaria por procesos de desahucio. Estas acciones, así como los premios concedidos por FESBAL a la Fundación Reina Sofía (FESBAL, 2013), a la Orden de Malta (Madrid, 2015), a la Diputación y al gerente de Mercagranada (Granada, 2011 y 2013), a la “Fundación Solidaridad Carrefour” (Ciudad Real, 2017), por poner algunos ejemplos, son disparos a la línea de flotación de la residual conciencia de clase que debería señalar inequívocamente a estas empresas e instituciones como responsables de la desigualdad social.
https://www.elsaltodiario.com/pobreza/banco-de-alimentos-la-caridad-disfrazada
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